Amor tumbado

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Canción: Amor tumbado- Natanael Cano
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Ivan:

Siempre he sido alguien directo, y hoy no es la excepción. Para ser directo, no me arrepiento. Cosas de la vida, o de la mía, tal vez. Tú fuiste un momento y te agradezco por eso. Pero no eras mía, y lo sabías.

Recuerdo aquella noche en el parque, mientras las luces parpadeaban alrededor nuestro.

-¿Por qué no me respondes cuando te escribo? -le pregunté, sintiendo la desesperación en mi voz.

-Lo siento, es que a veces no sé qué decir -respondió ___, evitando mi mirada.

No fue mucho tiempo, eso lo acepto. Pero creía en lo que sentía. Me acercaba a la ventana, observando cómo la lluvia caía suavemente sobre el vidrio, recordando esos días en los que esperaba sus respuestas.

-Tú me tenías y lo sabías -murmuré para mí mismo, sintiendo la mezcla de nostalgia y dolor.

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Esa noche, en el parque, mientras las luces parpadeaban alrededor nuestro, me dijiste que no necesitabas rosas. Yo no soy aquel que te dio rosas, pero te di mi corazón.

-Es más valiosa la forma en que te trataba -le dije, con la esperanza de que entendiera el peso de mis palabras.

-Es cierto, y lo aprecio -dijo ella, mirando al suelo.

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Recuerdo cómo me moría cada vez que no respondías. El silencio se hacía insoportable, y yo sentía que me ahogaba en la incertidumbre. Pero lo superé. La canción se acaba y tú constante, llenándome de mensajes.

-¿Por qué ahora? -pregunté en voz baja, leyendo uno de sus textos en WhatsApp.

-Te extraño -decía su mensaje, pero ya no resonaba en mi corazón como antes.

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Levanté la vista del teléfono, mirando a la distancia. El amor también se volvió odio, recordé. Lo irónico de la situación no escapaba a mi comprensión. Una vez te tuve en un pedestal, creyendo que eras todo lo que necesitaba. Ahora, con el tiempo y la distancia, entendía que merecía más.

-Decidí seguir adelante -dije en voz alta, como una declaración a mí mismo.

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Cada mensaje suyo, cada intento de reconectar, solo reafirmaba mi decisión. El WhatsApp seguía llenándose, pero ya no me afectaba. Ya no llames, quería decirle, pero me abstuve. Porque aunque el amor se volvió odio, también se convirtió en una lección invaluable.

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Un día, mientras caminaba por el parque, la vi sentada en nuestro banco. Se levantó y vino hacia mí.

-¿Podemos hablar? -preguntó, con un tono suplicante.

-No sé si hay algo más que decir -respondí, tratando de mantener la calma.

-Por favor, solo un momento -insistió, y accedí, aunque con reservas.

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Nos sentamos y ella comenzó a hablar.

-Sé que te hice daño, y lo lamento. No entendía lo que tenía hasta que te perdí -dijo, con lágrimas en los ojos.

-Siempre lo supe. Pero ya es tarde. He seguido adelante -respondí, tratando de ser firme pero sin herirla.

-Por favor, dame una oportunidad -suplicó.

-No puedo. El amor también se volvió odio, y ahora, solo quiero paz -respondí, levantándome.

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La dejé allí, en nuestro banco, con sus lágrimas y su arrepentimiento. Caminé hacia adelante, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Pero sabía que había tomado la decisión correcta.

De pie junto a la ventana, vi cómo la lluvia comenzaba a cesar, dejando un aire fresco y renovado. Me sentí aliviado, como si el peso de todo lo pasado se hubiera lavado con las gotas que caían.

-Gracias por los recuerdos -murmuré, dejando ir el último vestigio de lo que una vez fue.

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Con una sonrisa tranquila, cerré el teléfono y lo dejé sobre la mesa. Estaba listo para seguir adelante, con el corazón libre y el futuro abierto.

ONE SHOTS ~Iván Cornejo~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora