Robin
No sé en qué momento había acabado yo en una pista de patinaje sobre hielo, no tengo ni idea de cómo voy a conseguir mantenerme en pie ni dos segundos. Pero allí estaba, feliz de poder compartir ese tiempo con Catalina. Entramos por la puerta y ella cogió unos patines para mí y me los puso. Al terminar conmigo, ella se puso los suyos y comenzó a estirar un poco. Hice el intento de imitarla un poco hasta casi caerme al suelo, así que me pareció muy buena idea parar. Cuando me vio que casi me caía comenzó a reír. Habíamos estado juntos toda la noche y seguía estando tan embobado con su risa como la primera vez que la vi.
Después de la sesión de estiramientos de la chica, me ayudó a levantarme de mi asiento y caminamos hasta la puerta de la pista. Ella entró primero y después me metí yo. Con gran dificultad conseguí agarrarme a una valla si tambalearme o caerme de culo. Catalina me dio la mano para enseñarme por lo menos a avanzar sin morir en el intento. Madre mía, ¿estoy soñando o estaba sujetando la mano de Cata? Su ayuda fue un pilar fundamental en que no me cayera al suelo. Cuando ya tenía medio dominado el tema de sostenerme por mi mismo, Cata me soltó y empezó a hacer piruetas. Estaba preciosa. Un saltito, unas vueltas y muchas piruetas sobre sí misma que me hacían quedar como un estúpido.
-Ven que te ayudo.- dijo tomando mis dos manos
-Gracias
-Algún día tendrás que venir a verme.- yo encantadísimo
-Cuando quieras, me encanta verte.- ¿enserio acababa de salir eso por mi boca?
Paramos de patinar para mirarnos fijamente a los ojos. La vida se detuvo por lo que parecieron siglos cuando yo me resbalé y caí tirándola a ella también. No podíamos parar de reír tumbados en el hielo. La noche siguió en la pista con unas cuantas caídas más de las que me gustaría admitir, pero lo bueno de caerse era que cuando lo hacía ella siempre estaba allí para asegurarse de que estuviera bien y no me hubiera hecho daño. En una de estas decidí ser un poco cruel con ella, no me juzguéis, ella hizo lo mismo conmigo tomando aquel helado de pistacho. Así hice, en cuanto caí al suelo comencé mi plan.
-¿Estás bien, Robin?- no respondí y comencé a retorcerme de dolor. Pude ver cómo se ponía pálida según se iba acercando a mí acelerando la velocidad.- Robin, ¿qué te duele?
-Auch.- no pude contenerme más y comencé a reír
-Eres un idiota.- antes de que se levantara conseguí agarrarla para que se quedara conmigo un poco más en el suelo
-Pero en el fondo te gusto así
-Supongo que sí.- no me lo podía creer, esa respuesta me dejaba sin palabras—————⚽️💕⛸️—————
Recogimos todo lo que habíamos sacado para irnos a casa. Me ofrecí a llevarla para que no cogiera el bus tan tarde, no podía permitir que la secuestrasen o algo. Después de mucho, pero mucho discutir con ella aceptó mi oferta. Sabía que tenía que conducir, pero no podía apartar la vista de ella. Estaba guapísima, con esas mejillas sonrosadas del frío y el pelo castaño que acariciaba su rostro. Cuando llegamos a donde me había dicho, mi instinto de caballero me dijo que tenía que ayudarla a salir del coche. Bajé de este y le abrí la puerta haciendo un poco el tonto.
-Princesa,ha llagado usted a su destino
-Gracias señor.- dijo siguiéndome la broma
-Espero que no pase tanto tiempo hasta que nos veamos otra vez
-Has prometido venir a verme a mi competición este finde, ¿recuerdas?- pues claro que me acordaba
-Allí estaré.- le di un abrazo de despedida
-Buenas noches, Robin.- dejó una suave y cálido beso en mi mejilla y comenzó a caminar hasta su casa. Me quedé tan sorprendido que no me metí en el coche hasta cinco minutos después de lo sucedido.NOTA DEL AUTOR
Muchísimas gracias por leer un día más 💕
Estoy encantada por el rumbo de que está cogiendo esta historia
Estad preparados para el siguiente capítulo que empieza el salseo jajajaj
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On Frozen Lands (Robin Le Normand)
RomansaEl hecho de tener un jugador de fútbol para ti solita está muy bien, ¿verdad? Siendo ella patinadora y el un jugador de fútbol descubrirán todo lo que tienen en común.