Capítulo 34: Base secreta

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A la mañana siguiente, Eda resistió la tentación de volver a visitar el pasadizo secreto, a pesar de una voz interior persistente que la instaba a revisar la habitación subterránea de nuevo.


En cambio, decidió ir a la biblioteca con la chica Smith mayor que le había dado un sombrero.


Esta chica Smith planeaba trabajar en el Ministerio de Magia después de la graduación, con el objetivo de convertirse en funcionaria pública.


Eda preguntó sobre las perspectivas laborales para los graduados de Hogwarts, y la respuesta de Smith pintó un panorama sombrío.


El desempleo había sido durante mucho tiempo un problema para los graduados de Hogwarts. En comparación con los muggles, los magos y las brujas eran ampliamente superados en número, y la cantidad de trabajos disponibles era limitada.


Los magos generalmente vivían más, lo que resultaba en carreras más largas. Eda no había oído hablar de la jubilación en el mundo mágico, por lo que había pocos puestos vacantes cada año.


Después de todo, incluso la profesora McGonagall seguía trabajando diligentemente a pesar de su edad.


Cada año, Hogwarts proporcionaba nuevos graduados al mundo mágico, todos los cuales necesitaban trabajo.


Sin embargo, estaba claro que el mundo mágico no podía proporcionar suficientes puestos de trabajo, lo que conducía a una baja tasa de empleo entre los graduados de Hogwarts.


Eda pensó para sí misma: "¿De verdad puede Hogwarts afirmar que es la mejor escuela de magia del mundo si no puede garantizar puestos de trabajo para sus graduados? Está muy por detrás de las escuelas de élite M7/Ivy League en ese sentido"


Durante el almuerzo en el Gran Comedor, Eda notó que Benedict Fawley estaba presente en la mesa de profesores.


Estaba claro que el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras había regresado temprano. Tal vez tenía un profundo amor por su trabajo de profesor, o tal vez había vuelto para buscar algo.


La presencia de Fawley hizo que el almuerzo de Eda fuera menos agradable; siempre sentía que este misterioso profesor exudaba un aura de peligro.


Por la tarde, Eda se encerró en su dormitorio de nuevo, obligándose a ignorar el persistente regaño de su voz interior. Eda sostenía un libro en sus manos, pero mientras leía, su atención se desviaba de las páginas, lo que resultaba en una lectura deficiente.


Al anochecer, incapaz de resistir más la tentación, Eda decidió volver a visitar el pasaje secreto del cuarto piso.


En la oscura habitación subterránea, Eda creó otro "pequeño sol" con su varita. Usando su luz, comenzó a buscar en la habitación a fondo.


Aunque no sabía quién había construido esta habitación secreta, Eda razonó que debía haber un propósito importante detrás de su creación. Si solo estaba destinada a ser un pasaje a Hogsmeade, no habría habido necesidad de una configuración tan elaborada. Los recursos invertidos en esta habitación eran evidentemente mucho mayores que los necesarios para un pasaje simple.

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