Del arte florece el amor

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Armando Aretas había vivido una vida llena de peligros, marcada por sus decisiones en el mundo del crimen. Tras los eventos de Bad Boys Ride or Die, se encontraba en una encrucijada, buscando una salida a su turbulento pasado. Decidido a dejar atrás esa vida, comenzó a explorar intereses que nunca antes había considerado.

Un día, mientras paseaba por las calles de Miami, Armando se topó con una galería de arte. Intrigado, decidió entrar. Las paredes estaban adornadas con pinturas vibrantes y esculturas que capturaban la esencia de la vida. Se detuvo ante un retrato que le llamó la atención; era una representación de una mujer joven con una expresión llena de esperanza y serenidad.

—¿Te gusta?— La voz suave de una mujer lo sacó de sus pensamientos.

Armando se volvió y se encontró con una mujer de cabello castaño claro y ojos verdes. Había una chispa en su mirada, una mezcla de curiosidad y calidez.

—Sí, es... hermosa,— respondió Armando, algo sorprendido por la sinceridad en su propia voz. —Hay algo en su expresión que es muy... tranquilizador.—

La mujer sonrió. —Esa era la intención. Soy Hannah, la artista.—

—Armando,— se presentó, estrechándole la mano. —Es un placer conocerte.—

Los días siguientes, Armando se encontró regresando a la galería con frecuencia. No sabía exactamente qué lo atraía, si era el arte o la compañía de Hannah. Sus conversaciones comenzaron siendo superficiales, sobre el arte y las exposiciones, pero pronto se tornaron más profundas.

Un día, mientras paseaban por el parque cercano a la galería, Armando se sintió lo suficientemente cómodo como para compartir un poco de su historia.

—Solía estar en un camino muy diferente,— dijo con un suspiro. —Mi vida estaba llena de cosas de las que no estoy orgulloso.—

Hannah lo miró con comprensión. —Todos tenemos un pasado, Armando. Lo importante es lo que hacemos con el presente.—

Él la miró, sorprendido por su respuesta. —¿No quieres saber más? ¿Sobre lo que hice?—

Ella sonrió suavemente. —Si quieres contarme, estaré aquí para escucharte. Pero no estoy aquí para juzgarte. Creo que las personas pueden cambiar, si realmente lo desean.—

Esa noche, Armando se quedó pensando en las palabras de Hannah. Había algo en ella que lo hacía sentir aceptado, algo que nunca había sentido antes. Poco a poco, comenzó a compartir más de su vida con ella, sus errores, sus miedos y sus esperanzas para el futuro.

Una tarde, mientras tomaban café en una pequeña cafetería, Armando le preguntó: —¿Cómo es que no tienes miedo? Sabes que podría ser peligroso estar cerca de mí.—

Hannah lo miró a los ojos, con una seriedad que contrastaba con su habitual amabilidad. —Todos tenemos nuestros propios miedos, Armando. Pero he aprendido que no podemos vivir nuestras vidas evitando lo que nos asusta. Prefiero ver el potencial en las personas y creer en sus posibilidades.—

Él sintió una oleada de emociones que nunca antes había experimentado. Se dio cuenta de que Hannah no solo veía lo bueno en él, sino que también lo inspiraba a ser una mejor persona. Decidió que quería ser alguien digno de esa fe que ella tenía en él.

Con el tiempo, sus encuentros se volvieron más personales. Un día, mientras caminaban por la playa, Hannah se detuvo para recoger una concha marina. La observó con una sonrisa mientras ella inspeccionaba el objeto.

—Siempre me han gustado las conchas,— comentó Hannah. —Me recuerdan que incluso en la naturaleza, las cosas más hermosas a menudo se forman bajo presión.—

Armando la miró con ternura. —Eres una persona increíble, Hannah. Tienes una forma de ver el mundo que es... refrescante.—

Ella rió suavemente. —Solo trato de ver lo mejor en todo. Creo que es una manera más feliz de vivir.—

La conexión entre ellos se hizo más fuerte con cada día que pasaba. Armando, por primera vez en mucho tiempo, se sintió en paz. Un día, mientras observaban una puesta de sol juntos, se armó de valor.

—Hannah,— comenzó, nervioso, —hay algo que quiero decirte.—

Ella lo miró, curiosa. —¿Qué sucede, Armando?—

Él respiró hondo, tratando de encontrar las palabras correctas. —Tú has sido una luz en mi vida, algo que nunca pensé que encontraría. Eres amable, comprensiva y me has mostrado que hay más en la vida de lo que alguna vez creí posible. Estoy... enamorado de ti.—

Hannah lo miró con una mezcla de sorpresa y emoción. Se acercó y tomó su mano. —Armando, también siento algo muy especial por ti. Desde el momento en que te conocí, supe que había algo más en ti de lo que se veía a simple vista. Me haces feliz, y eso es algo que no tomo a la ligera.—

Se miraron a los ojos, y en ese momento, las palabras ya no eran necesarias. Armando inclinó la cabeza y la besó suavemente, sellando con un beso la promesa de un nuevo comienzo. Ambos sabían que el camino por delante no sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentarlo juntos, con la esperanza y el amor como sus guías.

A partir de entonces, Armando e Hannah continuaron construyendo una relación basada en la confianza y el respeto mutuo. Armando, decidido a cambiar su vida, se comprometió a encontrar un trabajo honesto y a dejar atrás definitivamente su pasado oscuro. Hannah, por su parte, lo apoyó incondicionalmente, inspirándolo a seguir adelante.

Juntos, aprendieron que el amor no se trata solo de momentos felices, sino también de enfrentar desafíos y crecer como personas. Armando encontró en Hannah no solo una pareja, sino también una amiga y una compañera en su camino hacia la redención. Y así, con cada día que pasaba, construyeron una vida basada en el amor, la esperanza y la promesa de un futuro mejor.

One Shots (Armando Aretas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora