Capítulo 3: Nanmin

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Avanzando hacia el este, la arena se metía entre sus pies. Ambos cubrían sus cabezas con el kimono para protegerse del sol abrasador que estaba alto en el cielo, alcanzando unos 65 grados Celsius. El calor sofocante envolvía el desierto. Cada paso era una lucha contra la sed y el agotamiento. El resplandor del sol castigaba la tierra árida.

Antes de despedirse de Gaspar e internarse en el desierto de Kalim, la anciana hada les había obsequiado un kimono muy peculiar. Para Ulv, quien ahora estaba en forma humana gracias al collar de trenza, el kimono era una mezcla de elegancia y funcionalidad. El kimono de Ulv era de un azul profundo, con detalles dorados que evocaban el cielo estrellado. La tela era ligera pero resistente, diseñada para proporcionar libertad de movimiento mientras ofrecía una protección adecuada contra las inclemencias del desierto. Los bordes estaban adornados con intrincados bordados que parecían relámpagos dorados, añadiendo un toque de sofisticación y poder a su apariencia.

El kimono incluía un hakama, una prenda tradicional japonesa que cubre desde la cintura hasta los tobillos, similar a un pantalón amplio y plisado. Este hakama ofrecía comodidad y protección, permitiendo libertad de movimiento durante el combate. Sin embargo, a pesar de sus ventajas en términos de combate, el hakama no era el más adecuado para caminar en el desierto. La tela, aunque resistente, no estaba diseñada para soportar el abrasador calor ni para permitir una transpiración adecuada, lo que podría resultar incómodo en un entorno tan cálido.

En cuanto a Giselle, su kimono era igualmente llamativo pero diferente en estilo. El kimono de Giselle estaba compuesto de un delicado tono de lavanda, con flores bordadas en tonos plateados y morados que se entrelazaban a lo largo de la tela. La prenda se ajustaba a su figura con una elegancia natural, con mangas anchas y fluidas que se movían con gracia. La cintura estaba ceñida con un cinturón de seda que resaltaba su figura y proporcionaba un contraste suave con el tono general del kimono. Las flores en el kimono parecían brillar suavemente, como si tuvieran un leve resplandor mágico, haciendo que Giselle pareciera casi etérea bajo la luz del desierto.

— Ulv, ¿crees que la señora Gaspar se equivocó de ropa? — La princesa buscaba alivio en medio del calor agobiante y cuestionaba la elección de vestimenta en un entorno tan hostil.

— También lo estuve pensando, pero estas prendas son dignas para enfrentar batallas, la anciana dio estos uniformes a unos elfos especialmente para eso.— El lobo compartía su perspectiva y reconocía la resistencia y la funcionalidad de las prendas en situaciones extremas.

— ¡Claro, en batalla tiene sentido! Pero estamos en medio del desierto — agregó la princesa, frustrada por la incomodidad y el calor sofocante que los rodeaba.

— Entiendo cómo te sientes, y no es solo porque estamos en el mismo lugar. Pronto llegaremos al reino de Nanmin. — El lobo compartía su conocimiento y confianza en el destino que los aguardaba.

— ¿Nanmin? ¿No era solo una villa? — La princesa expresaba su sorpresa y curiosidad ante la revelación de Ulv.

— Estamos cerca porque hemos estado siendo acechados por buitres que se acercan al reino desde hace un tiempo. Además, conozco mucho de esta zona porque estuve aquí durante un tiempo. — El lobo compartía su experiencia y conocimiento del entorno.

— Lo siento, no quería hacer tantas preguntas... — La princesa expresaba su disculpa.

El lobo sabía que seguir hablando solo los deshidrataría más rápido. Pronto comenzaron a ver una civilización llena de vida. Parecía una gran feria en día festivo. Los comerciantes gritaban ofreciendo sus productos. Ofrecían desde comida hasta amuletos, pieles y ropa. También había tiendas especiales para disfrutar de comida de calidad y tomar alcohol. El bullicio y la diversidad de la feria creaban un ambiente vibrante y animado.

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