Nos enamoramos en otoño
Estábamos hundidos profundamente en un sueño
Hablábamos sin parar
Era inevitable no amar
Pasamos San Valentín juntos
Y ahí se encendieron mis instintos
Solo mostrabas interés
Cuando no había ni una palabra en inglés
Me deja...
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En el vasto cielo, una estrella titila, su luz resplandece, su esencia destila. Cegada por el amor que la atrapa sin fin, brilla con fuerza, aunque no sabe a dónde ir.
Sus ojos reflejan un fuego ardiente, un deseo profundo que consume su mente. Pero en su fulgor hay un riesgo latente, pues el amor puede ser dulce y también doliente.
La estrella danza en un mar de ilusiones, perdida en sus sueños y en sus emociones. Cada latido es un eco de pasión, pero también esconde una sombra de confusión.
Ciega ante promesas que el viento llevó, su luz se desborda, su brillo se apagó. En el juego del amor, a veces se pierde, y la estrella, aunque brilla, su esencia muerde.
Aún así, en su corazón guarda la fe, de que el amor verdadero siempre florecerá. Cegada por el fuego que la hace vibrar, la estrella sigue brillando, dispuesta a amar.
Así flota en la noche con su luz incesante, una estrella cegada que lucha constante. Y aunque su camino sea incierto y doloroso, su amor es un faro que nunca es borroso.
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