La princesa se colocó la armadura de cuero, un tabardo de serraje con faldones, sobre el cual se superponían placas de cuero grueso. Desde la puerta, su hermana mayor la observaba en silencio. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y determinación.—¿Así que te vas a la guerra sin más? —La voz de Yui, cargada de sorpresa y preocupación, resonó en la habitación mientras observaba a su hermana menor.
Giselle se detuvo por un momento, ajustando una de las placas de su armadura de cuero. La seriedad en su mirada contrastaba con la energía temblorosa que emanaba de sus manos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Giselle, sin poder ocultar su incredulidad.
—Galatea me lo dijo. Te vio muy enojada cuando traían a los guerreros caídos —respondió Yui, con un tono suave, mostrando la conexión que las unía.
Giselle apretó los labios, tratando de contener una ola de emociones que amenazaba con desbordarse.
—No puedo quedarme de brazos cruzados mientras están muriendo ahí afuera —afirmó con determinación. Sus palabras, firmes y decididas, reflejaban la angustia de la princesa.
Yui suspiró, cruzando la habitación hasta quedar frente a Giselle. Colocó sus manos sobre los hombros de su hermana, obligándola a mirarla directamente a los ojos.
—No sé por lo que tuviste que pasar, ni pretenderé que lo entiendo —dijo Yui, su voz cálida y sincera—, pero lanzarte impulsivamente a la boca de los monstruos no es la respuesta. Atacar un ejército de duendes con ira ciega... no te llevará a buen puerto, hermanita. Debes controlarte.
Giselle soltó un suspiro tembloroso, sus manos apretando el borde de su tabardo de cuero.
—Es que... —empezó, su voz quebrándose ligeramente—. La única luz que tenía en ese lugar era mamá y tú. Cuando te llevaba al castillo, todo parecía un poco menos sombrío, pero luego mamá cayó enferma, y todo se volvió oscuro. No se me permitía reír, llorar ni siquiera socializar... Pero ahora, con Ulv a mi lado, puedo sentir de nuevo. Siento que tengo la oportunidad de hacer algo, de usar mis manos y la fuerza que me proporciona la conexión con él.
Por un momento, el silencio cayó entre las dos hermanas. El vínculo que las unía, tenso y frágil, parecía fortalecerse ante las palabras de Giselle.
De repente, una voz resonó en la mente de la princesa, profunda y reconfortante, como un susurro en medio de la tormenta.
—*Yo sé cómo te sientes, Giselle. Siento tu tristeza y el odio en tu corazón* —Ulv se comunicaba telepáticamente con ella—. *Yo también estuve encerrado mucho tiempo, escondido para que no pudieran encontrarme y matarme. Entiendo el deseo de luchar, pero te lo digo con certeza: somos parecidos y, a la vez, diferentes. Contigo encontré el valor de luchar. Ahora te toca a ti encontrar en mí la paciencia, el autocontrol sobre tus sentimientos*.
Giselle sintió que las palabras de Ulv calaban hondo en su alma. Un torrente de emociones la invadió, y antes de poder detenerlo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Sollozando, se lanzó a los brazos de Yui, aferrándose a ella con fuerza.
—¡Los duendes atacan en grupos! Irán por el más fuerte. Estarás en desventaja... Por eso, iremos contigo —respondió Yui, con una sonrisa triste y ojos llenos de lágrimas.
La elfa de cabello dorado tomó el rostro de su hermana entre sus manos, limpiando suavemente las lágrimas que corrían por sus mejillas, intentando calmarla.
—¿Iremos? —preguntó Giselle, entre sollozos y sorpresa, buscando consuelo en la mirada de su hermana.
Una voz suave se unió a la conversación desde la entrada.
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La Princesa y el Lobo
ФэнтезиEn el año 350, en el vasto continente dominado por el reino de Belkur, una fortaleza imponente y temida por su tiranía, se celebra una gran fiesta en honor a la princesa Giselle. La celebración marca un momento crucial, pues la princesa está destina...