Capitulo ;La reina del hielo

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*Nota: Ya que nuestra protagonista es ciega voy a utilizar diferentes tipos de narración, si llega a ser confuso para ustedes o localizan errores, se los agradecería que me lo hicieran saber.

La reina del hielo, el cuento que mi madre siempre me leía. La reina del hielo era una mujer solitaria que vivía en el norte, rodeada de montañas cubiertas de nieve  y que vivía en un castillo de hielo.

Nadie se atrevía a molestarla, las pocas chozas que se encontraban alrededor del castillo eran de leñadores que talaban los troncos de los pinos para vender la madera en sus pueblos natales a cientos de kilómetros de distancia.

Por el verano los leñadores arribaban al lugar para ganarle al invierno y estar preparados.

Durante en invierno el frío extremo era mortal, los grados descendían y las fogatas no podían mantenerse vivas. La reina se quedaba sola, nadie sabía cómo podía sobrevivir.

Estaba acostumbrada a vivir rodeada de oscuridad, y a sentir el frío penetrando en los huesos.

Lo que nadie sabía es que la reina jamás podía abandonar su castillo, porque si lo hacía este se derrumbaría y condenaría al mundo entero a un eterno invierno. Pues del otro extremo del mundo vivía la reina primavera, aquella mujer a la que todos amaban.

Y el equilibrio no se podía romper, todos maldecían el invierno, pero este es necesario como otra estación cualquiera.

A pesar de todo el odio que recibía, la reina del hielo siempre estaba dispuesta a ayudar, pues tenía la esperanza de que algún rayo de luz penetre en su oscuridad y la ayude a sobrellevar tan desastroso destino.

Pero a su puerta nunca nadie tocó, más que los osos polares, cuando buscaban un buen sitio para dormir, los castores solían entrar al castillo huyendo despavoridos por qué algún leñador corto su árbol llamado hogar.

-Nuevamente estás leyendo esa tontería- gruñe su padre- Ania, ya estás muy grandecita como para leer cuentos de hadas.

Ania no entendía por qué su padre odiaba tanto las historias que su madre le contaba cuando era pequeña.

-Era el favorito de mamá- murmura con tristeza- ¿Recuerdas la historia de la reina del hielo?

-No- golpea el suelo con su bastón- y de una vez te digo que te vayas olvidando de todo esto.

Señala con el bastón el muro de la habitación de su hija que se encuentra lleno de estantes con libros escritos en braille.

Ania disfruta de la lectura, pues solo cuenta con su imaginación para poder ver el mundo. Pocas veces puede salir de casa, se la pasa encerrada dentro de cuatro paredes y en su condición leer es lo más entretenido que puede hacer.

-Mañana vendrá Jung Hoseok para ayudarte a empacar tus cosas.

-¿Mis cosas?-. Pregunta desconcertada.

-Por fin me voy a deshacer de ti-.  Sonríe de manera macabra- mañana pasarás a ser problema de alguien más.

-Padre- la voz de Ania se quiebra-¿De qué estás hablando?

-Te casarás y dejarás de ser un estorbo.

-¿Qué?

-Aparte de ciega también eres sorda. Te vas a casar y obedecerás a tu esposo.

-Por favor- súplica entrelazando sus manos- dime que es una mentira. Ya me voy a portar mejor, si quieres no vuelvo a pedirte nunca más salir de la casa, yo...

-¡Silencio!- golpea el suelo con el bastón haciendo saltar a la chica del sillón en dónde se encontraba.

-Agradece que no te lleve a un maldito manicomio-abofetea a su hija con tal fuerza que lo hace perder el equilibrio.

Ania se derrumba en el suelo con la mano sobre su mejilla enrojecida, lágrimas corren y sus rodillas le duelen por el impacto al tocar el suelo.

Su padre no solía golpearla con frecuencia, pero era muy indiferente con ella, para él no existía aquella hija, para él estaba muerta desde aquel accidente.

-Harás lo que te diga- murmura el hombre enrojecido de enojo- y más te vale que seas buena con tu esposo porque yo  no sé lo que él es capaz de hacer.

Abandona la habitación azotando la puerta. Ania se arrastra en el piso buscando el sillón con sus manos para poder sostenerse y ponerse en pie.

¿Casarme? Jamás había soñado con algo así. Mis libros hablan sobre fabulosas historias de amor.
Yo sabía que nunca me pasaría algo como eso, mi vida es como la reina del hielo, una vida solitaria y amarga encerrada en un castillo.

Ania sabía que no importaba cuánto intentara suplicar, pues su padre jamás cambiaría de opinión.
Toda su vida cambió cuando era tan solo una niña y cuando pensaba que si se convertía en invisible su padre jamás se desharía de ella, pero estaba equivocada.




ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora