21 |Primer partido

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Liam

Hace una maldita semana desde que Olivia me ignora y las chicas si me hablan es solo para saber dónde están Carlos o Christian, a pesar de que he estado años sin hablar con Olivia y lo llevaba bien, ahora es todo lo contrario. El sentimiento de vacío y dolor por estar mal con ella es lo que más me atormenta, aunque sea una tontería.

Cansado de dar vueltas en mi cama miro el reloj, son las siete de la mañana , me incorporo y me pongo ropa de deporte para salir a correr, cabe la posibilidad de que me encuentre con ella porque siempre que esta nerviosa lo hacía, fuera la hora que fuera. Teniendo en cuenta que hoy es el primer partido no me extrañaría que este saltando de los nervios.

En cuanto piso fuera del hotel el aire fresco me da de lleno en la cara, la claridad del día me permite notar que hay un grupo de chicos a unos metros de la puerta.

Esto no es bueno, estoy seguro. Me pongo la capucha de la sudadera y comienzo a correr sin rumbo.

Una cabellera morada aparece en mi campo de visión y mis latidos empiezan a acelerarse sin ningún control, ella esta sentada en un banco, con ambas manos tapando su cara y temblando una barbaridad.

Se que no nos hablamos, pero no la puedo dejar así, sola. Le prometí que estaría para ella y así lo haré, por mucho que me pueda sentir peor yo mismo.

—¿Olivia? —Mi voz suena lo más tranquila que consigo, a pesar de que con cada paso un miedo me inunda el pecho.

¿Y si le ocurre algo? ¿Y si me manda a la mierda sin siquiera mirarme y no poder comprobar si esta bien?

Me pongo delante de ella y la toco un hombro, Liv levanta la cabeza y me fijo que en sus piernas está su móvil, con una foto de mi madre y su madre hace aproximadamente 20 años.

—Hola —suena rota y a la vez ronca, como si llevase mínimo una hora llorando.

—¿Qué ocurre?

—¿Tú qué crees Liam?

—Creo que echas de menos a tu madre.

—Entonces para que preguntas si ya sabes la respuesta.

De una forma brusca se seca las mejillas, rebusco en mi sudadera y saco un paquete de pañuelos, tembloroso se lo tiendo.

—Gracias.

Nos quedamos en un profundo silencio pero no me aparto de ella, sentado enfrente de Olivia la miró fijamente, no sé si esperando a que me grite que me marche o que hable conmigo.

—¿Sabes que Lara iba a ir a la misma universidad en Italia a la que fueron nuestras madres?

Su tono es quebradizo, como si esta pregunta estuviera cargada de dolor. Hay también un temblor apenas notable al pronunciar el nombre de su hermana, señal de que esta librando una especie de batalla interna sacando este tema a la luz. Sus ojos, hinchados y rojizos me miran esperando una respuesta pero a su vez se vuelve distante, es una mezcla rara.

—Si, ¿iba a estudiar la misma carrera que nuestras madres?

Olivia asiente mientras con un rápido movimiento y menos brusco se seca una lágrima que bajaba con visible rapidez.

—Estuvo en esta misma competición hace años ¿verdad?

Nuevamente se limita a asentir pero esta vez alza una mano en mi dirección, ¿quiere que le agarre la mano? Ella al ver que no le doy la mano me la agarra ella misma, miro nuestras manos entrelazadas sin poder creérmelo.

—La echaron de la competición.

Mi vista viaja de nuestras manos a sus ojos.

—No me llegarón a decir por qué fue, pero estoy segura de que tenía que ver con la gente que frecuentaba.

Aquella noche inolvidable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora