𝗠𝗶𝗻𝗶𝗻𝗮⥃𝗥𝗼𝗱𝗿𝗶𝗴𝗼 𝗖𝗮𝗿𝗿𝗲𝗿𝗮

𝖸𝗈 𝖭𝗈 𝖳𝖾 𝖣𝖾𝖻𝗈 𝖭𝖺𝖽𝖺

𝘈𝘵𝘦𝘯𝘦𝘢

—Ma córtala, posta —mi paciencia empezaba a irse y mi mamá no dejaba de putear a diestra y siniestra —ma, están mis hermanos—.

—Si tanto te importan esos pendejos, llévatelos, dale —tomó un trago de birra —me tienen podrida, los tres —dijo viéndome.

—¿Cómo va lo del divorcio? —quise cambiar de tema.

—Como el orto, tu papá quiere la custodia de tus dos hermanos y dejarme sin un peso —.

Y es lo que te mereces, forra.

—No creo que te quité a mis hermanos —dije "animándola".

—Eso es lo que menos me importa —volteó los ojos —¿cómo me va a dejar sin un peso? Está loco ¿qué voy a hacer yo? —.

Escuché un ruido que venía desde la pieza de Vale, volteé a ver y vi a mis hermanos, quienes seguramente llevaban ahí desde que yo había llegado. Les hice una seña de que se encerraran en la pieza, no quería que siguieran escuchando lo que decía mi vieja.

—Y trabajar vieja —dije obvia.

—A mí no me va eso de mulear, eso es para los hombres —.

—Entonces te toca morirte de hambre —.

—No, estaba pensando —hizo una pausa para encender un pucho —si tu papá me deja sin un peso, te tengo a vos para que me pases dinero mensual —.

Esta estaba loca, todo lo que se metía ya le había derretido el cerebro.

—No ma, de mí no vas a recibir ni un peso cuando esto se acabe —por primera vez en mis 22 años, le estaba haciendo frente a mi mamá.

—¿Cómo no? No seas egoísta Atenea, yo te di la vida, me lo debes —.

—Yo no te debo nada, me podrás haber parido, pero lo que vos me diste no fue una vida —dije firme.

—Dale Atenea, no te estoy preguntando, me vas a pasar dinero y punto —le pego a la mesa haciéndome saltar.

—No —ella se levantó enojada.

—Pendeja de mierda, te crees mucho ahora que sos "famosa", pero seguís siendo la misma pendeja asustada y sin autoestima de siempre —.

Mis lagrimas comenzaban a asomarse, pero no iba a dejar que me siguiera tratando así.

—Basta —grite levantándome también —no te voy a permitir hablarme así y menos con mis hermanos acá —.

Me acerqué a ella firmé y segura.

—No te voy a dar plata —dije pegándole con un dedo en el pecho —me voy a llevar a mis hermanos —repetí la misma acción —y te vas a olvidar de nosotros cuando todo esto pase —le pegue ahora con las dos manos.

—Llévatelos, pero sábelo Atenea, de mí no se van a librar, esto no se va a quedar así —dijo ella volteándose, dándome la espalda.

—Vieja forra —le dije por último y pude ver como se volvía a voltear enojada, pegándome una cachetada.

Me agarré el cachete en donde me había pegado, por sus uñas me había sacado un poco de sangre.

—A mí no me vas a hablar así en mi casa —.

—Yo ya no vivo aquí, puedo hacer lo que se me cante el orto —la empuje haciendo que cayera al piso de espaldas.

Me fui directo al cuarto de mis hermanos y les dije que agarraran sus cosas, los voy a llevar a la casa de mi papá.