Capítulo 4

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El crepúsculo se cernía sobre Londres con la quietud propia de una noche veraniega, mientras los Featherington ultimaban los preparativos para la tan esperada velada. La residencia, normalmente un poco recargada en su decoración, había sido transformada en un fastuoso escenario de luces doradas, seda, y terciopelo. Las flores, dispuestas en intrincados arreglos, llenaban el aire con un dulce aroma que parecía anticipar la emoción de la noche que se avecinaba.

Penélope Featherington, vestida con un conjunto que resaltaba su esbelta figura y su cabellera pelirroja, observaba desde la ventana del salón principal cómo los invitados comenzaban a llegar. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de nerviosismo y anticipación la invadía. Esta no era solo otra fiesta de sociedad; esta noche era diferente. No sabía exactamente qué esperar, pero el aire estaba cargado de posibilidades y, quizás, de decisiones difíciles.

Lord Capell había mostrado un interés particular en ella durante las últimas semanas. Alto, apuesto y dueño de una gran fortuna, Lord Capell representaba todo lo que una joven en su posición podía desear. Sin embargo, cada vez que Penélope se encontraba a su lado, sentía una incomodidad en su corazón, como si algo en su interior se rebelara contra la idea de entregarse por completo a este hombre, a pesar de sentir un gran aprecio hacia este.

Por otro lado, estaba Colin Bridgerton, el joven con el que había soñado desde que tenía memoria. Durante años, Colin había sido su compañero de confidencias, su amigo fiel. Sin embargo, algo había cambiado en él últimamente. A pesar de sus encantos habituales, Penélope había notado un aire de melancolía en sus ojos, como si algo lo estuviera perturbando. Y para empeorar las cosas, cada vez que Lord Capell se acercaba a ella, Colin se volvía frío y distante, como si estuviera tratando de mantener sus emociones bajo control.

La llegada de los Bridgerton al baile no hizo más que aumentar la tensión que Penélope sentía. Colin, vestido con la elegancia que lo caracterizaba, entró al salón acompañado por sus hermanos y su madre, la siempre imponente Violet Bridgerton. Su mirada se cruzó con la de Penélope por un breve instante, pero él desvió los ojos rápidamente, como si no pudiera soportar la intensidad del momento.

Penélope, intentando sofocar el temblor que sentía en su interior, se volvió hacia su madre, que en ese momento hablaba animadamente con Lady Danbury. Como si sintiera la mirada de su hija, la señora Featherington giró la cabeza y sonrió con complicidad. Era obvio que estaba encantada con la atención que Lord Capell le prestaba a Penélope, y no tardaría en hacer lo posible por asegurar un compromiso.

El sonido de la música que comenzaba a llenar la sala le ofreció a Penélope un breve respiro. Era hora de bailar, y con un suspiro, se preparó para enfrentarse a la velada.

Los invitados se deslizaban sobre la pista de baile, sus movimientos coordinados en una sinfonía de colores y elegancia. Lord Capell no tardó en acercarse a Penélope, con una sonrisa encantadora en su rostro. Le ofreció su mano con una gracia natural, y ella la aceptó, tratando de ignorar el calor que subía por su cuello.

—Lady Penélope, ¿me concedería este baile? —preguntó, su voz suave y profunda.

—Será un honor, mi lord —respondió ella, esforzándose por mantener la compostura.

Mientras giraban al ritmo de la música, Penélope no pudo evitar comparar los brazos de Lord Capell con los de Colin. Lord Capell era un bailarín excepcional, sus movimientos precisos y llenos de elegancia. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Penélope no podía sentir la misma comodidad y alegría que experimentaba al bailar con Colin. Era como si algo faltara, como si la conexión entre ellos fuera incompleta.

Cuando la música cesó, Lord Capell la guió hacia una de las mesas laterales, donde le ofreció una copa de champán. Penélope la aceptó con una sonrisa agradecida, aunque su mente estaba en otro lugar. Desde el otro extremo del salón, podía sentir la mirada de Colin fija en ellos, y eso la inquietaba.

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