No sabía con exactitud que día era ni en que año estábamos.
Mi nana me había dicho una vez que contara los días y plasmara en las paredes una raya por día, al llegar a siete las finalizará por una vertical y eso era una semana.
Ya perdí la cuenta cuando llegue a la semana quinientos, ya no sabía contar más de ese número.
Los dones tenían cada uno un cuidado especial dependiendo del portador, al yo ser una planta por así decirlo o bueno como decía mi nana necesitaba los cuidados de una.
Ocupaba agua, aire, sol y era algo que no me daba correctamente, no me mantenía fuerte.
Me daba un vaso de agua por día pero yo ocupaba más, quizá el fuego que habitaba en mi interior me hacía deshidratarme más rápido pero él no lo sabía y yo tenía que sobrevivir de esa forma.
Una vez al mes como un día me dijo me sacaba al patio con las cadenas apretadas en mis pies para asegurarse que no huyera.
Ese día me dejaba recibir sol y aire, eso hacía que las patatas fueran mejores y no se perdiera ni una.
Mi comida de cada día era un pedazo de pan, un huevo cocido, dos terrones de azúcar y un vaso de agua, eso comía desde que tengo memoria.
No me sustenta y ya no me gusta comerlo pero debo hacerlo, me dan ganas de devolver todo lo que comí siempre que lo hago pero es eso o morir.
Un día que me dejó salir ví un animal de grandes orejas que caminaba por el huerto de patatas, asegurándome de que no me viera ya que se encontraba dormido por beber tanto vino, sin pensarlo mucho lo atrapé con mis raíces y lo quemé con mi fuego, todo su pelaje se quemó y casi lo quemé completo pero pude comerlo, se sintió como el cielo.
No sabía cómo se llamaba pero me encantaba desde entonces siempre que salía buscaba con esmero algún animal o insecto que pudiera comer, eso me daba energía que podía guardar y defenderme mejor, también esperando poder huir al fin.
Comía insectos de color verde como uno de mis ojos o unos tenían muchas patas peludas, si eran venenosos o no, no importaba porque después de todo era inmune a todo tipo de veneno, yo era más tóxica que ellos.
Había algo que odiaba con mi ser y me hacía sentir mal, mis cicatrices.
Todo mi cuerpo estaba lleno de cicatrices.
Brazos, piernas, espalda, abdomen, manos, dedos, toda mi piel tenía cicatrices. Incluso mi rostro tenía una cicatriz en mi ojo dorado y en mi labio producto de un cuchillo.
Siempre me lastimaba cuando no le obedecía, no sabía porque lo hacía pero ya no dolía, solo sangraban pero no sentía dolor y eso parecía enojarlo más.
Al pasar de los años dijo un día que algo había pasado en mi cuerpo y la idea pareció ponerlo de buen humor.
No sabía mi edad pero supongo que era mayor, no lo sé.
Solo se que hace unos años sangre corrió por mis piernas y me dió unos cositos de algodón, me dijo cómo usarlos porque le daba asco que ensuciara el sótano y era cuando me dejaba bañarme dos veces cada tres días, cuando no tenía eso solo me permitía bañarme una vez al mes alegando que mucha agua era peligroso.
Eso duraba cinco días pero no me sentía bien, esos días me dolía mucho el vientre y no entendía porqué lo hacía.
Sin embargo después de eso pasaron cosas extrañas, quería tocarme.
Lo veía verme de forma extraña y por las noches solía ingresar al sótano con intenciones de tocar mi cuerpo.
No sabía que quería hacerme pero no lo dejaba, desde entonces mi planes de huida se vieron atrasados por gastar mi energía en las noches tratando de defenderme.
Siempre decía cosas que no entendía, hablaba sobre bebés y poderes pero yo no sabía cómo se hacía un bebé, tampoco sabía porque quería acercarse a mi cuando siempre decía que le daba asco pero mi instinto me decía que debía defenderme y no dejarlo hacer lo que quisiera hacerme.
Mis raíces se enterraban con fuerza en mis piernas para mantenerlas cerradas y se cansaba de no poder acercarse tanto así que se iba enojado, al día siguiente me castigaba por no dejarlo tocarme.
Le comenté que primero muerta pero dijo que muerta no le servía, desde entonces pensaba en que quería hacerlo pero me era imposible, jamás me quitaría la vida como lo hizo con ella.
Solo debía matarlo y esperaba el día con ansias.
Solo debía resistir y no dejarlo acercarse a mi, un día me dejó inconsciente y al despertar me ví dentro de una bola de raíces y a él enojado con una herida en su ojo.
Se enojó y supe que ellas me defendían sin que yo estuviera despierta, podía dormir un poco mejor desde entonces.
Pero siempre estaba alerta, con raíces cubriendo la puerta y cubriendo mi cuerpo, no tenía nada para tolerar el frío de la noche que no siempre sentía, el fuego no lo permitía.
Lo veía salir con ropas gruesas mientras que yo usaba un vestido roto que dejaba al descubierto muchas partes de mi piel.
Piel que odiaba, era horrible y él me lo recordaba todos los días.
Un día le enfrente y le dije que sabía quién era yo, pero se burló diciendo que tuvo que asesinar antes a mi nana y que no importaba quien fuera yo, que las princesas eran hermosas con la piel fina y que yo parecía un general del ejército del tiempo de la revolución de los vandidos.
Solía decirme que los monstruos como yo no podían usar vestidos porque la seda no se veía bien en un cuerpo lleno de heridas, se aseguró de hacerme todo lo fea que pudo por medio de cicatrices bajando mi autoestima al suelo, me sentía horrible.
En ocasiones decía que le daba asco y devolvía su comida diciendo que mi presencia le quitaba el hambre, tampoco le gustaban mis ojos y un día me coloco a la fuerza unas cosas en mi ojos que cubrió su color, era de color café o así se refirió a su color pero me dolía, me ardían los ojos pero no los podía quitar.
Cuando la gente le visitaba me ocultaba en el sótano, sótano que se encuentra oculto en el tronco de un árbol seco, la entrada se encuentra en el árbol pero nadie jamás se ha percatado, tampoco me doy a conocer por miedo a que me haga otra cicatriz, ya no quiero más.
Solo esperaba borrar su tonta mueca que siempre está en su rostro, lo odiaba tanto y cada día sentía con más fuerza ese fuego en mi interior, sentía que en cualquier momento iba a explotar y lo quemaría todo.
Mañana sería el día que me permitía salir, dónde podía bañarme y podía recibir sol, esperaba encontrar un animal para que me diera energía.
El día se acercaba y cada vez me sentía más cerca de poder ser libre como las mariposas, como esas que siempre asesinaba porque me molestaba verlas volar en libertad mientras yo me encontraba encadenada.
Yo también quería ser una mariposa.
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Lost Princess
FanficEn el reino del sur ocurrió un hecho que marcaría la vida de todos los ciudadanos y reinos del mundo entero cuando la heredera, la princesa de solo tres meses de nacida fuese raptada en su cuna mientras sus padres dormían. La niña sería oculta y exp...