Monstruos

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Recosté mi cuerpo sobre el césped, viendo el cielo color naranja y rosa sobre nuestras cabezas, estaba a punto de atardecer.

La brisa era fresca en aquel caluroso día de verano donde los mosquitos intentaban picarte a toda costa. Habíamos tenido que llevar repelente para que no nos picaran, aunque no los podía repeler a todos.

—Maldita sea —escuché que masculló mi amiga, Lucy, quien estaba peleando con los mosquitos aunque se había puesto repelente. —Ojalá vuelva el invierno pronto. 

Reí un poco antes de levantarme del suelo y sentarme junto a ella, apoyando las palmas en el césped detrás de mí, cerrando mis ojos y sonriendo a la luz del sol, la cual chocaba contra mi piel. 

—Sí, pero cuando el verano termine, volveremos a las clases —le recordé.

Ella negó con la cabeza, frustrada, mientras mataba un mosquito que se posó en su  brazo, soltó un bufido de molestia antes de tirarlo al suelo y luego tomó su celular para mirar la hora.

—Volvemos a clases y tendremos que esperar las vacaciones de invierno, sí, pero el verano es una mierda —se quejó mientras metía el celular dentro de su pequeña mochila negra, luego cerró la cremallera de un tirón. —Pasas calor, hay insectos molestos, el repelente no sirve, sudas demasiado, tienes que usar ropa corta, no hay ni un lugar con sombra... —continuó, diciendo todo lo que le molestaba antes de que yo soltara una suave risa, y se la contagiara, logrando que ella también se riera.

La charla continuó normal, compartiendo la botella de agua, mirando las redes sociales y comentando sobre las cuentas de las personas que seguíamos, riendo sobre todo hasta que la pelota con la cual estaban jugando nuestros amigos, voló disparada en nuestra dirección, pasando al lado de la cabeza de Lucy.

—¡IMBÉCILES! —les grité con una sonrisa mientras Ben iba rápidamente a buscarla, acompañado de San. Lucy le hizo un gesto obsceno con su mano antes de que se acercara Daniel y Nok, el novio de Lucy. 

Él se puso al lado de ella y se enfocó con su cámara mientras abrazaba a su novia y tomaba la fotografía, haciendo que ambas sonrisas quedaran grabadas.

La había comprado un par de días atrás y decidió llevarla para tomar fotos y vídeos en aquella salida. «Estrenarla», por así decirlo.

—Chicas, descubrimos algo —dijeron Ben y San en el momento en que volvieron, uno de ellos cargaba la pelota. Daniel estaba bebiendo agua y Nok los miraba mientras sostenía a su novia entre sus brazos. Ellos dejaron la pelota en el suelo mientras respiraban agitados por tanto correr. 

—¿Qué cosa? —preguntó la pareja a mi lado con interés, manteniendo sus ojos fijos en los dos chicos frente a nosotros.

—Tienen que venir —respondió San, hizo una seña con su mano en el momento en que había dicho aquellas palabras, indicándonos que debíamos levantarnos si queríamos ver. 

Por esa razón, agarramos nuestras cosas y nos fuimos, les seguimos el paso rápidamente, saliendo del parque, alejándonos una cuadra y llegamos a un edificio abandonado, rodeado de terrenos baldíos.

Era ancho, tenía ventanas con los vidrios rotos, no había puerta en el frente, y se podía ver que tenía cuatro pisos y terraza.

Estaba peor que cualquier edificio abandonado que había visto.

Roto, sin pintar y lleno de graffitis.

—Encontramos una entrada segura.

Todos ellos comenzaron a emocionarse, comentando sobre lo que podrían encontrar dentro.

Ese edificio, un par de años atrás, fue un matadero, lugar donde las vacas eran sacrificadas para la venta, y había cerrado por culpa de un incendio, el cual nadie supo cómo inició.

Relatos de terror y suspenso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora