Hasta pronto

45 5 0
                                    

Subí al auto, las luces apuntaban en dirección a Fabrizio, podia ver en sus ojos la tristeza. Él era un hombre fuerte, iba a tolerar cualquier golpe.
Ahora no es momento de estar juntos, aunque muera de ganas de correr y besarle, lo mejor es que afronte esto sola.

Aprendí del mejor...

Puse en marcha atrás, emprendí viaje a un lugar donde sabría que no me buscarían, obviamente el plan se adelanto, por la rápida respuesta de Lucas. Insistió demasiado en verme, sabia que no iba a ir solo, pero yo no estaba sola...
Sabia que los aretes que llevaba puesto tenian un rastreador, Benjamin no es muy buen mentiroso.
Sabia que Denaro iba a venir por mi si perdían mi rastro. Si bien he estado todo este tiempo entrenandome para enfrentar a Lucas, con dos guardaespaldas no era la opción, la presencia de Fabrizio ayudo bastante.

El polvo blanco que eche en la bebida de mi acosador, era un pastilla triturada capaz de dormir un caballo, tuve mucha precaucion en colocarlo, claro que lo quería muerto pero no ahora.

Conduje por la carretera hasta llegar a la casa club de Dom y Fabrizio, el dia estaba horrible y lluvioso.

¿Por que no me buscarían ahí?

Sencillo, Dom se encargo de convencer a mi amante hace 15 minutos de que no era seguro quedarse en Palermo, que debían ir nuevamente a Roma, y este accedió, por lo cual no había nadie alrededor...

Sé que con mis actos puedo confundirlo, pero es que el ya ha hecho tantas cosas por mi, me siento algo culpable por el hecho de no poder defenderme a mi misma durante estos 2 meses.

Llegamos a la casa, baje a rastras a mi querido amigo, gracias al entrenamiento de Bianca había aprendido a levantar peso muerto.
Ingrese y lo recosté en una cama en uno de los cuartos.
Me recosté junto a él pero no sin antes poner debajo de mi almohada un cuchillo y una pistola. Iba a esperar pacientemente que se despertara.
Me quede observándolo.

¿Como alguien que alguna vez quise tanto podía hacerme tanto daño?

No pude contener las lagrimas, la imagen de la última vez en su cuarto recorría mi cabeza. Sus manos en mi cuello, sus ojos de odio y cada golpe que me daba sin remordimientos.

Pude sentir cuando él estaba despertando.
No pude evitar la sonrisa macabra que surgió de mi cuando él se giro al verme.

-Buenos dias cielo- dije con dulzura.

-Maldita perra- intento golpearme pero sus manos estaban aun esposadas al cabezal de la cama.

-Oh lo siento cariño. ¿No estas cómodo?- dije subiéndome ahorcajadas sobre el mientras en mi cara fingía pena.

-¿Que haces?- la mirada de confusión y miedo era notable en él.

-¿Acaso no me extrañabas?- dije movimiendome lentamente sobre su pelvis.

-Pe..ro... me drogaste- dijo mientras temblaba, el temor seguía en sus ojos.

No me detuve en mis movimientos, podía sentir que su pene estaba creciendo debajo de mi.
A decir verdad me sorprende que esto lo estuviera excitando.

Su semblante cambio a uno de placer y cerro sus ojos.

-Cariño, debes aprender algo, necesitábamos tiempo a solas, tu tenias a tus guardaespaldas y yo tenia a mi hombre detrás, de alguna forma había que escapar- dije acercando mi rostro al de él y pasando mi lengua por toda su cara.

Unos pequeños jadeos salían de su boca, realmente lo estaba disfrutando.
Comencé a desvestirlo hasta que quedo completamente desnudo y a mi merced.

Bajo su mirada atenta me deshice de mi lencería, sus pupilas se dilataron.
Me acerque de manera sensual nuevamente y volví a estar sobre él.
Podía sentir su pene erecto latiendo debajo de mi. Podía al menos disfrutar antes de que lo mate.

Cuando estamos en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora