Clarisse
Había elegido un vestido rojo, el color favorito de lord William y el representativo del escudo familiar.
Mary había hecho un trabajo impecable, como era habitual, en mi peinado, y lady Victoria me había ayudado en la elección del vestido.
Milagrosamente, no vomité una tercera vez, aunque la presencia de de lady Moretti y de la doncella habían jugado un papel importante distrayendo mi mente con bromas y comentarios ligeros a los que pronto se unió lady Emma. Decía que nuestras voces traspasaban la pared que separaba ambas habitaciones.
Ahora mismo, estábamos las tres en el salón principal. Lady Emma y lady Moretti me observaban muy entretenidas desde el gran sofá, deleitadas con mi, al parecer, simpática inquietud. Yo hacía tiempo que había abandonado el cómodo asiento. Prefería el ventanal con vistas al jardín. Observar y estar en los exteriores siempre me había ayudado a calmar mi agitado interior.
Para ser sincera, hubiera optado por unas vistas con mayor perspectiva, por ejemplo, las de mi acogedora habitación. Sonaba absurdo, pero en tan poco tiempo se había convertido, junto a la biblioteca este, en mi lugar seguro. Allí me sentía protegida y en calma, muy al contrario del desasosiego que experimentaba en estos instantes. Era una tortura que no le deseaba a nadie.
Con un suspiro, abrí el ventanal esperando que la brisa apaciguara el rubor acalorado de mis mejillas. Sentía mi piel febril y por la sensación húmeda en mi frente supe que estaba sudando.
Con otro suspiro agarré el abanico y comencé a batirlo con fuerza antes de que el trabajo de Mary se arruinara y yo quedara hecha un desastre.
No quería ser un desastre en ese momento, ni los posteriores tampoco.
No quería.
No podía.
Al menos, contaba con el apoyo férreo de lady Victoria y lady Emma.
Nunca había conocido el verdadero significado de la amistad, y si bien con lady Emma el lazo que nos uniría sería familiar, creía que en poco tiempo lady Victoria y yo nos convertiríamos en buenas amigas, tal y como le había confesado.
Ambas me habían dado consejos para superar con éxito mi salida de esta tarde. La más pequeña me había informado sobre los gustos de su hermano, mientras que Lady Victoria, con más experiencia en el mercado matrimonial, me había indicado cómo acercarme a él de la manera adecuada.
Mi aprecio por ambas igualaba el agradecimiento que sentía por cómo se estaban comportando conmigo desde que había llegado al palacio.
Para ser sincera, toda la familia, sus allegados y el servicio me habían tratado estupendamente. Eso era un alivio más. Antes de mi llegada, en la tranquilidad y lo ordinario de mi hogar inglés, pensaba en lo complicada que sería mi vida si no era bienvenida en casa de los Scheffer.
Afortunadamente, eso no pasó.
Ahora debía centrar todas mis fuerzas en ganarme el favor del duque de Schulzenberg.
—Lady Clarisse, ¿me permite un consejo?
Giré sobre mi eje, desviando mi atención de las vistas del ventanal a la mujer rubia que me observaba con una expresión de simpatía en su rostro y una revista social en su regazo. Lady Emma estaba en el silloncito del lado izquierdo con una media sonrisa dirigida a mí.
—Por supuesto.
—Siéntese y tranquilícese —palmeó la plaza vacía de su lado izquierdo—. Lo único que va a conseguir es cansarse antes de siquiera salir del palacio. Los nervios no traen nada bueno.
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Con todo mi corazón, Sayer (Libro 1)
Teen FictionEl hosco e inflexible William Scheffer desea darle un heredero al ducado de Schulzenberg. Para ello debe hacer frente a una tediosa tarea: encontrar y desposar a la mujer perfecta. Afortunadamente, una joven británica, lady Clarisse, reúne todas y...