Trece

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Pasaron unos largos minutos a opinión de Emma que esperaba alguna palabra del príncipe

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Pasaron unos largos minutos a opinión de Emma que esperaba alguna palabra del príncipe.

—No me molesta adelante puedes comer, tranquila —mencionó sin saber que decir al respecto, Akaashi debía mantener la postura pero la situación le causó mucha gracia sobretodo el rostro de asco del príncipe.

—¿Por qué te los comes?, ¿acaso no te gustó la comida que te dejamos? si algo no te gusta podemos cambiarlo y así no tendrás que recurrir a comer insectos —mencionó Akaashi pensando que quizá eso la llevó a comer el grillo luego de escucharla mencionar que no había comido nada desde la mañana.

—Me gusta comerlos, siempre lo hice.
No me gusta el pan y los huevos —mencionó ganándose la atención del príncipe que pensó hace unos minutos que podría vomitar todo lo que había almorzado luego de lo que acababa de presenciar.

—¿Por qué lo hacías? —preguntó Akaashi a sabiendas que hizo referencia a su tiempo de esclavitud.

—La comida no era suficiente y necesitaba energía de dónde pudiera obtenerla, no saben mal y me mantienen fuerte —se ganó una mirada de horror en el rostro del príncipe al pensar en él comiéndose un insecto.

—¿Hay alguna razón en específico para no gustarte el pan y los huevos? —mencionó el príncipe que no podía entender porque no le gustaba el pan ya que a él le gustaba el pan fresco con mantequilla y huevos tostados en la mañana.

—Era mi único alimento su majestad y no me agrada comerlo, lo lamento si es una molestia —mencionó Emma sin estar segura de si estaba mal no querer comer algo, ¿ellos también podrían obligarla a comer algo que no quería?

Por un momento un recuerdo de ella comiéndose su propio vómito por orden de Demian llegó a su cabeza mientras le decía que no podía desperdiciar lo único que le daba de comer y ser agradecida.

Ella sabe que ellos le dijeron antes de salir de casa que iba por su propia cuenta que ellos no la estaban obligando y que podía negarse, que no era una orden solo una propuesta que estaba en su derecho a rechazar porque no querían esclavizarla, que ella tenía derecho a decidir por si misma pero todavía no estaba completamente segura.

Cuando los animales en cautiverio toda su vida son libres tienden a morir cuando salen al exterior pero Emma no era un animal aunque si estuvo cautiva, se esforzaba cada día por esta nueva vida que jamás vivió y le costaba comprender.

El rostro de los hombres cambio a uno serio al mencionar eso, ¿solo eso le daban de comer?, no podían imaginarse todo lo que vivió pero por el momento no preguntarían nada más para no causarle malos recuerdos.

—De acuerdo, ¿hay algo en específico que te guste, Emma? —preguntó con interés el príncipe.

—Me gusta la carne y las manzanas su majestad —mencionó justo en el momento que su vientre rugió al pensar en carne.

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