capítulo 30: el mar de Australia

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"Deja que mi corazón valientemente abra sus alas, volando a través de la noche para que trace la luz brillante de la luna. Deja que las nubes me sanen de este ardor, que amablemente limpien el dolor de mi vida. Sólo puedo soñar." (Para que un Corazón no Sufra – HOYO-MiX ft. Chevy, para el videojuego Honkai: Star Rail)

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Cerré mis ojos, concentrándome en todo a mi alrededor. El sonido de las olas chocando con la orilla, el aire salado en mis fosas nasales llenando mis pulmones, el cabello húmedo de Brooklyn haciendo cosquillas con el viento que lo movía en mi hombro, su respiración pasiva en mis oídos relajándome.

Teníamos sólo unos días más en Australia, exactamente sólo dos. Y ya no nos importaba absolutamente nada. Pasamos los días esta última semana paseando por la ciudad, esta vez sin miedo, yendo a citas, a comer con mis padres y hermanos, acompañando a Lucas a comprar un teléfono nuevo, haciendo picnic en el parque con Berry. Disfrutando nuestro hiatus forzado de parte de la empresa.

Brooke y yo concluímos que si pagaron para sacarnos del país hasta que se "calmaran las aguas", ahora que "se calmaron", debíamos tomar ventaja de las vacaciones pagas que nos dieron. Mis fans en su mayoría amaban a Brooke, así que ya no me importaba nada más, las revistas podrían publicar tantas fotos de nosotros como quisieran. Cuando vieran lo aburridos que éramos como pareja, creo que nos dejarían en paz en poco tiempo.

O al menos, eso proyectamos Brooke y yo.

—El sol se siente bien en mi piel—murmuró Brooke con ojos cerrados, relajada como la mierda. El sol de la tarde, casi anochecer, estaba sobre nosotros. Le sonreí, girando la cabeza en la arena para mirarla.

—Sí. Es tibio, y nos da calor luego de nadar tanto.

Sonrió, asintiendo.

—Tu madre me pidió que la ayudara hoy a cocinar la cena, Chris—me recordó—. No deberíamos llegar tan tarde hoy.

—Nos iremos en un rato, lo prometo, sólo...—me giré, tomándola de la cintura, arrastrándola en la arena hasta que la abracé. Se rio en voz baja, besando mi mejilla—Quiero quedarme así por un rato.

Los dos nos abrazamos en la arena, relajados. Su respiración y la mía mezclándose, nuestras narices tocándose.

Perder el miedo era la mejor cosa que nos había pasado, por que ahora disfrutábamos más de los momentos. Disfrutábamos más estar así, con el otro, en citas y momentos a solas. O momentos a solas con paparazzis australianos a los que pretendíamos no notar.

—Brooke.

—¿Hmm?—murmuró.

—¿Quisieras ir mañana a cenar con mis padres y conmigo?

Abrió los ojos, mirándome, se mordisqueó el labio rosa pálido reseco por la sal del mar.

—Sí, puedo ir con ustedes. Pero, ¿hay algún motivo por el que quieren que vayamos solos con ellos?

Me encogí de hombros, lo más que la arena me permitió.

—No lo sé, sólo me dijeron que te preguntara si querías ir a comer con ellos.

Vi en sus ojos cómo empezaba a pensar demás. Así que tomé su barbilla entre mis dedos, y me acerqué para besarla.

—Deja de pensar tanto—otro beso en su puchero, sus labios fruncidos de forma tierna—, de seguro sólo quieren pasar rato contigo antes de que nos vayamos a Corea.

Suspiró en mi rostro, me reí al verla resignarse.

—Tengo que ver qué usaré...

—Iremos por comida coreana, al menos eso dijo mamá—le expliqué—, no será nada del otro mundo. Lo prometo.

바래요 (hopeful) - bangchan (stray kids) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora