Capítulo 5

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>3< Actualización >3< 

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Sollozos amortiguados, similar a un suave canto melancólico, emergían como un murmullo apagado de aquella habitación, como la manifestación de la soledad misma; como la ausencia y la tristeza

Tan conocido después de un tiempo, tan familiar, sin embargo Kuroo no era el tipo de persona que podría llegar a acostumbrarse a algo como esto, a mirar esa puerta en silencio sin sentir como su corazón se apretaba, como el peso de sus acciones había provocado tal dolor a una persona inocente. Esto era su culpa y no podía hacer más que permanecer impotente. Estaba siendo tan tonto, sintiéndose inútil y un cobarde. 

No sabía cómo manejar esto, Kei era alguien diferente a él, no eran personas que debieron haberse conocido, especialmente en la manera en lo que lo habían hecho. Siempre lo supo, desde el momento en el que escuchó su nombre, cuando fue capaz de verlo por primera vez, pero eso no lo había detenido ¿Verdad? Y una sonrisa amarga y culpable adornó el rostro de Kuroo.

No quería dejarlo así, no sentía que pudiera. Este joven muchacho era su familia ahora, Kuroo era responsable de él, de procurar su bienestar y del de la criatura que estaba esperando. Tenía que hacer esto, sabía que tenía que, no porque se tratara de su deber o estuviera obligado a hacerlo, sino porque de verdad lo deseaba, porque nacía de su corazón.

— ¿Kei? — empujó la puerta entreabierta e irrumpió en la habitación toda su resolución, la espalda del chico recostado en la cama se tensó al sonido de su voz — Estoy de vuelta ¿Cómo te sientes?

Kei no volteó de un mediato, Kuroo no supo que hacer, se agitaban los hombros del joven rubio bajo sus discretos movimientos, probablemente limpiándose las lágrimas y se levantó lentamente hasta quedar sentado. Su vientre era un poco más notorio ahora, como una pequeña y adorable curva prominente que él se esforzaba por ocultar bajo su ropa — Bienvenido — él lo miró sobre sus pestañas aún cubiertas de lágrimas, parecía que había hecho todo lo que pudo, sin embargo aún podía ver lo hinchados que esos bonitos ojos dorados parecían — Me dolía la cabeza, pensé que podría ayudar si dormía un poco.

— Claro — respondió Kuroo con una ligera sonrisa nerviosa que el rubio devolvió con timidez. No habían pasado más de dos meses de todo esto, pero aún se sentía como el primer día. Tan tenso y extraño, y de verdad no sabía cómo hacer esto — Hoy...hoy te ves muy bien ¿Sabes? Más lindo.

Kei le regaló una sonrisa triste, era tan duro verlo así. Le preocupaba su salud y la del bebé, su estado de ánimo era muy importante para su desarrollo — Volví a subir de peso...es cada vez más grande y...

— Creo que es muy bonito.

— Todos van a pensar que es feo — los ojos del rubio se llenaron de lágrimas. No, por favor, no otra vez, no sabía qué hacer cuando él se sentía así, no siquiera tenía idea de lo que tenía que decirle — En la escuela dijeron cosas...y cuando me veían ellos...

— No, Kei...— Kuroo se sentó sobre el borde de la cama y sostuvo el delicado cuerpo del rubio entre sus brazos, le dolía el corazón. Esto no estaba bien, no era lo que tenía que suceder, pero los dos estaban aquí — ¿Tú te sientes de esa manera también? ¿Crees que es algo feo?

— No me gusta, lo siento...— él le enterró la cabeza contra el pecho, se aferraba y temblaba, y Kuroo lo abrazó. Tratando de entenderlo, tratando de ser paciente — No quiero que me van así ¿Qué voy a hacer? No quiero que siga creciendo...se siente raro, soy horrible...como una pelota, no me gusta, no me gusta, no me gusta...quiero ir a casa, quiero volver...quiero volver ¿Por qué me está pasando esto? Quiero que termine, no puedo hacerlo...no quiero.

Quédate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora