Marinette, como civil, era una mujer sumamente brillante e inteligente. Era una joven de 25 años criada con valores dignos de sus padres, Sabine y Tom. Marinette Dupain-Cheng es una jovencita respetada, y el ejemplo de muchas de sus conocidas menores. La veían como una mujer segura, resaltando feminidad, respeto, amabilidad, disciplina y responsabilidad, pero el motivo por el cual muchas chicas querían ser como ella era por la seguridad que emanaba de sí misma.
Cuando se transformaba en Ladybug, podía ser ella misma sin ser tan idealizada. Se sentía libre, como tal pájaro en las playas, volando sin rumbo alguno, sin un camino final, siendo simplemente libre. Ir por los tejados parisinos, sintiendo el aire corriendo por su rostro y moviendo sus cabellos azabaches era la mejor sensación que sintió en su vida. Una sensación totalmente indescriptible, uno de los más grandes motivos por el cual disfrutaba ser Ladybug.
Chat Noir era, sin duda, el mejor apoyo que podía tener para ella. Una amistad que jamás podría reemplazar y mucho menos olvidar.
—Todo estará bien... —dijo en consuelo el rubio.
—No, no lo estará... —respondió en un susurro la fémina—. De verdad, ya no aguanto. No aguanto tener que aparentar algo por mis papás, Adrien. —comentó entre sollozos.
El ojiverde no sabía que decir. Tenía conocimientos de alguno de los problemas más personales que sufría su mejor amiga. La comprendía porque muchas veces él se sintió así por su papá cuando era adolescente. Sin embargo, la preocupación era inevitable aún más sabiendo que Marinette era una mujer adulta de 25 años, que, sin duda, podía rentar un departamento y vivir allí.
—Habla con ellos, Marinette. —recomendó.
—No puedo, debo terminar la carrera y luego me mudaré. No puedo decirles nada, si se molestan no querrán seguir pagando la universidad y yo realmente no tengo como solventar eso.
—Yo puedo hacerlo. —acotó como solución—. Eres consciente que tengo dinero y puedo pagar tus estudios, también podrías vivir conmigo o te rento un departamento. —dijo con entusiasmo el rubio. Como decía, el dinero no era un problema, y fácilmente él puede pagarlo con su dinero y así ayudar a su amiga.
Marinette se sentía sorprendida, no sabía cómo reaccionar. En parte, sin duda puede ser una solución y ya no se sentiría así de mal, pero no podría, se conoce y sabe que se sentirá muy culpable por hacer gastar el dinero de Adrien en ella.
—No. No Adrien. No te preocupes, ¿si? —respondió—. Me las lidiaré por mi cuenta, solo me faltan dos ciclos para culminar. Trabajaré nuevamente ahora que ya no tengo problemas con el esguince, buscaré un trabajo que tenga que ver con lo que estudio.
—No tienes por qué avergonzarte, Mari. Somos amigos. —le agarró ambas manos—. Yo puedo ayudarte.
—De verdad que no. —rechazó nuevamente la ojiazul—. Te lo agradezco de corazón, pero no.
La moteada sacó un pequeño reloj de sus bolsillos y se fijó en la hora.
"2:35 A.M."
—Es tarde, Chat. —soltó—. Me debo ir, mañana tengo clases a las 7. De verdad que no sé cómo duraré. Probablemente me duerma toda la clase. —dijo con un pequeño puchero.
El felino sonrió.
—Está bien, bichito.
Agarró su cabeza para darle un pequeño beso en la frente a la fémina, causando un ligero sonrojo.
—Me parece, ¿o te sonrojaste? —cuestionó con coquetería.
—Te parece. —respondió la azabache volteando los ojos.
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Lᥲdყᥒoιr || 𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨.
Hayran KurguRelatos cortos sobre el shipp más infravalorado del cuadro amoroso; Ladynoir. simpdeobitx, 2021©.