Capítulo 5: Su sangre, mi salvación.

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Los soldados, aterrados por la mirada diabólica del licántropo, retroceden y abandonan su puesto. Dejan al líder Nor a cargo de todo. Con una presencia imponente y siniestra, Nor trata de conservar la cordura. Viste un traje de gala oscuro y guantes blancos que contrastan con la oscuridad de su aura. Sus ojos rojos como la sangre irradian una malicia palpable. Su cabello corto en punta añade un toque amenazante a su figura. Es la encarnación del mal en el reino, decidido a capturar o matar a la princesa y entregarla al Rey Lucius.

El rugido furioso de los dragones resuena en el campo de batalla, como un eco de ira y sed de venganza. El aire se llena del olor acre de la sangre y el humo. Los cuerpos escamosos de los dragones se contorsionan en un frenesí de violencia, lanzándose hacia el lobo con una ferocidad desenfrenada.

Ulv enfrenta a los dragones con valentía, a pesar del dolor. El veneno se propaga por su cuerpo, debilitando sus fuerzas, pero no su determinación. Cada golpe y cada mordida prueban su resistencia. El sudor se mezcla con la tierra y la sangre en su piel. El veneno pulsa en sus venas como un latido oscuro y ominoso.

La mirada desafiante de Ulv hacia Nor refleja su espíritu indomable. La burla y el desprecio del líder solo avivan la llama de la determinación en el licántropo, alimentando su resistencia.

—¿Por qué me miras así? Esa mirada desafiante. Deberías rendirte y entregarme a la princesa, lobo —dice Nor con sorpresa.

Ulv se sorprende al escuchar que ya saben que es un lobo.

—¿Qué ocurre? ¿Te comió la lengua el ratón? —continúa burlándose Nor.

—No hablo mucho durante los combates... Ah, ah, ah —responde Ulv mientras trata de recuperarse.

—Bien, te sacaré la información a la fuerza —amenaza Nor.

De inmediato, Ulv queda rodeado por cuatro dragones. El suelo tiembla bajo sus garras, y el calor de su aliento quema el aire a su alrededor.

—¡Mátenlo! —ordena Nor.

Los dragones se preparan para atacar al lobo, que apenas puede sostenerse con la espada. El olor a azufre y el calor abrasador llenan el aire, haciendo que cada respiración sea un esfuerzo agónico. En ese momento, se escucha un susurro en el aire.

—¡Fuerzas del viento, levanta a tu objetivo y como una hoja corta mis obstáculos! —dice Yui, la elfa, mientras hechiza la espada Mata Dragones para ayudar al licántropo.

La tensión en el aire es palpable, como una tormenta a punto de desatarse. Ulv, rodeado por los dragones sedientos de sangre, siente cómo la espada Mata Dragones cobra vida. Se mueve en un baile místico, preparándose para defenderlo.

El ejército parece inmune al dolor de los dragones. Ulv y Yui matan a varios de ellos. Sin embargo, los soldados no se inmutan ante su sufrimiento. La unión entre un familiar y su compañero implica sentir todo: dolor, tristeza, felicidad, paz... hasta el posible sentimiento llamado amor. Pero el ejército de Belkur, bajo el mando de su rey, ha descubierto cómo bloquear esa conexión. Domestican a los dragones a base de miedo, forzándolos a cooperar. La pelea se llena de un aire denso y opresivo, donde el olor a sangre y hierro se mezcla con el rugido desgarrador de los dragones heridos, creando una sinfonía de desesperación que resuena en el corazón de los pocos soldados que aún pueden sentir.

La intervención de Yui, con su magia poderosa y su determinación inquebrantable, es un rayo de esperanza en la oscuridad. Su presencia junto a Ulv, extendiendo sus manos con una fuerza ancestral, es un símbolo de protección y lealtad en un momento de peligro inminente.

—¡Mira lo que has hecho! Quisiste ser el héroe otra vez y por no soltar a la Mata Dragones, ella te está envenenando ¡y ahora Giselle, quien tiene un vínculo contigo, también sufre! —reprocha la elfa mientras controla la espada Mata Dragones que aún está en posesión del licántropo.

La Princesa y el Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora