Las velas.
El mar sopla, los barcos chocan y la sangre pinta las olas.
Es sorprendente que incluso bajo está tormenta, la sangre fluya en hilos. Tres flotas; la Tría Entente, los bandera negra y ultra mar. Enemigos jurados que hoy luchan juntos contra los muertos del ayer.
Más de diez mil embarcaciones contra una infinidad interminable de barcos muertos. En medio de la nada, en tempestad, el dorado va a la cabeza.
Tantas almas perdidas, todas escapando del Inframundo. Tendré que pintar el hermoso mar con su sangre, los llevaré a dónde ni siquiera la muerte logro, la nada absoluta.
Mi mandoble suena al cortar el viento, uno que sopla con fuerza y hace volar barriles, las astillas se clavan como balas en la carne de nuestros camaradas. Los forasteros de aguas profundas nos atacan con una fuerza que pone en vergüenza a los más grandes ejércitos en tierra firme.
Se dice que una maldición cayó sobre los mares en la era de los dioses.
Para nuestra suerte, nos han bendecido al prohibir la existencia de estos maldecidos en nuestras costas. A través de la multitud, dónde muchos mueren por hierro cortante, observo la cabellera rubia de una marinera. Hace mucho que no la veía danzar con pasos de muerte, tan ligera como un hada pero mortal como un dragón.
Ah, aquí estoy de nuevo.
Parto a un hombre por la mitad, me deslizó entre los enemigos no muertos, corto sus cabezas hasta acercarme a ella. Estoy hipnotizado. Sonrió de oreja a oreja recordando aquella noche de fiesta en el puerto de Orths, bebimos tanto, levantamos nuestras cervezas al cielo más de una vez brindando por una vida en el mar.
Hay muchos recuerdos que se entremezclan.
Todas esas tardes de copas, los viajes en mar abierto yendo de isla en isla, de costa a costa.
Quiero brindar de nuevo con ella.
Quiero brindar por nuestra libertad.
Ah, aquí estoy de nuevo.
Quiero bailar como ella me enseñó.
Una danza tranquila en medio de la nada bajo la luz de la luna. Queda poco de lo que Rin fue una vez, una chica de clase baja que me tope en los años más humildes de mi vida, cuando era un limpia trapos de un cualquiera en la embarcación de Arlon el grande; un conquistador.
Días más simples, todo aquello fue antes de la gran unificación, antes de que declaramos el mar como nuestro.
-¡Sigan al rey!
Los corsarios de Tría Entente me siguen desde atrás. Antes cuando no era nadie, ni siquiera me habría llegado a imaginar en lo que me convertiría.
-¡Rey de los piratas! -me grita un maldecido, una aberración de las profundidades.
Le cortó la cabeza de un tajo y la aplastó bajo mis botas. Rin se da la vuelta, sus ojos brillan entre la bruma pero sus labios yacen apretados, después me sonríe sabiendo que nuestro trabajo no ha terminado.
Cómo rey y reina, tomamos la delantera echando de nuestro barco a los forasteros.
-¡Disparen cañones, preparen arpones!
El primero es disparado creando un pasaje al barco enemigo, desde la lejanía en la oscuridad del camarote podrido, dos ojos nos observan.
-¡¿Vendrás conmigo?! -pregunto fuerte sobre el ruido del mar.
-¡Siempre!
Tomamos nuestras manos, la atraigo y salto junto a ella, nos deslizamos como una tirolesa hasta los enemigos, juntos como siempre, pelearemos contra los últimos vestigios de la era de los dioses.
Incluso si eso jamás se sabrá, ni será recordado.
Saben, hace mucho desee una vida tranquila, quizá en algún muelle junto a la costa pero hoy, tanto tiempo después creo que estoy bien con esto. Reyes de un mar indomable, y con ella a mi lado, jamás perderé porque al final del día, somos uno fluyendo bajo la vela de nuestro barco.
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Mensaje a los cielos
FanfictionSinopsis. Entre los miles de universos, todo lo que dos estrellas desean es estar juntas por la eternidad. Cómo conceptos todo cuánto surge de ambos es un mensaje, a veces con sentido, otras no. No hay humano que no haya visto el cielo, no hay mundo...