Capítulo 31

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Dentro de ese pequeño y desgastado departamento brillaba la tenue luz amarilla de una pequeña bombilla. Terriblemente simple y algo aburrido, el espacio parecía a penas suficiente para albergar lo esencial; las paredes estaban pintadas de un descolorido color amarillo, adornadas con un par de fotos familiares y pinturas algo curiosas que llamaron su atención por un segundo. El suelo crujiendo bajo sus pies a cada paso, bocinas y el rugido de los autos murmurando en el exterior. Era tan lamentable.

Tsukishima frunció el ceño, era tenue, pero aquí también olía a pintura, a decadencia, a clase baja. Un viejo sofá de dos plazas, algo roído y cuyos cojines parecían hundidos ocupaba la mayor parte de lo que parecía ser una sala de estar. Una mesa simple de madera como mesa de centro, otra un poco más grande sostenía un extraño y grueso televisor, y junto a este un estante pequeño con un par de fotografías, libros viejos y pinceles olvidados.

La cocina estaba a la izquierda, notó una estufa con dos hornillas, un refrigerador pequeño que temblaba y crujía de vez en cuando y un lavabo que goteaba con insistencia, también que lo que parecían ser estantes en la pared apenas albergaban unos cuantos objetos básicos y que probablemente solo la sala de estar de su departamento era más grande que esto.

— ¿Así que...aquí es...donde vives? ¿Este...? — apretó los labios y se encogió con incomodidad, miraba alrededor, pero aún no había encontrado un solo detalle de este lugar que le pareciera medianamente decente ¿De verdad había personas que podían vivir así? ¿En un espacio tan pequeño? ¿No sé sofocaban?

— Eres la primera persona a la que invito desde que me mudé — se acercó al sofá y acomodó los cojines, limpiándolos con entusiasmo, lo invitaba a sentarse con unas palmaditas — ¿Quieres sentarte primero o quieres mirar al rededor mientras me preparo?

¿Quería que mirara al rededor? ¿Se daba cuenta de que podía verlo todo desde aquí? Incluso su dormitorio a través de la puerta abierta. Parecía igual de pequeño que esta sala. Normalmente no tendría curiosidad de un lugar como este, pero no sabía que tan buena idea sería sentarse porque su ropa era muy costosa. Así que se asomó por un momento a ese íntimo espacio mientras ese chico inconsciente corría hacia la cocina.

Había una cama pequeña, limpias sábanas blancas, una mesa de noche con una lámpara, un reloj y artículos personales, cortinas delgadas una ventana amplia frente a la que descansaba un viejo caballete. El aroma a pintura era más fuerte en este lugar, un ropero y un estante sencillo que guardaba botes, tubos de pintura, espátulas y pinceles de diferentes tamaños se encontraba en el fondo. Era muy simple, pero extrañamente ordenado y la verdad era que parecía muy limpio, pero todavía no podía creer que una persona pudiera vivir en un espacio tan pequeño.

— Está listo, ya puedes sentarte.

Volteó ¿Que estaba listo exactamente? — ¿Pastel? — murmuró, sobre ese intento de mesa de centro había un pastel, bastante bonito, aunque desentonaba con todo aquí, pero ¿Por qué?

— Es el más popular de la tienda, hice fila durante una hora para conseguirlo — declaró el, el pecho y la barbilla en alto, tan lleno de orgullo — Te va a encantar ¿Quieres partirlo primero?

— ¿Yo?

Aquel chico asintió con energía y lo llamó con un movimiento de su mano, ya había un cuchillo listo para cumplir su propósito, sin embargo Tsukishima lo sintió imposible aunque de alguna manera sus pies lo habían llevado hasta ahí ¿Cuánto había pasado desde que comió algo como eso...algo tan lleno de calorías?

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