Capitulo 20. El diablo es puerco.

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Betty.

— ¡Nicolás!

— ¿Qué hace ahí Betty?— dice él mientras abro la puerta del coche.— ¿Qué no ve que está en la calle y su papá la puede ver? ¿Le quiere dar otra preocupación?

Nicolás está bastante molesto y no lo culpo, estaba prácticamente follando a  uno de mis jefes en la calle. ¡Que vergüenza!

— Ya Nico, no hice nada malo. Pero si me sigue hablando así, mi papá sí que se va a dar cuenta.

En algún momento, veo a Daniel bajarse del coche y caminar hacia donde estoy. Me jala hacia su pecho y ésta cara, es completamente diferente de todas las que he visto de él, está enojado y su postura ha cambiado a una protectora.

— No le hable así a Betty, no estábamos haciendo nada malo.— le dice. — Además, yo puedo besar a mi novia cuántas veces quiera.

¿Qué? ¿Su novia?

Lo volteo a ver como si tres cabezas le hubiesen crecido de la nada, mientras que Nicolás solo me ve a mi, esperando a que yo haga o diga lo contrario.

— ¿Este señor es tu novio, Betty? — la voz de Nicolás está llena de asombro y algo de dolor. Él es mi mejor amigo, es como mi hermano. Nos contamos todo desde siempre, incluso llegué a hablar con él del pequeño enamoramiento que le tuve.

— Daniel Valencia, mucho gusto. — dice Daniel extendiendo la mano a Nicolás.

Y ahora es el turno de Nico para que vea a Daniel con tres cabezas.

— Mucho gusto, Doctor.— Nico le toma la mano y puede ver la tensión correr entre ambos, pero sobre todo, veo como los dos se aprietan las manos muy fuerte, tanto que ambas están blancas del esfuerzo.

Por un momento dudo si se soltarán, si acaso cuando lo hagan, ambos tendrán las manos servibles. Y cuando lo hacen, cuando por fin se sueltan, solo Nico demuestra algo de dolor.

¿Cavernícolas? sí.
¿Idiotas?, también.
¿Ver a Daniel Valencia defenderme, ponerse protector y marcar su territorio con Nicolás me pone cachonda? Más de lo que debería admitir. Mucho, mucho más.

Pero entonces pasa algo que nadie esperaba. Mi papá habla.

— Beatriz Pinzón Solano, ¿Como que el doctor Daniel Valencia es su novio? — Los tres volteamos ante el sonido molesto en la voz de mi papá. Pero creo que soy yo la única que se pone nerviosa, por qué Daniel me pone una mano en la espalda, previniendo que me vaya para atrás. — ¿Entonces usted va a trabajar o hacerse novia de los accionistas?

— Papá, yo...— Logro responder.

Mal, este escenario es el peor. ¿Cómo le voy a explicar que Daniel no es mi novio, pero que lo deseo? ¿Cómo justificar que me traiga a  casa sin contarle lo que planeo hacer en Ecomoda? Y lo que es peor, ¿Cómo decirle que sé por qué salió de Ecomoda?

— Yo puedo responderle, Don Hermes.  Claro, si usted me deja.— contesta Daniel.

Ahora sí que le han salido cuatro cabezas.

— Pase a la casa a ver. — dice papá abriendo la puerta. — Y usted también, Nicolás.

Y es así como de pronto tengo a mi disque novio sentado a mi lado en la sala de mi casa, a mi disque hermano junto a mi padre, sentados frente a nosotros y a mi madre, sirviendo café para todos. 

— Bueno, Doctor Valencia, ya que usted está dispuesto a explicar todo esto, dígame ¿Cómo es eso de que usted es novio de Betty? — lanza mi papá después de haber bebido a su café.

— Pues, debo decirte Don Hermes, que oficialmente, su hija aún no es mi novia. Aún no había aceptado mi propuesta. No pude preguntar, nos interrumpieron. — dice Daniel.

Nicolás solo gira los ojos hacia arriba, pero no dice nada de como nos encontró. Y en este momento lo agradezco mucho.

— Entonces, Betty.— Dice viéndome fijamente.— ¿El doctor Valencia es o no tú novio?

Y la pregunta está en el aire por dos segundos. — Sí papá, es mi novio.

La sorpresa en el rostro de papá, el enojo en la cara de Nicolás y la sonrisa en la cara de mi madre, dicen mucho. Pero es cuando volteo a ver a Daniel, es cuando la realidad pega fuerte. El hombre parece aliviado de que haya dicho que sí. Casi como si lo deseara.

— Entonces, ¿como surgió todo esto? — Pregunta papá.

— La conocí el día que fué a la entrevista. — dice Daniel ates de que yo pueda inventar algo. — me pegó con la puerta de la entrada. Y ella se quedó ahí hasta que Marcela, mi hermana llegó. Debo decir que ella me cautivó. Betty arriesgó su futuro por quedarse y asegurarse de que yo estuve bien.

>> Creo que fue ahí cuando me enamoré de ella. También cuando se puso al tú por tú conmigo o, como es que es más inteligente que yo....

Su relato continúa y mi cara de incredulidad puede que sea la peor que he tenido en tanto tiempo. Nadie se había expresado así de mi. Nadie me había dado toda su atención así, y menos había venido a hablar con mi papá para hacer algo formal.

Y mentiría si todo esto no me hace sentir enormemente especial.

Tal vez es en este momento, que entiendo un poco más a Mireya.

— ¿Y, tú Betty? ¿Estás enamorada del Doctor Valencia?— pregunta mi papá en tono más serio.

— Yo... — trató de que salga algo coherente mientras le sostengo la mirada a mi papá, pero no sale nada. Es cuando la mano de Daniel se pisa en la mía, que lo volteo a ver. Su mirada está llena de una súplica, esperanza, y algo más que espero no sea una mentira cruel a mi corazón.— Sí papá. Yo estoy enamorada de él.

Mi papá nos ve de cerca. Sabiendo que algo parece inventado, pero también real. Lo sé, por qué es lo mismo que me pasa a mi.

— Don Hermes, sé de su situación en Ecomoda, pero como sabe, yo no quedé como presidente. — dice Daniel. — perdone que meta negocios en todo esto, pero quiero hacerle una propuesta.

— Creo que eso lo tendremos que hablar en privado, doctor. — dice mi papá, creyendo o pensando que yo no sé nada. — No me gustaría manchar con negocios el día que recibo al primer novio de Betty en la casa.

— Yo también doy mi permiso, Betty es como mi hermana, y su papá es como mi padre.— Dice Nico. — yo siempre los voy a cuidar, y si Betty llora, usted llorará también.

Veo a Daniel sostenerle la mirada a Nico, pero ya no en un tono amenazador, solo uno en el que lo ve como mi hermano.

— Si es de negocios, yo voy a estar presente, soy economista, como Betty y asesoraré a Don Hermes para que haga bien sus cosas.

Veo los ojos de Daniel brillar con un nuevo aire, uno en dónde sé que ha encontrado oro, un lugar donde ambos vamos a poder cumplir nuestra venganza.

La venganza de Beatriz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora