Capítulo 3: Ecos de la sociedad

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A la mañana siguiente el Wistledown ya estaba anunciado las próximas nupcias entre Penélope Featherington y Lord Debling.

Colin, por su parte, se encontraba encerrado en el estudio, navegando entre los pasajes de sus diarios, tratando de un modo ineficiente que el pasado escrito en ellos le hiciera por un segundo dejar de pensar en el tortuoso presente.

El dolor que sentía era nada comparado a lo ocurrido hace dos años con Marina Thompson; el engaño lo había hecho sentir un tonto fácil de atrapar, creyó estar enamorado y el corazón le dolía con desilusión. Pero ahora sentía un gran vacío por dentro, como si le extrajeran el alma, y supo de inmediato que era lo que le faltaba. Era Penélope.

Era ella quien escuchaba atentamente lo que tenía que decir, quien compartía el mismo absurdo humor, la misma que lo alentó de formas indirectas a apreciar sus escritos y a buscar su propósito. Ya no era solo su amiga Pen, pues se había dado cuenta de que ahora la veía como algo más, la miraba con deseo, con pasión y ternura; le arrebataba el aliento y pensamientos, solo añoraba ser de ella y que ella fuera de él; se maldijo hasta el cansancio, pues, era lo único en lo que podía pensar.

¿Cómo hacía ahora para olvidar ese amor? Pero era algo imposible incluso llegar a hacer la pregunta, puesto que no deseaba deshacer esos deseos del corazón, los sentimientos que experimentaba por Penélope estaban más allá de lo que él podía controlar; un revoloteo como el de miles de mariposas, era ese amor arrebatador del que hablaba su madre. Quien, por cierto, había tocado un par de veces la puerta antes de entrar al estudio y encontrar a su tercer hijo contemplando un punto en el aire, pues ya hacía rato que había dejado su diario abierto mientras divagaba en pensamientos.

—Supuse que estarías aquí —mencionó Lady Violet haciéndose presente— me preocupé cuando no desayunaste con la familia.

Su mirada pasmada cambió de inmediato cuando vio a su madre, se aclaró la garganta y respondió —Lo siento, hoy me levanté sin apetito y preferí escribir un poco —algo particularmente inusual para cualquiera que se jacte de conocer a Colin Bridgerton; más aún su madre quien conocía el apetito voraz de su hijo.

—Eso me parece aún más extraño de tu parte, ¿Te encuentras bien hijo? —preguntó con delicadeza, puesto que su visita no iba enteramente a conocer el porqué de su ausencia en el comedor, si no más bien buscaba la confirmación del porqué se encontraba encerrado, ya que presentía cuál era el significado de su ausencia.

—Por supuesto madre, no tienes nada de que preocuparte —dijo Colin tratando que sus palabras sonaran sinceras— solo he decidido permanecer un rato a solas.

—Entiendo —respondió observando a su hijo con detenimiento; lo que le permitió notar esos ojos turbios que le revelaban la mala noche que seguramente había pasado— imagino entonces que no te has leído el Wistledown de hoy.

—No lo veo necesario —espetó dirigiendo su vista al escritorio mientras reacomodaba unos papeles, seguramente buscando ocultar su rostro de la mirada de su madre— sé que ya habrá hablado del compromiso de Penélope con el Lord, fue la misma Penélope quien me lo dijo anoche.

Confesó esta vez viendo a su madre a los ojos como si entre miradas pudiera decirle lo que no podía poner en palabras; que lo había intentado, pero la valentía no fue suficiente cuando se enteró de que había llegado demasiado tarde.

—Oh Colin —solo supo decir mientras interpretaba esa mirada contrita en sus ojos.

—Descuida madre, yo estoy bien. De hecho me alegro, digo, es lo que Penélope quería esta temporada —parloteó Colin, notablemente incómodo— y Debling parece una opción sensata e inteligente para ella.

Romacing Lady DeblingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora