Nozel Silva

109 12 0
                                    

En los corredores del Palacio de los Silva, Nozel caminaba con su porte altivo y su expresión de siempre. Su cabello plateado brillaba bajo la luz de los candelabros y sus ojos fríos analizaban el entorno. Era un día como cualquier otro, hasta que una figura inesperada se cruzó en su camino.

-¡Aparta, por favor! -dijo una voz femenina con firmeza, mientras una joven con el uniforme de las Rosas Azules intentaba pasar. Tenía el cabello negro atado en una trenza y unos ojos violetas llenos de determinación.

Nozel frunció el ceño, sin moverse ni un centímetro.

-¿Quién eres tú para dirigirte a mí de esa manera? -preguntó con desdén.

-Soy Nella, de la orden de las Rosas Azules -respondió ella, sin mostrar signos de intimidación- Tengo una misión urgente y no tengo tiempo para formalidades.

Nozel bufó, pero se hizo a un lado, permitiéndole pasar. Ella se apresuró, sin mirarlo de nuevo, pero Nozel no pudo evitar sentirse irritado por su actitud.

•••

En una misión conjunta, las Águilas Plateadas y las Rosas Azules fueron enviadas a investigar una serie de ataques en una aldea cercana. Por lo que ellos se encontraron una vez más, esta vez obligados a trabajar juntos.

-Espero que no seas una carga -dijo Nozel mientras caminaban por el bosque.

-Lo mismo digo -respondió Nella, manteniendo su mirada fija en el camino- No tengo tiempo para cuidarte.

A medida que avanzaban, se encontraron con varios enemigos. La coordinación entre los dos equipos fue difícil al principio, especialmente con Nozel y Nella desafiándose mutuamente en cada oportunidad. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a encontrar un ritmo. Nozel no podía negar que Nella era hábil y competente en batalla.

Después de un día agotador, el grupo estableció un campamento. Nozel se sentó solo, reflexionando sobre los eventos del día. Nella se acercó, sosteniendo dos tazas de té.

-¿Te gustaría una? -preguntó, su tono más suave que antes.

Nozel la miró sorprendido, pero aceptó la taza.

-Gracias -dijo, con una ligera inclinación de cabeza.

Se sentaron en silencio, el crepitar del fuego proporcionando una calma inusual.

-Hoy... luchaste bien -admitió Nozel finalmente.

Nella sonrió levemente.

-Tú también. No esperaba que el capitán de las Águilas Plateadas fuera tan... capaz.

Nozel arqueó una ceja, pero no pudo evitar una sonrisa irónica.

-No estoy seguro de si eso fue un cumplido o una burla.

-Ambos, tal vez -respondió Nella, riendo suavemente.

•••

Las misiones conjuntas continuaron, y Nozel y Nella encontraron que trabajar juntos era más efectivo de lo que habían pensado. Aunque sus interacciones iniciales fueron tensas, comenzaron a desarrollar una extraña conexión. Pequeños gestos de cortesía reemplazaron la frialdad con la que se trataron en un inicio. Ambos se dieron cuenta de que habían empezado a confiar el uno en el otro.

Un día, después de una dura batalla, se sentaron bajo un gran roble para descansar. Nella estaba agotada, pero feliz. Miró a Nozel y vio algo más allá de su máscara de indiferencia.

-Nozel... -comenzó, dudando por primera vez-. ¿Alguna vez te has preguntado por qué fuimos tan... incompatibles al principio?

Nozel la miró fijamente, considerando su pregunta.

-Tal vez porque somos muy parecidos -dijo finalmente-. Ambos somos orgullosos y decididos. No nos gusta mostrar debilidad.

Nella asintió lentamente.

-Puede ser. Pero creo que también es porque somos diferentes. Tú eres frío y distante, yo soy... más directa.

-Sí, lo eres -respondió Nozel, una sonrisa genuina asomándose en sus labios- Y, sin embargo, aquí estamos.

Nella lo miró a los ojos y por un momento, el mundo pareció detenerse. Había algo en ese intercambio, algo que ninguno de los dos podía negar.

-Aquí estamos -repitió Nella en voz baja.

•••

Las misiones conjuntas eventualmente terminaron, pero la relación entre Nozel y Nella había cambiado para siempre. Lo que comenzó como una indiferencia mutua se transformó en una atracción que ninguno de los dos podía ignorar.

Una tarde, mientras Nozel observaba el atardecer desde el balcón de su residencia, una figura familiar apareció a su lado.

-Nozel -saludó Nella, su voz suave y cálida.

-Nella -respondió él, su tono inusualmente amable.

Se quedaron en silencio, observando el atardecer en el horizonte. Finalmente, Nella rompió el silencio.

-He estado pensando en algo... extraño.

-¿Qué es? -preguntó él, sin apartar la vista del horizonte.

-Al principio no te soportaba. Eras frío, arrogante y distante. Pero con el tiempo, he empezado a verte de otra manera -confesó Nella.

Nozel se volvió hacia ella, su expresión más suave de lo habitual.

-Yo también siento algo parecido. Pensaba que eras una molestia, pero ahora veo tu determinación y tu fuerza. Y he comenzado a sentir... algo más.

Ella sonrió, sintiendo un alivio inexplicable.

-No esperaba que tú, de todas las personas, pudieras admitir algo así.

-No es fácil para mí -admitió Nozel riendo - Pero no puedo negar lo que siento.

Nella dio un paso más cerca de él, su corazón latiendo con fuerza.

-Entonces, ¿qué hacemos con esto? -preguntó en voz baja.

Nozel no respondió de inmediato. En cambio, levantó una mano y acarició suavemente su mejilla, inclinándose hacia ella.

-Creo que deberíamos ver a dónde nos lleva esto -susurró, justo antes de cerrar la distancia entre ellos y besarla suavemente.

Respondió al beso, sintiendo una calidez que se extendía por todo su cuerpo. Cuando finalmente se separaron, se miraron a los ojos, sabiendo que algo había cambiado para siempre.

Black Clover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora