prólogo

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 ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ No quiso admitirlo, pero el dolor infernal que sentía su trasero al tomar impacto contra el suelo, sus ojos se cristalizaron poco a poco

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‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ No quiso admitirlo, pero el dolor infernal que sentía su trasero al tomar impacto contra el suelo, sus ojos se cristalizaron poco a poco. Incluso los quejidos se atoraron en la garganta, pero no fueron producidos cuando escuchó la voz del mayor a unos metros suyo.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ──¡Alto ahí, Min Rina! ──exclamó el profesor, pero la muchacha era de carencias de no escuchar──. ¡Mocosa insolente, que te detengas ahora mismo!

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Rina soltó una carcajada adolorida, pero enseguida se levantó del suelo frío y sucio para agarrar nuevamente su patineta y subirse en ella; debía escapar, no quería estar en detención otra vez.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Sin más preámbulos, avanzó con su totalidad mientras escuchaba la voz quejosa y demandante del señor mayor a sus espaldas.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Dió varios empujes con su pie derecho para que tuviera más impulsó la trayectoria, esquivando exitosamente algunos estudiantes que se encontrasen por el pasillo general de la escuela.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Sonrió con mayor victoria al ver que se acercaba a su destino, pero no tuvo en cuenta del pequeño escalón sobresaliente en medio de su camino. Provocando que las dos ruedas delanteras del skate se estancaran y nuevamente cayera al suelo.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ A estas altura no era de menor conocimiento que el suelo y ella tenían una relación de amor-odio desde que comenzó a transportarse en patineta.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ──¡Maldición! ──siseó cuando el dolor llegó a consumirla, observando las nuevas raspaduras leves en la cobertura en las palmas de sus manos.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎Odiaba ser tan frágil de piel, parecía tener una contextura ligeramente débil como si fuera de porcelana.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Algunos estudiantes que vieron la terrible caída de la chica, no dudaron en acercarse y darle una mano para ayudarla a levantarse, un gesto de amabilidad que Rina no solía ver comúnmente. Pero se sintió aliviada por unos milisegundos hasta que uno de los directivos se aproximó a la ronda, luego de haber escuchado el gran impacto cerca de la sala de profesores.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ──¿Te encuentras bien, señorita?

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Rina estuvo apunto de responder, pero mala suerte para ella. ──¡Al fin te encontré! ──él había aparecido.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ──¿Qué está pasando? ──preguntó la mujer al ver cómo el profesor de Historia llegaba hacia ellos, con la respiración bastante agitada y pesada.

‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ──Esa mocosa ──señaló a Rina, quien trataba de esconderse pero de igual forma era vista por todos──, se cree que puede hacer lo que quiere y se le dé la gana, pero no es así.

cafuné ⊹ yang jeongin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora