ESPEJOS

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Espejos.

¿Cómo narrar una vida?

Es complicado y sobre todo cuando está atada a poco más que un sin fin de sin sentidos.

¿Es porque nunca fui normal? Puede ser.

Son pocos quienes pueden recordar todo en su vida, incluso el nacimiento. Siempre fui consiente de que me separaron de alguien importante, una persona que en su interior tiene algo que me pertenece.

Llámalo avaricia si es tu caso.

Desde que fui abandonado en ese orfanato estuve trabajando, lo hice sin descanso, hasta que el cuerpo ya no pudo más. Me volví fuerte y por fin pude defenderme de los malos, personas sin escrúpulos que habrían de aprovecharse de cualquier niño sin mucho conocimiento sobre el mundo.

Si, mate a tantos y lo disfruté hasta que mi ser se dio cuenta de que el sufrimiento junto a la agonía no me satisfacían, por lo menos, no de forma duradera. Cuándo me di cuenta de lo evidente, ya había creado un camino carmesí hasta un trono que nadie podía ver ni alabar.

Es la ironía de quienes nacen conscientes.

Tome un papel público simple, un niño sin familia ni amigos que se gana la vida trabajando por un pago miserable en una capital, nada impresionante.

En contraparte, trabajo moviendo mercancía de todo tipo en las sombras, mi nombre es desconocido para todos quienes trabajan para mí, no sería un exageración decir que todo el bajo mundo de este país me pertenece.

¿Cómo lo hice? Matando a quienes se me opusieron.

Si, una doble vida.

Nací siendo diferente; Una memoria perfecta, una reserva mágica sin precedentes, un conocimiento único heredado de mi anterior vida y por consecuente las habilidades necesarias para ejecutar mi voluntad sobre el mundo.

Tanto poder, tanto potencial, y mírame ahora observando desde la ventana de un balcón a una joven doncella. Rubia de piel tersa, una figura tierna para su edad pero con un encanto único que adorna su elegancia.

Idéntica a mí en facciones pero tan hermosa como un ángel.

—Entonces; ¿Que querías contarme? —pregunto confiado.

—Yo, me han comprometido.

—¿Es así?

—Si.

Bajo su mirada con las mejillas infladas.

Ya estaba consiente de aquello pero teníamos un acuerdo, incluso si el mundo o su familia deseaba arrebatarla de mis brazos, jamás nos dejaríamos.

Me la robaron una vez, cuando era pequeño y no conocía lo que significaba, ahora es diferente porque soy fuerte. Nadie está sobre mi así que si lo deseó la tomaré para mí como siempre debió ser. Si para eso necesito quitar a todos del camino, entonces así lo haré.

—No te preocupes, simplemente vámonos, ya te lo dije una vez; el mundo es demasiado grande y el tiempo demasiado corto. Si así me lo pides, puedo destruir este mundo para crear uno nuevo desde las cenizas, solo para ti.

Extiendo una sonrisa, salto al balcón interior para cruzar el umbral de las cortinas. Me acerco a ella disfrutando cada pliegue de su cuerpo remarcado por el camisón, una vez frente a ella, la tomo de las mejillas e inclinó si rostro con el mío.

—Mi princesa, mi amor. Tal vez fue la arrogancia de ellos lo que nos separó al nacer pero la vida nos unió una vez más, de esas peculiares situaciones, nació lo que decidió mis sentimientos hacia ti.

Con un suave beso en la frente ella me mira deseando algo más.

—Somos gemelos, mellizos que hoy se aman. No te pondré una condición pero te ofrezco soluciones; ven conmigo y unámonos para siempre; obedece a tu familia y cásate. Sea lo que elijas partiré un día a conquistar el mundo, lo que elijas lo respetaré.

Sus ojos hermosos derraman lágrimas.

—Len... —susurra ella.

—Rin... —respondo yo.

Algo en ella se enciende, aprieta los labios creando una línea recta y lanza su cuerpo hacia mí. Nos hundimos en un beso hasta alcanzar el balcón.

Bajo la luz de la luna, ella me abraza desesperadamente, es una afirmación.

La levanto en mis brazos y entiendo mis alas, las alas de energía que me separaron de la humanidad al nacer, hoy fungen como un espejo cristalino que me recuerda lo mucho que me parezco al resto.

—Te amo —susurra ella en mi oído y ambos volamos.

Al final del día, somos todo lo que tenemos.

Mensaje a los cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora