15 El asombro de Deborah

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En el ambiente acogedor de la tienda de delicatessen, Lorenzo acababa de pulir su tazón de sopa de fideos de pollo cuando Deborah se escapó para cambiar su vestido por un abrigo grueso y negro. Poco después, los dos salieron juntos al aire fresco.

Mientras caminaban uno al lado del otro, la curiosidad de Deborah no se pudo contener. "¿Qué le pasó exactamente a tu amigo? ¿Por qué lo golpearon?" ella preguntó.

Lorenzo soltó un suspiro cansado ante la pregunta. Discutir el incidente no era algo que le gustaba, pero teniendo en cuenta que Deborah se estaba convirtiendo en una parte importante de su vida, no sintió la necesidad de contenerse.

"Lo golpearon después de tropezar con un crimen en la fábrica de armas", admitió Lorenzo con un fuerte suspiro.

"¿Un crimen?" Deborah se hizo eco, con su voz en shock: "¿Qué tipo de crimen?"

"Hay un tipo en la fábrica que está enredado con la mafia. Reunió a un grupo para robar armas de nuestras acciones", explicó Lorenzo.

El asombro de Deborah fue palpable. "¿Los atraparon? ¿Terminaron en la cárcel?"

"No..." La voz de Lorenzo se desató antes de que continuara: "Mi amigo atrapó a ese trabajador y a su equipo en el acto de robar armas. Cuando se dieron cuenta de que los había visto, lo golpearon".

Los ojos de Deborah se abrieron de incredulidad. "¡Se merecen estar tras las rejas!"

Lorenzo suspiró, con una nota de renuncia en su voz. "La vida no siempre es justa. Esa familia de la mafia tiene vínculos con el gobierno y la policía. Somos impotentes contra ellos..."

Con una chispa de ira, Deborah afirmó: "¡El gobierno debería acabar con esa escoria de la mafia!"

Lorenzo no pudo evitar reírse de la ironía de sus palabras. "Lo curioso es que me las arreglé para cubrir las facturas médicas de mi amigo gracias a un don de la mafia", reveló.

Ese recordatorio hizo que Deborah recordara que, de hecho, una familia mafiosa había intervenido para pagar los gastos médicos del amigo de Lorenzo. Este mismo momento, mientras se preparaba para acompañar a Lorenzo, nació de su deseo de mostrarle de primera mano que había recibido ayuda de nada menos que de Don Corleone, la figura de la mafia más formidable e influyente de Nueva York. Lorenzo estaba dispuesto a disipar su escepticismo y demostrar la realidad de su conexión con Don Corleone. Sus dudas eran comprensibles, teniendo en cuenta el peso de reclamar la ayuda de una figura tan poderosa en Nueva York.

"Oh, así es. Estabas ansioso por presumir de tu reunión con Don Corleone", respondió Deborah con una ligera risa.

Lorenzo compartió una sonrisa, sus ojos reflejando una mezcla de consideración y realismo. "Por mucho que desees que el gobierno elimine a la mafia, dudo que solo eso purgue la oscuridad inherente a algunas personas".

Deborah, reflexionando sobre las palabras de Lorenzo, admitió: "Aún así, deshacerse de ellos debería al menos reducir las tasas de criminalidad..."

Reconociendo su punto de vista, Lorenzo asintió. "Es cierto que la desaparición de las familias de la mafia podría hacer mellas en las estadísticas de delitos, pero soy escéptico de que desaparezcan de la escena en el corto plazo".

Deborah estuvo de acuerdo en silencio con un asentido.

A medida que fluía la conversación, la mente de Lorenzo vagaba hacia un plano diferente. Reflexionó sobre la idea de establecer su propia familia de la mafia. No cualquier organización en las sombras del inframundo, sino una en la línea, comprometida con negocios legítimos pero ejerciendo suficiente influencia para influir en las decisiones del gobierno sin temor de otras entidades criminales. Lorenzo imaginó una vida en la que se mantuviera en su destino, empoderado por la riqueza y la influencia.

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