CAPÍTULO 28

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Capítulo 28: El vínculo con la suegra

Cuando Jocasta y Penélope entraron en la elegante tienda de Madame Delacroix, se vieron envueltas en una atmósfera de elegancia y refinamiento. El aroma de las telas recién cortadas y el suave resplandor de las lámparas de araña infundían una sensación de encanto en el espacio.

La propia Madame Delacroix los saludó con una cálida sonrisa, sus ojos brillaban de emoción ante la perspectiva de ayudar a la pelirroja a conseguir un vestido.

—¡Señorita Penélope! —exclamó Madame Delacroix, y su acento francés le dio un toque de encanto a sus palabras—. ¿Y quién es esa bella dama que la acompaña?

—Genevieve, es un placer volver a verla —dijo Penélope con una sonrisa y una voz llena de calidez—. Permítame presentarle a Lady Jocasta Debling, la duquesa viuda de Northumberland y condesa de Beverley... Y... ejem... mi futura suegra.

Jocasta inclinó la cabeza con gracia a modo de saludo, su presencia inspiraba respeto y admiración. —Es un placer conocerla, señora. He oído hablar mucho de sus exquisitos diseños— dijo con un tono de voz lleno de elegancia.

Genevieve devolvió el saludo con una sonrisa amable y una reverencia a la duquesa viuda, con los ojos brillantes de curiosidad. —El placer es mío, Lady Debling. Y felicitaciones a ambas por las próximas nupcias. ¿En qué puedo ayudarlas?— respondió con su tono cortés.

Los rasgos de Penélope se hincharon de emoción mientras se volvía hacia Delacroix, con los ojos brillantes de expectación. —Estamos aquí para elegir telas y diseñar mi vestido de novia. Me casaré.

Los ojos de Madame Delacroix se abrieron de par en par ante la noticia, su entusiasmo igualó al de Penélope. —¡Qué maravilloso!—exclamó. —Sería un honor para mí ayudarla a crear el vestido perfecto para su día especial,  Penélope—

Con un gesto elegante, Madame Delacroix condujo a Jocasta y Penélope a una lujosa sala de estar adornada con mullidos cojines y delicadas cortinas de encaje. Mientras se acomodaban, ella sacó una selección de suntuosas telas y complejas muestras de encaje, colocándolas ante ellas con cuidado.

—Permítame presentarle algunas de las mejores telas disponibles— dijo Madame Delacroix con voz llena de orgullo. —He seleccionado cuidadosamente una selección que creo que será perfecta para su vestido de novia, señorita Penélope.

Los ojos de Penélope se abrieron de par en par, maravillada, mientras examinaba la variedad de telas que tenía ante sí. Sedas, satenes y gasas de todos los tonos imaginables brillaban bajo la suave luz de la tienda, cada una más exquisita que la anterior.

Con la guía experta de Madame Delacroix, Penélope comenzó a imaginar el diseño perfecto para su vestido de novia, incorporando elementos de elegancia y sofisticación que complementarían su belleza y gracia.

Mientras trabajaban juntas para darle vida a la visión de Penélope, la atmósfera en la tienda rebosaba de entusiasmo y creatividad. Y a medida que pasaban las horas, Jocasta y Penélope se sentían agotadas después de su parada en la floristería para elegir las flores que se utilizarían el día de la boda. Las dos damas decidieron pasar por un salón de té  como última parada de su excursión.

Mientras Jocasta y Penélope se instalaban en una acogedora salón de té, el ambiente era cálido y camaradería. Sentadas una frente a la otra, disfrutaron de delicados pasteles y té aromático, el entorno perfecto para una conversación sincera.

Jocasta Debling miró a Penélope con genuino interés, sus ojos brillaban de curiosidad mientras buscaba aprender más sobre su futura nuera.

—Penélope, querida —comenzó Jocasta con voz suave—. Espero que no te importe que te haga algunas preguntas. Estoy ansiosa por conocerte mejor.

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