Como un grito.
La lluvia había cesado pero dejo atrás una fría brisa, la humedad en el aire hizo que mis heridas ardieran aún más.
Observe los alrededores pero no encontré nada más que niebla, tan profunda como una noche tempestuosa y aun así fui capaz de observar las miradas, tantos pensamientos convergiendo sobre mí.
Obtuve el poder a través del sacrificio, aprendí a las malas que todo en esta vida tiene un costo, ya sea dinero o estatus. Vague por un camino entre mi moral vana y la ética de la razón, siempre intentando discernir porque me sentí tan extraño entre la gente.
Es curioso, después de una gran batalla en la que se supone que moriría, sigo con vida. Tan hilarante como es el destino, ninguna de aquellas muestras de rencor me importaron, pero...
Al observar su mirada, lastimada como mi corazón, supe que tenía que ser sincero.
Tantos años de autocontrol, tanta soledad y dedicación, el poder que obtuve a través del esfuerzo más duro, siempre sin dirección ni anhelo, hoy por fin, no, jamás debí pero mi corazón se abrió.
—Oye Rin...
Ella me miró de nuevo antes de bajar la mirada, nuestro entorno jamás fue el mejor, nos conocimos en medio de una batalla hace tres años. Primero éramos enemigos, ahora amantes.
Yo quería el poder, no como un fin si no como un medio, de verdad estaba dispuesto a estar sobre los demás. Por supuesto, estaba equivocado.
—Lo siento.
Ignorando los murmullos entre los supervivientes, observe los ojos amarillos de Rin, incluso en medio de este día de muerte puedo ver su más hermoso rasgo. Se suele decir que los ojos son una ventana al alma, en los suyos, vi divinidad, algo que está más allá de la imperfección del ser humano.
—¿Len? —musito ella.
A sabiendas de que lo que hare es un error, continúe. Dar el primer paso es importante, la vida te lo enseña antes de perder el miedo al fracaso.
—Te, te mentí, jamás fui la persona que tú conociste, nunca fui alguien invencible. Vivir una vida de acuerdo a lo que aquellos que estaban a mi alrededor, fue por mucho tiempo mi camino. Nunca supe de amabilidad si no hasta que crecí y maduré, pero entonces...
No pude sostener mi voz, aceptar que todo mi camino se basó en la debilidad de un hombre que jamás se sintió completo es una vergüenza, no por mis sentimientos, más bien por mis errores. Tantos cometidos por mera impulsividad, muchos por ingenuidad e inocencia.
Crímenes que cometí incluso después de comprender lo que es la maldad. Tantas perspectivas que ignore, tantos sentimientos e individuos que aplaste.
—Para entonces ya era muy tarde, tan tarde. Herí a tantos como me lastimaron y a veces, también inocentes, personas que no me debían nada. Ver a los demás como números, competencia o herramientas fue mi peor y mejor error.
En ese momento, tuve que sentarme, la niebla se espeso dejando a nuestro al rededor hilos de sangre seca. El olor a metal por fin llegó a mi nariz.
—Oye Rin, sabes, intento ser fuerte para pelear y proteger a quienes me importan. Te amo tanto que no sé qué podría hacer si algún día te pierdo, lo sé, sé que nunca fuiste un error para mí...
Pequeñas lágrimas caen por mis ojos.
Hilos delgados que amenazan por convertirse en ríos acaudalados.
Oye, porque ahora me siento así...
Tan devastado.
Mi cabeza punza, los ojos me arden, el corazón me duele.
¿Cuántos años?
—¿Cuántos años más? —se escapó de mis labios.
Recuerdo por segundos la vida que he llevado.
Observó como es poco más que un flash, después de tantos años, todo lo que me resta es un orgullo roto y el amor que siento por Rin,
—Creí que debería haber muerto hace mucho, tanto tiempo atrás en mi adolescencia cuando todo lo que deseaba era dormir profundamente por una vida. Una larga e imperturbable vida. Oye Rin...
Ya no puedo sostener mi voz, mi vista se empaña.
—¿Cuánto tiempo más? —suelto al aire como un grito —¿Cuánto más debo vivir así?
De nuevo, siento todo desbordarse pero en un último arrebato de racionalidad, contento el grito en mi garganta.
—Lo siento —bajo la mirada, incapaz de verla a los ojos —, si deseas irte como los demás, lo entenderé, al final del día eres diferente a mí, tú eres mejor, mejor de lo que jamás podre ser, vive tu vida, estoy seguro de que podrás encontrar tu camino.
Levanto la vista estirando los labios con falsedad.
Ninguna mujer desea estar al lado de un hombre débil.
Alguien que es incapaz de controlarse jamás será capaz de proteger a los suyos.
Que cruel verdad.
Que, triste.
Pero así es como es.
Y sin embargo, siento sus cálidos brazos envolver mi cabeza. No es un abrazo impulsivo lleno de caridad, tampoco hay cariño detrás, es algo más.
Que suavidad.
—¡Por qué carajos te abandonaría!
Su voz, aunque triste y cansada como la mía, esconde una ira creciente, algo que pocas veces he visto en ella.
—¡¿Por qué me iría, idiota?! Sobrevivimos hasta ahora porque estuvimos juntos, nunca antes, nunca había visto lo injusta que es la vida hasta que te conocí. Nunca imaginé que lejos de la tranquilidad, existía una crueldad inhumana capaz de despojarte de todo.
Sus lágrimas eran profundas, tan pesadas como las gotas de lluvia que trae un huracán.
—Se que no eres tan fuerte como aparentas, sé que tienes pesadillas y miedos sobre el futuro, sé que te pesa cada decisión difícil que has tomado.
Su voz paso de la ira a un tono triste.
—Se que no la has tenido fácil, sé que estas cansado de tanta muerte, tanto dolor. No tienes que ocultarte, no conmigo por favor...
Pierde fuerzas en las piernas y cae sobre mi regazo.
—Ambos tenemos heridas, no eres el único que mintió...
Ella toma aire para poder hablar, está vez lo hace con calidez.
—Yo era una reportera, pero nunca tuve un trabajo así que todo lo que hacía era buscar una oportunidad, creí que cuando te conocí, había encontrado una historia digna de ser contada pero...
Sus lágrimas caen sobre el suelo, tiembla estremeciéndose.
—Lo siento, lo siento mucho.
Aunque ya sabía eso, escucharlo me dolió pero eso no cambia lo que siento por ella.
La abrazo apenas pudiendo distinguir sus ojos.
—Se que no te gusta hablar de ti, Len —sus manos acarician mis mejillas —, no sé qué has pasado realmente, ni en tu niñez ni en tu adolescencia pero, no importa, no importa cuántos años pasen, quiero estar a tu lado, lejos de todo esto, lejos del dolor de este mundo.
Juntamos nuestras frentes, las lágrimas reclaman nuestros ojos antes de, por fin, desmoronarnos en medio de un mar de muerte.
Lloramos, gritamos, le reclamamos al mundo lo que nos forzó a hacer con un grito de ira, dolor, miedo y rencor.
Pero como lo improbable que resulta siempre, también, también sentimos esperanza y quizá como una señal divina, las nubes se partieron dejándonos ver bajo un rayo de luz, el cielo azul.
Abrazados y temblando, lloramos juntos por una vida que aunque no fue la mejor, en definitiva es todo lo que nos queda.
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Mensaje a los cielos
ФанфикSinopsis. Entre los miles de universos, todo lo que dos estrellas desean es estar juntas por la eternidad. Cómo conceptos todo cuánto surge de ambos es un mensaje, a veces con sentido, otras no. No hay humano que no haya visto el cielo, no hay mundo...