Capítulo 26. ¡Tan divino!

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Betty.

Los meses están pasando. Don Armando cada vez ha cavado más su tumba. Las colecciones han sido un fracaso y las perdidas son definitivamente una constante de las decisiones que ha tomado. Don Mario le ha propuesto comprar telas de mejor calidad... En Panamá.

Todos sabemos que es contrabando, pero a éstas alturas, quien se atreva a darle la contraria a Don Armando,  es hombre muerto.

Yo solo he hecho lo que ellos me dicen, además  que aún que manejo sus cosas , el Doctor Olarte ha estado ayudando en lo financiero. Muy poco he de decir,casi todo lo hago yo.

Más que nada, por qué saben que Olarte es un lambiscón de Daniel, y que en cuanto sepa que las cosas van mal, delatará a Don Armando.

Hay que acelerar la salida de Olarte. Y yo sé exactamente como: Aura María.

🖥️💵👓

Sus besos son mi perdición.

Sus caricias son adictivas.

No sé lo que estoy sintiendo en este momento, hace meses que no pienso con claridad sobre sentimientos. Nunca había estado así con alguien.

— No puedo seguir siendo su novio de puerta.— me dice Daniel mientras besa mi hombro desnudo.

Mi blusa no está desabrochada, pero sí recorrida a un lado, dándole mejor acceso a mi cuello.

Todo este tiempo nos hemos estado besando y conociendo. Hemos estado en un espiral de hormonas, tensión sexual y sentimientos que no entendemos, pero que nos gusta explorar.

Y aún así quiero que me pida a mí, directamente a mi si es que yo quiero ser su novia. Quiero que confiese lo que siente por mi, que no sea solo una faceta o un punto en su itinerario de destrucción de Armando Mendoza.

— Vayamos a dentro. — me dice besando mi oreja. —Pidamos permiso a su papá de llevarla a comer y por favor, quédese conmigo unas horas. La quiero para mí.

Asiento. Frenéticamente debo admitir.

Por qué yo tampoco soporto ésto de estar jugando a novios de calle.

Cuando entramos decididos a qué papá me dé permiso, la escena que tengo frente a mi, es una totalmente inusual.

Mamá y Patricia están de un lado y papá junto con Nicolás están del otro.

— Usted no tiene derecho a cuestionarme, pelele de quinta.— le grita Patricia a Nicolás

— Y usted no tiene por qué pedirle a Doña Julia que le haga comida, hágasela usted, peliteñida atenida. — Nicolás le responde.

— Mire usted dddesgrrraciado... — las palabras mueren en su boca cuando nos ve en la entrada del comedor, dónde todo está llevándose a cabo. — Que bueno que llega Betty, por qué este disque amigo suyo, es un grosero y un patán.

— No es cierto Betty, ésta mujer que se está aprovechando de su mamá, y la tiene cocinando 24/7 para ella y su bebé. — dice Nicolás molesto.— Que mejor le diga al papá de la criatura, que le responda. No que tenga a su mamá aquí , como sirvienta.—dice esto último  viéndome.

Y con eso  Patricia no puede más y las lágrimas corren por su cara. El sollozo de si boca es poco audible, pero yo lo noto. Tanto como para que me hierva la sangre por ella.

Nicolás la ha cagado a lo grande y ni si quiera se ha dado cuenta.

—¡Cállese Nicolás, usted no sabe de lo que habla! — le digo casi gritando, tanto que veo su rostro sorprendido de que le hable así. — Mamá, lleve a Paty a su cuarto, Nicolás y yo tenemos que hablar.

— Vamos,mijita.— dice mamá tomando a Pati por el brazo, mientras que con toda la calma del mundo, la lleva escaleras arriba, no sin antes darle una mirada reprobatoria a Nicolás.

Antes de desaparecer por el pasillo, veo a Paty suplicar con la mirada el no decir nada, no contar su historia. Y la entiendo, por qué yo tampoco quiero contar la mía.

Así que lo mejor que hago, es darle está sonrisa de "descuida, yo te cubro" y asentir con la cabeza.

Una vez que la veo fuera, jalo a Nicolás por el brazo, y lo llevo hasta la sala.

— ¿Usted es imbécil, Nicolás?—le pregunto. — Por que hasta donde yo sabía, usted jamás le  había hablado mal a una mujer, o la había insultando, mucho menos la había hecho sentir mal.

Tarda un poco en dar su respuesta. Sé que está molesto, pero también hay mucho dolor en su mirada.

— Ella no es Mireya. — dice después de un rato. — Ella no va a compensar la hija que perdieron. Esa mujer no es Mireya y tus papás no van a ser abuelos de ese hijo que sabe Dios con quién va a tener.

— Usted no es quien para juzgar a Patricia. No sabe por todo lo que ha pasado, y no debería de ser o suponer un problema para usted. Soy yo la que la metió en ésta casa, es mi amiga también,que no se le olvide. — La molestia que siento en este momento va creciendo poco a poco, jamás había visto a mi mejor amigo ser este tipo de hombre tan... Macho.

— ¿Su amiga? ¡Sí, claro! — una sonrisa sarcástica sale de él.— Una amiga de la que jamás me había dicho nada. Está tipa pija solo quiere esconderse de un patán que la embarazo y así poder sacarle plata Betty, ¡ésta mujer no está sufriendo!— dice enojado.— No es como si la hubieran obligado , ni que la hubiera violado.

Creo que mi cara dice todo por mi. Por qué es en ese mismo momento que él se da cuenta por qué Patricia está en mi casa y por qué la estoy ayudando. En ese momento lo entiende todo.

— Ella... Bueno, ¿también fue Román?— pregunta.

— No, fue alguien más.— le quitó esa preocupación. — Y no es mi historia para contar, así que no le voy a decir más. Mida sus palabras con ella, que Patricia es una sobreviviente. ¿Entendió?

— Sí Betty. — su estado de shock se ve empañado por el grito de mi mamá.

— ¡Bética, mija'! Háblele a una ambulancia, que Patricia se nos desmayó y no quiere despertar.

Pero antes de que pueda hacer algo, útil, Nicolás ya está con ella, cargándola hasta el coche de Daniel, para llevarla al hospital.


La venganza de Beatriz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora