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SU RESPIRACIÓN ES TODO LO QUE SE OYE EN LA HABITACIÓN el significado del día pesa sobre su corazón, hoy hace seis años antes la princesa Naerys Velaryon fue declarada muerta tras caer a la borda. Aemond no se lo creía, pero su investigación no lo llevó a ningún lado eso solo sirvió para llenar su corazón de más ira y dolor.
En la mano del príncipe se hallaba un collar, un hermoso collar de cuero negro con una insignia circular negra con el grabado de una estrella de cinco puntas, aunque no tenía nada que ver con la religión, tenía que ver con qué para Aemond los ojos de Naerys brillaban como estrellas. Lo mando a hacer un año después de la muerte de Naerys, sabía que jamás se lo podrá dar pero al menos quería tener algo.
Mañana será la cumbre para dictar la sucesión de Drifmark, le gusta ver como dejan en evidencia a su media hermana y sus bastardos pero no le podría importar menos Drifmark, él solo piensa en Naerys y su venganza.
Sus pensamientos son interrumpidos por la entrada de su hermana Helaena a sus aposentos.
—Aquella que cayó se levantara y volverá —murmura.
Aemond se levanta de su asiento y se acerca a su hermana, suavizando su mirada para no asustar a su inocente hermana.
—¿Que sucede, hermana? —pregunto tranquilo.
—Siento que algo viene... algo malo —susurró— siento a la muerte acechando
—Nada malo pasará, solo son sueños —la consoló.
—Son más que eso... lo sabes —lo miro a los ojos— Naerys lo sabía —dijo con tristeza.
Aemond abrazo a su hermana. Naerys y Helaena eran unidas, ambas eran las dos caras de una misma moneda, solo ellas se entendían mutuamente. Helaena estuvo inconsolable cuando se enteró de la muerte de Naerys que casi se arrebata la vida a su misma.
Ambos hermanos comparten el mismo dolor por una persona que amaron diferente.
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El salón del trono estaba en silencio, tenso ante las espectaculaciones, las riñas, las palabras no dichas. Viserys llegó al rescate de su hija y sus nietos pero aún así, Rhaenyra estuvo a punto de ser comida para los lobos nada ni nadie iba a salvarla hasta que su padre escucho su ruego la noche anterior.
