Capítulo 10: Bajo el secreto de la luna

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—Muy hermosa —su boca estaba entreabierta como expectante al beso, suplicante. Y a él pareció invadirlo un calor desde lo más profundo.

Era peligroso, cualquier persona podría pasar en cualquier momento, y no debía olvidar que ella ya era una mujer casada. Sin embargo, estaba ahí, con su rostro cerca de esos tortuosos y tentadores labios, deseándola cada vez más, sin importarle el compromiso o el lugar donde estaban, él la necesitaba para alimentarse el alma, para vivir un poco más. Permaneció en aquella tortura sin alejarse, sintiendo el calor que emanaba la respiración entrecortada de Pen, esperando quizá que ella dijera algo, que lo detuviera.

—Colin... —pero su boca no parecía poner mucha resistencia. O al menos eso era lo que le parecía cuando vio como sus ojos se cerraban y su respiración se tornaba pesada.

Pero mala suerte la suya, que un coche se atrevió a cruzar sobre la abandonada calle en la que se encontraban; escucharon el galopeo de los caballos tirando del carruaje y en el acto pusieron distancia entre ellos; confundidos y atarantados por la tensión. Colin sabía que aquello estaba mal, que no era propio de un caballero, pero no pudo resistir la tentación, mucho menos cuando la vio indefensa, cuando miró su dolor; no podía permitirlo, simplemente le era imposible no quebrarse al verla frágil de esa manera y poder hacer nada.

Por otro lado, sabía que, de haberla besado, habría perdido el rumbo de sus acciones y el resultado de ello no sería para nada favorable. Penélope ya estaba casada y le debía fidelidad a su marido por más que el sintiera que ella no estaba poniendo resistencia al beso; concluyó con tristeza que el peso de la culpa duele más, segundos antes le pareció notarlo en la mirada de Penélope; pues el realmente estaba creyendo que su arrepentimiento era genuino.

Como lamentable resolución, sabía que besar a Penélope sería un terrible y delicioso error, pero uno que la lastimaría a ella; y eso es lo que menos buscaba.

Penélope no supo qué decir, estaba a punto de besar al hombre que ama; el mismo que le había susurrado de manera seductora lo hermosa que era, el mismo que deseaba con fervor, el que habitaba en su corazón desde hacía mucho tiempo. Su mirada atónita reflejaba muy bien ese sentimiento de consternación; sus ojos bien abiertos y su boca que formaba un óvalo delataban lo asustada que se encontraba.

¿Cómo puede una existir cuando la persona que amas te mira con ese deseo con el cual él la miraba?

No pensó en poner resistencia, la sola presencia de Colin la debilitaba, le hacía recorrer por todo el cuerpo una cosquillita traviesa, le hacía recordar cuánto lo amaba y al mismo tiempo le recordaba que había renunciado al amor en un altar.

Su rostro de consternación y susto cambió radicalmente; lágrimas comenzaron a desbordarse sin darse cuenta. Estuvo a punto de besar al amor de su vida, esta vez no fue ella quien pidió el beso, sino el quien se acercó a ella, fue él quien le susurró esas palabras y eso sin duda la estaba consumiendo entera; no podía permitirse pensar siquiera en el hecho de ser deseada por él, o terminaría muriendo en ese mismo lugar. Debía huir, alejarse de la tortuosa realidad a la que se estaba enfrentando.

—Pen... —dijo Colin, dejando escapar su voz como un suspiro. Se dio cuenta de su error, de las implicaciones que su deseo le trajo a ella— lo siento. —Su voz era trémula, ahogando las ganas de llorar que sentía en ese instante; no deseaba dañarla y aun así ella era lágrimas en ese momento.

Pero el silencio de ella lo martirizaba más; ¿qué habría ocasionado el demostrar a ella que deseaba besarla? Tal vez ella no tenía los mismos sentimientos por él, quizá solo se había dejado llevar por el momento y él lo interpretó de una errada manera pensando que ella también deseaba ese beso.

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora