Capítulo 5

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La luz de las velas oscilaba suavemente en el gran salón de los Bridgerton, donde la familia se preparaba para su propio baile, una de las veladas más esperadas de la temporada. La noche prometía ser memorable, pero Penélope Featherington apenas podía contener la mezcla de emociones que bullían en su interior. La conversación con Lord Capell había dejado una huella profunda en su corazón, y sabía que el destino le reservaba decisiones difíciles en las horas por venir.

Los Bridgerton siempre organizaban eventos espectaculares, y esta noche no era la excepción. Las flores frescas adornaban cada rincón, mientras las melodías de la orquesta llenaban el aire, creando una atmósfera de ensueño. Penélope, ataviada en un vestido verde esmeralda que resaltaba el brillo de su cabello pelirrojo, se sentía como una intrusa en su propia vida. Esta noche, sin embargo, había algo más en juego que simples bailes y sonrisas cortesanas.

Francesca Bridgerton, por su parte, resplandecía con una felicidad radiante mientras conversaba en voz baja con Lord Killmartin, su prometido. La noticia de su compromiso se había anunciado oficialmente esa misma tarde, y la pareja no podía ocultar la emoción que les embargaba. Los ojos de Francesca brillaban como nunca antes, y Penélope no pudo evitar sentir una punzada de envidia al ver a su amiga tan segura de su elección.

Mientras tanto, Colin Bridgerton, quien había estado observando la escena desde una distancia prudente, no lograba disimular los celos que le carcomían por dentro. Desde la llegada de Lord Capell a la vida de Penélope, había sentido cómo algo se rompía en su interior. Cada vez que veía al caballero junto a ella, la punzada en su pecho se hacía más fuerte. ¿Cómo era posible que alguien como Lord Capell, tan perfecto en apariencia y conducta, lograra lo que él, con toda su familiaridad, no había podido?

Decidido a aclarar sus sentimientos de una vez por todas, Colin esperó el momento adecuado para acercarse a Penélope. Durante la pausa entre dos danzas, la vio apartarse de la multitud y dirigirse hacia la terraza que daba al jardín iluminado por la luna. La siguió, con el corazón latiéndole desbocado en el pecho.

—Penélope, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó, su voz traicionando el nerviosismo que sentía.

Ella se giró hacia él, sorprendida por la intensidad en su mirada. Colin nunca había sido tan serio con ella, y eso la inquietó.

—Por supuesto, Colin —respondió, aunque una parte de ella temía lo que estaba a punto de suceder.

Colin tomó una bocanada de aire, reuniendo el valor necesario para confesar lo que había ocultado durante tanto tiempo.

—Penélope, no puedo seguir fingiendo que no siento nada por ti —comenzó, con la voz cargada de emoción—. Te he conocido toda mi vida, y por mucho tiempo pensé que lo que sentía por ti era solo amistad. Pero cada vez que te veo con él, con Lord Capell, siento que me estoy perdiendo algo invaluable. Penélope, estoy enamorado de ti. Siempre lo he estado, aunque no lo comprendiera hasta ahora.

Penélope sintió como si el mundo se detuviera a su alrededor. Las palabras que había anhelado escuchar durante años finalmente habían sido dichas, pero, en lugar de la alegría que esperaba sentir, su corazón se llenó de un dolor agudo. Colin, el hombre que había amado en secreto durante tanto tiempo, finalmente le confesaba sus sentimientos, pero ella ya no era la misma. Su corazón estaba dividido, y la confusión era una sombra que se cernía sobre ella.

—Colin... —comenzó, su voz temblorosa—, no sabes cuánto significa esto para mí, escuchar estas palabras de tus labios. Pero hay algo que debo decirte. Yo te he amado durante tanto tiempo, en silencio, sin esperar nada a cambio. Sin embargo, las cosas han cambiado. No soy la misma joven que soñaba con tu amor desde lejos. He crecido, y mis sentimientos se han vuelto más complejos.

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