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Se encontraban acurrucados en la cama cuando las sirvientas del príncipe entraron pacíficamente a realizar su trabajo, solo hasta que encontraron una melena despeinada y rubia sobre el pecho del príncipe, finalizando así con la tranquilidad con la que habían llegado.

— ¡Por dios, su alteza! — aulló una de las sirvientas.

El príncipe, que estaba acariciando el rostro de la rubia con los ojos cerrados, abrió de golpe los ojos y se movió aturdido hacía un lado para atisbar a las mujeres que le habían estropeado el momento. Pues Astrid se despertó de golpe levantando ligeramente el rostro y parecía alterada por el repentino despertar.

Incómoda incorporó ligeramente el cuerpo provocando que las sábanas que le cubrían se resbalaran y revelara así su piel. Aquello solo ocasionó que las sirvientas se alterasen aún más y se molestarán con él.

— Su alteza — regañó con severidad la sirvienta anciana que llevaba desde que había nacido — ¿¡Cómo has podido osar a condenar vuestras vidas con dicho pecado!?

La anciana se aproximó al castaño amenazadora con un bastón que utilizaba para caminar y la levantó para usarla con él. El instinto del castaño fue proteger el cuerpo de Astrid, por ello la empujó hacia un lado y la rodeo con sus brazos.

— Os lo puedo explicar — gritó con desesperación y suplico — Por favor, no nos peguéis. — Será...

Aunque él realmente pensaba que le iba a golpear con el bastón, la sirvienta la bajó y la dejó apoyada en el suelo. Aquel gestó hizo que Hiccup volviera a respirar y se diera la vuelta para mirarle a los ojos. Dio unos pasos hacía atrás para reencontrarse con el resto de sirvientas.

— Porque eres el heredero al trono, sino serías hombre muerto — le amenazó

El castaño asintió con miedo, pero se relajó enseguida, cuando vio cómo las facciones tensas de la sirvienta desaparecieron de su rostro. Se separó ligeramente del cuerpo de la mujer y se sentó en la cama . Es entonces cuando Astrid decidió tomar acción y levantarse de la cama para recoger su camisón del suelo para ponérselo, porque estaba pensando en marcharse. Pero unas manos le detuvieron justo en el acto.

Vio sorprendida a una de las sirvientas más joven que la guiaba hacía otra ala de la habitación que desconocía. La siguió desconfiada mientras las otras la rodeaban lo que hizo que mirará hacía atrás para preguntar con la mirada al castaño que parecía estar entretenido.

El príncipe hizo gesto de desconocer sus intenciones y ella bufó como respuesta. Se dejó llevar sin poner resistencia y solamente se dispusó a observar detenidamente las paredes decoradas por cuadros y velas. Le sorprendía la cantidad de dorado que tenía la paredes y como el techo se encontraba pintado. No pudo detenerse a mirar, pues la llevaban con firmeza. Por lo que no pudo admirar más de aquella maravilla que veía sus ojos.

Entraron a un amplio baño donde llegaba el olor a limpio y se encontraba igual de decorado que la habitación. En el centró de está se encontraba un cubo de metal grande y lo demás se encontraba vacío salvo por una que otra estatua que decoraba el espacio.

Sintió la ausencia de las manos en su cuerpo, cuando sus miradas la examinaban de arriba abajo detenidamente. Empezando por su cabeza y siguiendo con sus curvas hasta finalizar en los pies. Se miraron entre ellas y asintieron como si fuera aprobada.

Una de las sirvientas tomó el cubo de agua entre sus manos y la echó en el cubo de metal, mientras ella simplemente observaba detenidamente lo que hacían. Trató de quejarse, pues la llevaron arrastras hacía el cubo con excesiva fuerza y la metieron en el balde de agua antes de que pudiera protestar.

My LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora