바래요 (hopeful) - bangchan (stray kids) (+18)

capítulo 31 (final): la catábasis

"Eres el que debía encontrar. Depende de ti, y depende de mí, nadie más puede decir lo que debamos ser. Así que, ¿por qué no reescribimos las estrellas? Quizás el mundo pueda ser nuestro esta noche." (Rewrite the Stars – Zac Efron, Zendaya para la película The Greatest Showman)

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TRES AÑOS Y MEDIO DESPUÉS – Brooklyn POV

Seúl, Corea del Sur

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Caminaba a su lado en la acera, masticando la galleta de mi cono de helado mientras nuestros brazos chocaban juntos, ambos con una bolsa llena en la mano libre. Le miré, levantando una ceja y codeándole levemente para llamar su atención, sus ojos pequeños me miraron extrañadamente.

—¿Y qué tal si...—empecé, relamiéndome el helado de vainilla de la boca—...de alguna forma, consigues ganarles jugando sucio? Podría funcionar para subir de nivel rápido.

Bufó, sonriente.

—No puedo ganarle sucio a los enemigos en el único juego en que él es malo, y yo soy bueno—chisteó, sus labios rosa por el frío y la humedad del helado, y la tinta de labios que apliqué en ellos para la entrevista temprano—. Me matará la culpa por hacerlo sentir mal. Además, Brooke, no puedo justificar que consiga su cuenta de Call of Duty en Oro cuando fue Bronce por mucho tiempo.

—Rayos—hice un mohín, que le hizo reír en voz baja de forma aguda—. Pero piénsalo, Binnie, sería un buen regalo de cumpleaños.

Levanté las cejas juguetonamente, asintiendo. Mi cabello largo sacudiéndose, con la ventisca caliente que casi nos refrescaba en Septiembre, ahora de un color azul eléctrico.

—Sí, pero Yongbok no es tonto, va a...—la voz de Changbin se apagó, miró un punto muerto fijamente a la distancia—Oh, un paparazzi a nuestra izquierda.

Lo busqué con la mirada mientras parábamos el paso, lo vi entre unos arbustos. Y cómo Chris me enseñó, levanté mi mano con manicura de hace dos días en gel, y saludé sonriente para que fotografiara mi anillo y alimentara los rumores en línea que de todas formas las fans ya comenzaron.

No era de matrimonio, pero era de promesa. La promesa de que pronto me daría uno definitivo, cuando se decidiera en el anillo perfecto para mí. Yo no le exigía nada, pero él insistía que no merecía menos que la perfección: el anillo perfecto, dado en el momento perfecto, con la propuesta perfecta e inesperada.

Lo que sea que eso significara, claro.

A nuestra edad, yo de treinta y dos, y Chris a punto de cumplirlos en Octubre, no entendía por qué tanto lujo si ya habíamos conversado sobre casarnos múltiples veces. En esas noches que no podíamos dormir, y hablábamos de temas profundos, caíamos en lo mismo: poner sobre la mesa las cartas de terminar de dar el último paso en nuestra ya larga relación.

Vivir juntos también nos hizo terminar de adaptarnos al otro. Fusionar nuestras rutinas, que nuestros horarios laborales empezaran y terminaran juntos, y que nadie se sorprendiera a ese punto de que estábamos viviendo juntos llevó a la gran charla. Y a que Chris empujara la idea de que el anillo que me dio durante una cena en casa, de forma imprevista, era sólo un "mientras tanto".

El paparazzi comenzó a sacar fotos frenéticamente, vi en su expresión que estaba asombrado de que yo le mostrara mi mano con el anillo de forma planeada. Pero tomó la oportunidad de inmediato para posiblemente ganarse el cheque más gordo de toda su carrera.

—¿Segura que Channie no se enojará?—me preguntó Changbin a mi lado. Le miré, ignorando al paparazzi de nuevo y caminando otra vez, me siguió el paso.