Capítulo 6

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El jardín de la casa Featherington era un refugio de calma en medio del bullicio de la temporada social londinense. Los altos setos, las flores en plena floración y los senderos serpenteantes lo convertían en un lugar perfecto para los encuentros discretos, lejos de las miradas indiscretas de la sociedad. Esa noche, sin embargo, el jardín estaba envuelto en una penumbra inquietante, como si el aire mismo contuviera secretos.

Penélope había salido a tomar un respiro, escapando de las paredes sofocantes de la casa, donde los preparativos para la fiesta de compromiso estaban en marcha. Su decisión estaba tomada. Después de su conversación con Colin en el Hyde Park, y con el peso de sus sentimientos, había optado por seguir adelante con la propuesta de Lord Capell. Él le ofrecía estabilidad, respeto y un futuro sin las dudas y el dolor que había experimentado con Colin.

Pero mientras caminaba por los senderos oscuros del jardín, la decisión que había tomado pesaba sobre su corazón. Amaba a Colin, siempre lo había hecho, pero las heridas de sus constantes rechazos habían creado una grieta difícil de sanar. Tal vez Lord Capell era la respuesta a sus sueños de una vida más sencilla y feliz, aunque no necesariamente de amor apasionado.

Al llegar al pequeño claro rodeado de rosales, Penélope se detuvo. El silencio del jardín se rompió por el crujido de ramas a sus espaldas. Al darse la vuelta, vio la figura de Colin Bridgerton emergiendo de las sombras, con el rostro tenso y la mirada fija en ella.

—Penélope —dijo, su voz baja y apremiante—. Necesitamos hablar.

Penélope sintió un nudo en la garganta. No quería enfrentarse a Colin de nuevo, no ahora que había decidido seguir adelante con su vida. Pero sabía que no podía evitar esta conversación.

—Colin, por favor —respondió, tratando de mantener la calma—. Creo que ya hemos dicho todo lo que había que decir.

Él dio un paso más cerca, su mirada intensa clavada en la suya.

—No, no lo hemos hecho —replicó, con una mezcla de desesperación y determinación en su voz—. No puedo permitir que esto termine así.

Penélope lo miró con tristeza. Sabía que sus palabras eran sinceras, pero también sabía que era demasiado tarde.

—Colin, he aceptado la propuesta de Lord Capell —dijo, tratando de sonar firme, aunque su voz se quebró ligeramente—. Voy a casarme con él. Lo he decidido.

El rostro de Colin palideció, como si el peso de sus palabras lo golpeara de lleno. Pero en lugar de retroceder, se acercó más a ella, hasta que estaban casi a centímetros de distancia.

—Penélope, no puedes hacer esto —dijo, su voz apenas un susurro—. Sé que sientes algo por mí, algo que no puedes ignorar. Yo... no puedo perderte. No de esta manera.

Penélope sintió las lágrimas arder en sus ojos, pero parpadeó para contenerlas. No podía permitir que Colin la viera llorar.

—Colin, por favor, no hagas esto más difícil —susurró, su voz temblando—. No puedo... no puedo seguir esperando por algo que nunca sucederá.

Pero Colin no la dejó terminar. En un movimiento repentino y decidido, la tomó suavemente del rostro y la besó. El contacto fue una explosión de emociones reprimidas, de deseo, dolor y amor mezclados en un solo gesto. Penélope sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía mientras se dejaba llevar por el beso, incapaz de resistirse a la intensidad de sus sentimientos por él.

Por un breve y glorioso momento, nada más importó. Estaban solos en el jardín, solo ellos dos, sin las presiones de la sociedad, sin compromisos, sin promesas incumplidas. Solo el amor que siempre había estado allí, escondido bajo capas de inseguridades y miedos.

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