Enredados [HyunHo]

𝟐𝟒.-

—Eso no es justo, ¡estábamos peleando! No puedes besarme mientras peleamos— El castaño mostró un puchero que Minho mordió.

—¿Porque no? Te callaste, funcionó. Ahora puedo callarte así cada que te enojes—Hyunjin rodó los ojos, no dijo nada más, cruzó los brazos viendo hacia otro lado.

En respuesta, Minho se agachó besando su cuello, su intención era marcarle un chupón.

—Déjame en paz, Minho—

El pelinegro hizo caso omiso, apretó uno de sus pezones, Hyunjin suspiró gracias a que tenía a Minho besando su cuello y tocando sus pezones ya erectos.

—Es mi turno de joderte, no habrá quejas si disfrutas lo que haré. ¿De acuerdo?—

—Estoy molesto contigo—

—¿Y eso que? Se te pasará cuando me tengas palpitando dentro de ti—

Hyunjin empujó su pecho, haciéndolo caer sentado, Minho no entendía que era lo que estaba haciendo, el castaño se sentó sobre sus muslos, moviendo su cadera alrededor del miembro del azabache.

—¿Qué haces...?—

—Cierra la maldita boca y disfrútalo, voy a montarte—

—¿Montarme? Hyunjin nunca has
montado—

—¿Y eso que? Da igual, serás la primera vez, deberías estar contento—

—Lo estoy, pero me preocupa que te
duela—

—No me dolerá, cálmate— Seguía molesto.

—Bebé—

—¿Qué?—

—No te enojes—

—Cállate y jódeme. Esa boquita solo sirve para besar, deja de hablar—

Minho rió, metió tres dedos de golpe en Hyunjin, sin avisar y sin lubricarlos, su entrada estaba húmeda gracias al semen que había escurrido hasta ahí.

—D-Dios... que no se te olvide que sigo siendo virgen... ve más lento—

—Tienes que soportarlo si quieres montarme. Si no soportas esto ¿cómo soportarás tenerme dentro de ti?—

El castaño bajó la mirada suspirando, le dolía tener los tres dedos de Minho maltratando su entrada, los movía a su gusto, incluso sacándolos y metiéndolos, simulando embestidas.

—Joder...— Hyunjin gemía en el oído de su novio, poniéndolo duro de nuevo, recargaba la cabeza en su hombro, así solo Minho podía tener él privilegio de escucharlo gemir.

—Eso es, amor. Grita por mi— Movió sus dedos aún más fuerte, sacándole un gemido placentero al castaño.

Cuando sintió que su entrada estaba apta para ser penetrada sacó sus dedos, Hyunjin lo miró con desaprobación.

—No... aún no Min—

—Tranquilo... yo sé que puedes—

Minho alineó su pene en la entrada de su pareja, Hyunjin elevó su cadera para que fuera más sencillo.

El pelinegro lo agarraba de la cintura, ayudándolo a bajar poco a poco, el castaño sentía su cuerpo arder.

—Tranquilo... tranquilo, lo vas a disfrutar cuando te acostumbres—

—Cierra la maldita boca... solo... dame un
minuto...— Susurró, recargándose en el pecho de su pareja, Minho lo abrazaba acariciando su espalda.

—¿Quieres que cambiemos de posición? Podrás montarme cuando estés dilatado—

—N-No... bésame— El pelinegro acató órdenes, beso a Hyunjin, justo como él lo pidió.

Después de unos minutos de espera, el menor por fin estaba listo, aún le dolía pero era mínimo.

Minho lo supo gracias a que empezó a dar pequeños saltos, eran muy pequeños, pero notables, fue aumentando la velocidad y la intensidad con forme el tiempo pasaba, cada vez eran más fuertes y agresivos.

El castaño enredó sus brazos en su cuellos, Minho lo detenía de la cintura para ayudarlo.

—A-Ahí... fue ahí— Hyunjin gimió (o más bien gritó) su novio había chocado con su próstata. —Hazlo de nuevo—

El mayor hazlo su cadera, amaba ser montado, así las estocadas tenían más profundidad en su pareja sexual, por ende él lo disfrutaba más.

Hyunjin estuvo saltando alrededor de cinco minutos, sus piernas ardían, sus saltos disminuyeron su velocidad, sus suspiros de cansancio aumentaron. Minho se dio cuenta de esto, le importó poco los reclamos de Hyunjin, cambió de posición, recostándolo a él, Minho quedó de rodillas, ambas piernas del menor tomaron lugar en los hombros del mayor.

En esa posición continuaron, el castaño se cubría la cara con ambas manos, era demasiado, lo estaba disfrutando.

El primero en correrse fue Hyunjin, quien tuvo que soportar la sobre estimulación gracias a que Minho aún no llegaba.

Cinco estocadas más fueron suficientes para que el mayor pudiera terminar dentro del menor, se dejó caer a su lado, ambos regulando su respiración.

Hyunjin estaba feliz, había recibido y dado esa noche, no cambiaría a Minho por nada del mundo.

Su primera vez fue muy especial gracias a ese pelinegro de ojos cafés.