𝟐𝟖.-

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—Prométeme que no fuiste tú quien la
besó—

—No fui yo, te lo prometo, nunca lo haría... sabes que nunca lo haría...—

Hyunjin resopló y miró hacia otro lado. 
—Te creo— Acunó su rostro con ambas manos, acariciando sus mejillas, llevándose los rastros del líquido en sus pulgares.

Minho sonrió, se abalanzó sobre el castaño abrazándolo con todo el amor del mundo, (también con mucha fuerza) haciéndolo caer en el camastro de nuevo.

Hyunjin soltó una carcajada, metió sus manos frías en la camisa de su pareja acariciando toda su espalda, causándole escalofríos.

—Gracias— Susurró enterrándose en su cuello.

—Sienpre elegiré creerte, más si es por encima de Yunjin—

Se quedaron ahí por media hora, sin decir absolutamente nada, solo disfrutando de la compañía del otro.

Hasta que una llamada de Haejin los interrumpió.

—Responde— Susurró Hyunjin en su oído mientras acariciaba su cabellera negra.

Minho suspiró y estiró su brazo hasta poner la llamada en alta voz.

—Que— Estaba molesto, su manager había interrumpido su bello momento con Hyunjin.

—Lamento interrumpir, su vuelo sale a las tres de la mañana, Minho ni siquiera se les ocurra llegar tarde o van a perderlo y no hay otro disponible—

—Estaremos ahí— Colgó.

—No seas grosero, Minho. Hae solo quiere lo mejor para ti—

—Cierra la boca y continúa con lo que estás haciendo—

El castaño rodó los ojos, de igual forma siguió acariciando a su marido hasta que se quedó dormido.

Su respiración se escuchaba tranquila, fue con eso que Hyunjin se dio cuenta de que se había dormido, era como un bebé berrinchudo.

Con esfuerzo (mucho esfuerzo) lo cargó como si de una princesa se tratase y lo llevó a la habitación para que pudiera descansar más cómodo, necesitaba dormir luego de una semana llena de agobiantes problemas y trabajo excesivo, sin contar que su vuelo salía esa misma noche.

Lo cubrió con una manta y dejó un beso en su frente.

El resto del día estuvo fuera, comprando insumos y comida suficiente para la cocina, Gina se ofreció para ir pero Hyunjin se negó, quería hacerlo el.

Cuando Minho despertó no tenía a su marido a su lado, eso lo alarmó.

Marcó su número y lo llamó rápidamente, el celular del contrario vibró al instante.

—¡Despertaste! ¿Quieres que te lleve
algo?— Hyunjin atoró su celular entre su oreja y su hombro para poder escuchar correctamente, continúo eligiendo una caja de fresas y una de uvas verdes sin colgar la llamada.

—¿En dónde estás?— Minho se talló los ojos y se sentó en la cama con las piernas dobladas.

—Oh, vine al supermercado, el refrigerador está algo vacío—

—¿Tardarás mucho?— preguntó jugando con la manta.

—¿Ya me extrañas? O... ¿Me necesitas?—

—Bájale a tu ego, cariño. Tenemos que empacar, no te emociones—

—Solo iremos dos días. Empacar será rápido, podría sobrarnos tiempo para... ya sabes—

—No, no se. ¿Para qué nos debería sobrar tiempo?—

Obviamente sabía a qué se refería, quería jugar con él, ponerlo nervioso y hacerlo enojar.

—Cuando llegue verás para que, Minho— Colgó la llamada sin esperar respuesta.

El pelinegro sonrió ante la última frase dicha por Hyunjin, una idea muy clara llegó a su mente.

Se puso de pie y corrió al baño, puso algo de música mientras esperaba a que la bañera se llenará completamente.

Estaba sentado en la banca de mármol que tomaba lugar a un lado de la bañera, ahí solía dejar su toalla y shampoo cuando tomaba baños relajantes, esa era su función principal, ahora la usaría para algo más.

Cuando la bañera estaba completamente llena cerró el grifo del agua y bajó a la cocina.

—Gina: ¿recuerdas las rosas que plantamos hace poco?—

—Claro que las recuerdo, mi niño—

—Cortaré algunas, quiero darle una sorpresa a Hyunjin—

—Oh por supuesto, solo no te olvides de plantar más para que el jardín no se vea vacío—

—Las plantaré mañana, gracias Gina—

El pelinegro consideraba a Gina como su abuela, la mayor lo había cuidado desde que era un niño y ahora lo ayudaba con las labores de la casa, esa señora era un sol para Minho.

Salió al jardín con todo lo necesario, empezó con su trabajo, cortando las rosas más bonitas, parecía un niño pequeño, en cuclillas y lleno de tierra, también estaba tarareando una canción.

termino con cinco rosas rojas en sus manos, una sonrisa se instaló en su rostro, sabía que Hyunjin iba a amar su sorpresa.

—Cuando Hyunjin llegue dile que suba, por favor Gina—

La mayor asintió con una sonrisa, estaba feliz de que su niño pequeño por fin fuera feliz con alguien.

Minho subió y entró al baño de nuevo, empezó a cortar los pétalos y dejarlos caer en el agua tibia de la tina, prendió unas velas con olor a vainilla y apagó los luces.

Estaba orgulloso de su trabajo, el lugar daba vibras muy románticas y agradables.

Se desnudó en cuestión de segundos quedando solo en boxers, se sentó en la cama a esperar a su marido.

[...]

Quince minutos pasaron.

Los quince minutos más largos para Minho.

Escuchó la voz de Hyunjin saludar a Gina, esa fue su señal.

Se puso de pie y tomó la venda para cubrirle los ojos a su chico, se paró tras la puerta a esperar.

—¡Bebé! Llegué— El castaño entró en la habitación cerrando la puerta tras el, le extrañó no haber encontrado a Minho en la cama. —¿Minho?—

El pelinegro se puso detrás de él y le vendó los ojos con un pedazo de tela. —¿Qué haces, Lee?— Minho se paró frente a él, tomó ambas de sus manos y las pasó por su propio torso desnudo, el castaño se mordió el labio con una sonrisa.

—¿A qué estás jugando?—

Enredados [HyunHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora