Capítulo 22. ¡Ddddesgrrraciado!

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Patricia.

La noche había llegado al apartamento de Patricia. La oscuridad que reinaba no era por qué ella asit lo quisiera, si no por qué no había pagado la cuenta de la luz.

Estaba enojada consigo misma por no poder reponerse de ese divorcio. Mauricio siempre había tenido todas las de ganar, no quiso que siguiera estudiando, la convenció de dejar la escuela, le prometió la vida de princesa que siempre quiso. Pero cua do dejó de ser interesante, cuando dejó de ser la mujer fuerte e independiente que Mauricio conoció, él la botó. Así, como si no fuera nada para él.

El acuerdo prenuncial la dejó sin poder pedir un solo peso para ella, la dejó en la ruina total.

De su vida anterior solamente quedaban las prendas de ropa que pudo sacar, las joyas que le había dejado su mamá, y el apartamento que su papá le había heredado.

De ahí en más, su vida parecía ser un completo y total desastre.

Creyó que entrar a Ecomoda sería la mejor de sus cartas, que Marcela la ayudaría a sobrevivir, Pero al parecer, ya no solo sobrevivía su nuevo estado de pobreza, también padecía la violación que Mario y Armando habían perpetuado en su contra.

Ya habían pasado casi tres meses de ello y todos los días en la oficina se hacía cada vez más difícil sobrellevarlos.

Muchas cosas habían cambiado, ella ya no hablaba tanto como antes, ya no vestía esos trajes ceñidos que tanto amaba, ahora, vestía con atuendos cada vez más tapados, más holgados. Quería ser invisible para todos los hombres.

De pronto, sintió como la bilis le subía por la garganta. Eso le pasaba a menudo, vomitaba al recordar como aquello sucedió. Y así pasó, fue al baño y vacío todo lo que tenía en su estómago.

De pronto, algo iluminó si mente. Un pensamiento siniestro subió a su mente y sintió como el miedo recorrió su espina dorsal.

Ahí estaba frente a ella el paquete de toallas femeninas sin abrir. El que había comprado hacía ya más de tres meses.

Sintió como todo su mundo estaba por hacerse trizas.

**********

Esa tarde no había comido nada. Más bien, no había podido pasar bocado, parte nervios y parte su recurrente y reciente estado de asco por todo.

Se metió al baño y de su bolso, sacó la prueba de embarazo. Orinó en ella, esperó los cinco minutos para ver el resultado.

Caminó de un lado al otro, esperando y esperando mientas que el tiempo pasaba. Internamente rezaba por qué solo fueran sus nervios, que solo fuera el producto de su imaginación.

Lo quería con todas sus fuerzas.

Pero a veces, la vida no es nada justa y siempre te dará en dónde más te duele.

POSITIVO.
8-9 semanas.

Ver ese resultado en la prueba de embarazo hizo que sus pies flaquear un poco. Sintió como si toda la sangre de su cuerpo la abandonará en ese mismo momento.

Sabía quien era el padre, sabía que debía de pagar lo que hizo. Así que se armó de valor y con prueba en mano, se dirigió a su oficina.

No tocó. Abrió la puerta así, sin más.

Mario estaba sentado, jugando con sus pelotas anti estrés .

- Qué quieres Paty, ¿Más de lo que te dí esa noche?- la voz de Mario estaba cargada con lujuria y maldad.

- Quiero que me responda por el niño que vamos a tener, desgraciado. - contestó Patricia, haciendo que Mario se levantará de su silla y la viera casi como si ella fuera la medusa. - Usted, imbécil, me embarazó, y ahora voy a tener un niño, uno que no puedo mantener.

- Aborte. - dijo Mario. - Más te vale que lo hagas por las buenas Patricia, por qué si no aquí habría dos crímenes, esa cosa bastarda que trae en la barriga y usted. - la amenaza fue clara y directa. - No haga que pase lo segundo. Ahora salgase de aquí y no puede entrar hasta que esté seguro que ya no lleva a ese bastardo con usted.

Las lágrimas picaban en los ojos de Patricia. Se sintió más allá de lo humillada, parecía que la vida le jugaba una broma absurda.

Así que salió, con la vida echa trizas, el corazón latiendole y con ganas de morir de una vez.

La venganza de Beatriz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora