68 Agentes (R-18)

174 28 0
                                    

En el dormitorio con poco luz, el embriagador aroma de jazmín y sándalo llenó el aire mientras Deborah y Lorenzo caían sobre la lujosa cama con dosel. Deborah, todavía vestida con su vestido de noche de seda, arqueó su espalda, permitiendo que la tela se deslizara sensualmente por sus curvas, revelando su piel cremosa. Su tez, envasado en un corsé de encaje, se elevó con cada respiración irregular que tomaba.

Los ojos de Lorenzo, oscurecidos por el deseo, bajaron por su cuerpo, antes de encontrarse con su mirada. "Eres impresionante", susurró con ronquera. Se inclinó, capturando sus labios llenos y rojos en un beso abrasador, su lengua bailando con la suya en un vals de pasión. Sus manos, fuertes pero suaves, se deslizaron por sus piernas hasta el muslo, alcanzando el delicado encaje de sus bragas.

Deborah gimió en el beso, sus uñas cavando en las sábanas blancas y crujientes. Podía sentir el calor entre sus muslos, pidiendo por su tacto. "Te amo, Lorenzo", jadeó, con su voz un susurro sensual.

La respuesta de Lorenzo fue un gruñido de aprobación cuando deslizó sus bragas por sus piernas bien formadas, revelando su núcleo húmedo. "Estás tan mojada por mí, cariño", ronroneó, inhalando su excitación.

Sus caderas se agolparon con anticipación mientras él se burlaba de su brote hinchado con sus dedos, rodeándolo, enviando escalofríos por su columna vertebral. "Oh, Lorenzo", gimió, con la espalda arqueada de la cama. "Te necesito dentro de mí ahora".

No pudo resistirse más. Con un gemido de deseo, se posicionó en su entrada y, con un empujón lento y deliberado, entró en ella. Ambos jadearon, sus cuerpos se hicieron el uno para el otro.

Bofetada

Bofetada

El sonido de su carne golpeando llenaba la habitación, una sinfonía sensual que animó sus respiraciones.

Las uñas de Deborah le bajaron por la espalda, instándolo. "Más rápido, Lorenzo, pero no te detengas", jadeó, con la voz cruda de deseo. Él obligó, acogiendo el ritmo, sus caderas chocando en un tango sensual.

Sus manos encontraron sus pechos, apretándolos bruscamente, burlándose de sus pezones hasta que ella gritó. "¡Ah! ¡Sí, ahí mismo!" ella gimió, su espalda se arqueó de la cama.

La respiración de Lorenzo era constante, sus empujes se volvían más erráticos. "Te sientes tan bien, Deborah", gimió, con su voz profunda de lujuria y amor.

A medida que aumentaba su ritmo, la cama crujió en el tiempo con su ritmo apasionado, la cabecera golpeando contra la pared en un ritmo rítmico. Las caderas de Lorenzo se arrojan de forma salvaje.

"Estoy cerca, Lorenzo", saltó, su cuerpo tenso.

Eso fue todo lo que se necesitó. Con un grito final, Deborah culminó el clímax, su cuerpo temblando de éxtasis.

Pero Lorenzo aún no había terminado. Su poderoso físico le permitió continuar, sin hundirse por su orgasmo. Siguió golpeándose contra ella, sus movimientos ahora aún más salvajes, enviándola por el borde una vez más.

El cuerpo de Deborah temblaba, atrapado entre el placer y el ligero dolor mientras Lorenzo continuaba disfrutando de sí mismo. Su clímax la había dejado sensible, pero las sensaciones eran demasiado intensas para ignorarlas.

Bofetada, Bofetada

"Lorenzo", jadeó, con los ojos apretados en éxtasis. "Yo... No puedo... Voy a..."

Pero Lorenzo era implacable, sus poderosas caderas conducían hacia ella con un fervor que rayaba en la desesperación.

Y luego, justo cuando pensó que no podía aguantar más, el mundo de Deborah explotó una vez más. Su segundo clímax la arrasó en oleadas, más intensas que la primera.

Sistema en el PadrinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora