Capítulo 4: De vuelta al juego

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La casa del Lord era impresionante; espaciosa y con grandes ventanales de dónde fácilmente se podía ver el amplio y verde jardín cubierto por las más exquisitas flores, el salón principal contaba con varias artesanías de distintos lugares a los cuales viajaba Sam Debling.

Las paredes de un azul profundo que, en compañía de la brillantez de los acabados en blanco, hacía relucir la sobriedad y elegancia de la casa.

Después de cenar, Sam se aventuró a guiar a sus invitados por la casa y así pudieran conocer el nuevo hogar en el que viviría la menor de las Featherington. Penélope estaba maravillada por cada rincón de la casa, pero no podía dejar de sentir cierta soledad entre las paredes altas y los grandes salones.

Sam los guio hasta la biblioteca, una amplia habitación que conectaba mediante una puerta a un estudio personal.

Mientras el resto de las Featherington miraban sin interés real los estantes de libros y esperaban que el mayordomo trajera la bandeja con té; Sam y Penélope se envolvían en una pequeña conversación.

—Es una biblioteca impresionante —dijo ella.

—Le agradezco, aunque creo que no es lo suficiente grande —comentó observando los estantes llenos.

— ¿Por qué lo dice?

—Bueno, la mayoría de estos libros son acerca de viajes y naturaleza, por lo que deduzco que hará falta espacio para otro tipo de historias, ¿no le parece? —hizo su pregunta con una sonrisa entre sus palabras.

—Me resultaría maravilloso, aunque no descartó la idea de leer acerca del pasto —respondió con gracia, refiriéndose a viejas conversaciones.

—Bueno, supongo que se pueden aprender cosas muy sorprendentes acerca del pasto —remató el comentario.

Él no pudo evitar echar una risa ante su comentario, nada escandalosa, pero sí notoria para el que estuviera presente.

La noche no continuó por mucho tiempo; Penélope y el resto de las Featherington y sus maridos se despidieron pronto; Portia prometió darle noticias acerca de la fiesta de compromiso que se daría en el salón principal del Lord y él prometió a Penélope visitarla al día siguiente.

Así lo hizo, los paseos comenzaron a ser frecuentes entre ellos, pues esta era la forma que podían conocerse antes que él partiera a ese largo viaje. Sam le hablaba sobre aquel destino paradisíaco al que planeaba ir en América, pero que este mismo destino inexplorado resultaba peligroso. Esto le hacía pensar a Penélope más acerca del porqué Sam quería una esposa, haciendo que el romanticismo escapara por una ventana cuando la mera y cruda conveniencia aparecía, él necesitaba estar seguro de que su patrimonio estaba a salvo si algo le llegara suceder.

— ¿Debo pensar que usted es como un viajero de aventuras? —preguntó Pen en un tono animoso.

—Me veo más como un explorador, me fascina descubrir la belleza en esos lugares inexplorados; y bueno, tal vez ese mismo interés me haga ser un poco aventurero —respondió con humildad, pues realmente se consideraba un hombre tranquilo y pacífico.

—Creo que la búsqueda lleva a la aventura, pero me parece interesante que se conciba como un explorador; ¿Ha considerado escribir acerca de sus experiencias? —preguntó curiosa mientras se comenzaba a escuchar un tenue bullicio a lo lejos.

—He comenzado algunos manuscritos, pero me temo que soy inexperto —admitió.

—Yo suelo escribir y con humildad puedo decirle que tengo bastante práctica en ello —sus palabras salieron espontáneas, sin pensar mucho en la posibilidad en que al Lord le parecería extraño el hecho de que Penélope escribiera con frecuencia. —Podría ayudarle si así lo desea.

—Muchas gracias por el ofrecimiento, pero verdaderamente pienso que la pluma no es para mí —respondió agradecido y curioso de tal revelación— lo que me parece interesante es que usted escriba —agregó enarcando las cejas.

No hizo falta nada para que el nervio se apoderara rápido de ella, había tenido la imprudencia de revelar quizá uno de sus más grandes secretos —bueno... —hizo una pausa titubeante— son solo cartas a algunos familiares y amigos, solo eso.

—Me atrevería a pensar que con su gran pasión por los libros usted sería capaz de escribir más que solo cartas —dijo esto con algo de galanteo en su voz, como solía hacerlo cada vez que salía algún cumplido para ella, igual que la primera vez que intercambió palabras con ella en el primer baile de la temporada.

Su caminata se vio interrumpida por un lacayo de la reina, quien se acercó a ellos con un anuncio oficial; Sam Debling lo tomó en sus manos y lo acercó lo necesario para que tanto Penélope como él pudieran leerlo. No obstante, Sam comenzó a leerlo en voz alta poniendo en alerta a Pen cuando escuchó que la reina nuevamente estaba tras ella, añadiendo al juego un detalle que hacía su búsqueda más tentadora para alguien de la sociedad.

Estaba de nuevo envuelta en el juego de la reina, uno donde ella era la presa; miró a Debling como buscando que él cortara el silencio que se había generado al término de la carta, trataba de mantener la serenidad y compostura para que él no sospechara nada extraño en el comportamiento de ella; sin embargo, todo intento fue un fracaso cuando él preguntó —¿Se encuentra bien?

Por supuesto que no lo estaba, había pensado que el interés por su identidad se había desvanecido, pero se dio cuenta de que solo estaba en pausa. —Sí, no se preocupe. Es solo que me resulta impresionante que la reina ofrezca una recompensa tan alta por descubrir a Lady Wistledown.

—A mí también me lo parece; si el interés de la reina es tan grande, creo que me he estado perdiendo de algo importante —formuló con la hoja aún en sus manos.

— ¿Intentará buscarla? —preguntó con preocupación en el semblante.

—Me temo que mi impresión no es tan grande para embarcarme en su búsqueda, además deseo dejar todo listo antes de mi partida —explicó al tiempo que doblaba la hoja por la mitad y se concentraba nuevamente en su prometida.

—Me parece una idea muy sensata —lo dijo con total y satisfactoria honestidad, al menos estaba tranquila que el Lord no estaría a su acecho también.

Él sonrió.

—Deseo dejar todo en orden para su tranquilidad —comentó refiriéndose a su patrimonio.

—Le aseguro que cuidaré bien de su patrimonio —respondió con modestia y pena en su voz.

—Nuestro —corrigió Sam— y el de nuestros hijos si llegamos a tenerlos.

Todo sonaba tan serio y real que el nervio la acorralaba cada vez que Sam Debling hablaba de la unión que estaban por hacer; Penélope no podía parar de pensar en lo apresurado que se sentía todo, tan solo por unos instantes deseaba que todo fuera un sueño.


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Querido y gentil lector:

Me alegra saber que les está gustando este fanfic, espero que los próximos acontecimientos les gusten tanto como a mi escribirlos. Mientras llegamos a eso, me gustaría saber que opinan :)

Nos leemos pronto ♡

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora