Catalina
En lo que respecta a Robin, nuestra relación se había intensificado; nos veíamos prácticamente todos los días. Asistía a sus entrenamientos de vez en cuando, y él a los míos. Os estaréis preguntando cómo van mis prácticas con Nico, y la respuesta no es buena. Seguíamos patinando con la misma habilidad de siempre, pero había un aire de incomodidad que lo teñía todo de gris. La conexión que antes compartíamos, esa chispa que iluminaba cada movimiento, parecía haberse desvanecido por completo. Intentaba que todo fluyera sin incomodidades, pero mis esfuerzos eran en vano. Aquella energía vibrante que solíamos desprender había desaparecido. Llámame loca, pero cada vez que Nico me levantaba en el aire, sentía sus manos deslizarse hacia zonas que no debían. Nunca se lo mencioné a nadie; mucho menos a Robin, que tenía al chico entre ceja y ceja.
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Dejando de lado el tema de Nico, todo iba maravillosamente bien, pero esto no me estaba dejando dormir tranquila. Era un jueves muy tranquilo en mi vida, no iba a hacer nada aparte de ir a patinar. Decidí llamar a Robin para que pasase a buscarme después de mis prácticas. Me puse mis mallas negras más calentitas y un top deportivo rojo que decidí cubrir con una sudadera que me había regalado Robin, perdón rectifico, que era de Robin y yo había robado. Me quedaba enorme, pero el olor que desprendía era increíble. Todos sabemos que en San Sebastian llueve mucho, pero mucho, y ese día no era una excepción.
Al llegar a la pista pude ver a Luna ya metida en sus cosas junto a su pareja, y en el vestuario, allí estaba él. Nico estaba sentado en uno de los bancos atándose los cordones de sus patines negros con una bandera de España bordada en los talones. Podía sentir su mirada encima de mí cuando me senté en el banco un poco más lejos. ¿Debía hablarle? No sabía que hacer, pero no fue un gran dilema ya que se levantó casi de inmediato y se fue a pista. Poco después hice yo lo mismo. Allí estaba esperándome mi pareja junto a la entrenadora. El ejercicio era sencillo, enseñarle la coreografía que habíamos estado preparando todo este mes. Sinceramente no sé qué nos estaba pasando ese día, ya que lo hicimos mucho peor que de costumbre.
-¡Basta!¿Se puede saber qué os pasa?- dijo la entrenadora.- Esto no es propio de vosotros dos, sois mi mejor pareja de competición, no puedo permitir que me hagáis esto, no ahora.
-Lo siento entrenadora Paratt.- nos disculpamos al unísono
-No os disculpéis, demostradme que sois dignos de una competición a nivel nacional, y luego quién sabe. ¿Acaso no sois consientes de que ganar la competición os puede llevar a Rusia?- cada vez se la notaba más enfadada con nosotros.- Nicolás, te daría mucho prestigio ganar esto, y Catalina, tú necesitas el dinero.- tenía razón, pero no sabía qué hacer para solucionarlo
Al finalizar el entrenamiento, una profunda tristeza me invadió al pensar en cómo había decepcionado a la entrenadora. La única opción que sentía era hablar con Nico, enfrentar nuestros problemas y resolverlos de inmediato.
—¡Nico, espera! —grité, sintiendo cómo el corazón me latía con fuerza.
—¿Qué quieres, Cata? —su voz era fría, casi distante.
—Necesitamos hablar. Debemos recuperar la conexión que teníamos antes. ¿Qué puedo hacer para solucionarlo? —mis esperanzas brillaban intensamente, aunque, en mi ingenuidad, no sabía que lo peor estaba por venir.
—¿Por qué no quisiste que te besara ese día? —su tono era una mezcla de enfado y tristeza—. Claro, con un futbolista famoso en tu vida, ¿para qué querrías a alguien como yo?
—Nico, yo... —las palabras se atascaban en mi garganta—. Mira, eres un gran amigo...
—Ahí está el problema, Catalina. No quiero ser solo tu amigo. —Se acercaba más a mí, cada paso una amenaza latente—. Podría ser un mejor novio que ese Robin, el "normal", o como se llame ese imbécil que me ha robado lo que es mío desde hace años.
—Para empezar, no soy de nadie. —Retrocedía hasta que la pared me detuvo—. Y segundo, soy yo quien decide a quién le gusta, y ese es Robin.
Su mirada ardía con ira, un fuego que me asustaba. Nunca lo había visto así. En momentos como este, te preguntas si has estado ignorando las red flags o si, de repente, algo oscuro lo había poseído.
—¡Joder! —su grito resonó como un trueno, y me empujó contra la pared, inmovilizando mis manos—. Te gustan las cosas difíciles. —Comenzó a besarme con una desesperación frenética, sus manos recorriendo mi cuerpo.
—Nico, por favor, suéltame —imploré, sintiendo que las lágrimas amenazaban con desbordarse.
—Ha dicho que la sueltes, imbécil. —Una voz firme interrumpió la tormenta.
Era Robin, y había llegado justo a tiempo. Sin dudarlo, propinó un puñetazo a Nico que resonó en el vestuario como un eco de justicia. Estaba paralizada, observando la pelea con la mente en blanco. Nico, aunque había tomado clases de boxeo, no podía competir con la fuerza de Robin. Tras unos momentos de intercambio, Nico se levantó del suelo y salió corriendo.
—¿Estás bien? —preguntó Robin, su rostro ensangrentado, la evidencia de su lucha por mí.
Asentí con un gesto, aunque no estaba segura de si realmente estaba bien. —¿Y tú? ¿Te duele mucho?
—Estoy bien, no te preocupes. Venga, vámonos de aquí. —Asentí de nuevo, y juntos nos dirigimos a su casa, dejando atrás el caos de un día que jamás olvidaríamos.
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Nota del autor
¿Odiamos a Nico? Pues claro que sí
Muchas gracias por leer y votar otro día más
Los comentarios me tienen loca de felicidad, muchísimas gracias 💕
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On Frozen Lands (Robin Le Normand)
Storie d'amoreEl hecho de tener un jugador de fútbol para ti solita está muy bien, ¿verdad? Siendo ella patinadora y el un jugador de fútbol descubrirán todo lo que tienen en común.