Capítulo 8: Erufu

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Han pasado dos días desde que Giselle llegó al Reino Erufu, el hogar de su madre. Es un lugar donde solo viven Elfos. El aire fresco acaricia su rostro, perfumado con el aroma de las flores silvestres. Este aire trae consigo recuerdos de infancia y una profunda nostalgia. El susurro suave de las hojas en el viento crea un clima de calma y serenidad. Contrasta con la agitación emocional que siente al regresar a este lugar tan significativo.

Resulta extraño regresar después de tanto tiempo, especialmente tras la muerte de su madre. Su padre la obligaba a realizar las tareas de una reina. Al principio, pensó que solo se trataba de sentarse en el trono y observar. Sin embargo, pronto descubrió que era mucho más complicado que eso. El peso de la responsabilidad y las expectativas se cierne sobre ella como una sombra oscura. Recuerda las duras lecciones que aprendió en este lugar.

A veces, se vio obligada a torturar a ladrones que solo robaban comida para sus familias. El eco de sus gritos de dolor y arrepentimiento resuena en su mente. Es un recuerdo de las decisiones difíciles que tuvo que tomar. También presenció la muerte de muchos soldados de formas inimaginables. Su padre solo reía, bebía y buscaba placer entre las sirvientas. La culpa y la impotencia se mezclan con la rabia y la tristeza en su corazón. Una tormenta de emociones se agita dentro de ella.

Yui, la elfa de cabello dorado, golpeó la puerta de su habitación y le anunció que la comida estaba lista. El sonido suave y rítmico de los nudillos de Yui golpeando la puerta rompe el silencio de sus pensamientos. La trae de vuelta al presente.

—¡Sí! Ya voy —respondió Giselle. Se alisó el cabello, sintiendo la textura suave y sedosa de sus mechones entre sus dedos.

La llegada de Giselle no fue muy bien recibida. Los guerreros habían regresado de una larga guerra y parecían haber sufrido muchas bajas. El murmullo de conversaciones preocupadas y el tintineo de cubiertos en platos llenan el ambiente del comedor. La atmósfera está cargada de tensión y expectación.

El rey aceptó entrenarla, porque hoy, después de comer, comenzará su entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo y con armas. La anticipación y el nerviosismo se mezclan en su pecho. Esto le crea una sensación de determinación y ansiedad por lo que está por venir.

Llegó al comedor y ya había algunos elfos cenando, incluyendo a Yui y también a Ulv. El aroma tentador de la comida recién preparada flota en el aire. Despierta su apetito y hace que su estómago gruñera con anticipación.

—¡Giselle! Por aquí —dijo Yui, levantando la mano.

Su voz suave y acogedora da la bienvenida a Giselle con calidez. Esto la llena de un sentimiento reconfortante mientras se acerca a la mesa. Las miradas de los otros elfos se desvían hacia ella. Algunas llenas de curiosidad, otras de desconfianza. Giselle tomó asiento junto a Yui y Ulv, quien estaba en su forma de lobo nuevamente. Los elfos le habían quitado el collar de trenza que le dio Gaspar en el reino de las Hadas. Sintió la textura de la madera tallada de la mesa bajo sus dedos e intentó calmar el torbellino de emociones que la invadía.

—Gracias, Yui —dijo con una sonrisa tímida. Intentó centrarse en el presente y en la compañía de sus amigos.

Mientras comen, Giselle intenta absorber cada detalle del entorno. Los tapices intrincadamente bordados adornan las paredes. Las luces cálidas iluminan el comedor. El sonido tranquilo de la conversación en voz baja le resulta reconfortante. Sabe que este es solo el comienzo de una nueva etapa en su vida. Es una etapa llena de desafíos y descubrimientos.

La presencia de Ulv a su lado la reconforta. Aunque aún tiene muchas preguntas y temores, se siente preparada para enfrentar lo que venga. Los lazos de amistad y lealtad que ha formado le dan la fuerza y la esperanza necesarias para avanzar. Le recuerdan que no está sola en esta travesía.

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