-10: ʟᴀ ᴄʜᴀʀʟᴀ
GRANDE FUE LA SORPRESA DE AEMOND CUANDO SILAS LE INFORMÓ QUE SU SOBRINA LO BUSCABA. No dudo ni un segundo en ir hacia los aposentos de Naerys, luego de recibir el permiso de entrar no dudo en hacerlo y vaya que le encantó lo que vio.
Su hermosa, preciosa y tan enigmática sobrina en la tina desnuda con el agua bañando su cuerpo, su lado cabello negro con las puntas mojadas y Aemond se quedó deslumbrado con la vista ante él.
—Tío —Naerys sonrió— ven, no seas tímido —apunto a la silla al lado de la tina.
Aemond sin salir de su trance ante tan hermosa vista camino hasta la silla y se sentó aún con la vista en el hermoso ser frente a él.
—Déjame verte —Naerys no tuvo pudor en salir de la tina desnuda, estar frente a Aemond y sus manos mojadas le quisieron quitar el parche pero Aemond la detuvo.
—No quiero que te horrorices —susurró vulnerable.
Por alguna razón con ella cada armadura, cada muro, cada cosa que hizo para proteger su corazón herido y solitario desapareció frente a ella, como desaparece frente a su hermana Helaena. Es como si esos hermosos ojos morados vieran más allá de esa coraza de hombre frío y cruel.
—Jamás podría —le sonrió amable y le quito el parche viendo aquel zafiro qué ella le regalo años atrás— te queda hermoso —elogio.
Aemond suelta una risa irónica sin creer en sus palabras pero se sorprende al sentir los labios de Naerys contra su cicatriz y su mano acariciando su mejilla suavemente. Aquel momento era tan íntimo, tan hermoso, tan necesitado para Aemond quien rompió a llorar y fue consolado por el cuerpo desnudo de Naerys.
—Te extrañe tanto —dijo entre sollozos— ¿por qué no volviste a mi? ¿Por que mientes? ¿Por que ser tan enigmática? —preguntaba mientras lloraba contra el vientre de Naerys mientras ella acariciaba su cabello y lo dejaba llorar.
—No podía volver, las mentiras son para protegerme —respondió suavemente— te contaré todo, algún día, pero por ahora no puedo —explicó suavemente— yo también te extrañe y me gusta ver que lograste convertirte en un hombre tan fuerte
Luego de minutos de llorar y ser consolado, Aemond al fin se calmo y acepto la copa de vino que Naerys le ofreció, ambos se sentaron en unos asientos frente a la chimenea, ahora la joven solo usaba un camisón pero aun así se podía ver sus hermosas curvas y su precioso cuerpo.
—¿Donde estuviste? —pregunto luego de unos minutos de silencioso.
—En un lugar que no está en los mapas —respondió— allí me enseñaron a hacer muchas cosas
—¿Allí también cambiaste de apariencia? ¿Como? —pregunto
—No puedo responder eso, lo siento —le sonrió apenada— háblame de ti
Aemond se tomó todo el vino en su copa, preparándose para contar lo que sucedió.
—Tras tu muerte, supe que tu no caíste que te tiraron... así que decidí volverme fuerte —le conto viendo el fuego en la chimenea— entrene con la espada, estudie filosofía e historia, me volví diestro en Alto Valiryo... pero nada llenaba aquel vacío de perderte —dijo triste y volteo a ver a Naerys.
Naerys se acercó a su tío, acaricio su mejilla y sin poder resistirse más beso aquellos labios con los que soñó por seis años. Aemond acepto el beso al instante, ambos deseandose tan desesperadamente, ambos extrañandose locamente, ambos con tantos deseos, anhelos, sueños y metas sin decir pero compartiendo un sentimiento, el de la venganza.
Los besos de Naerys bajan al cuello de Aemond, quien jadeo pero aun trataba de mantener su compostura.
—¿De que querías hablar? —pregunto tratando de no sonar nervioso.
Pese a ya no ser virgen era distinto estar con una puta cualquiera que estar con la única mujer que lo hace rogar, Aemond estaba nervioso, ansioso por ella y ella lo sabía.
—Ambos queremos venganza, justicia por lo que nos hicieron —susurró en su oido y Aemond sabia lo que iba a sugerir.
—Sería traicion —susurró.
—Solo si nos atrapan —sonrió y miro a Aemond— tu y yo, en el trono, con el resto muertos en agonía... —susurró— ¿Acaso no deseas eso?
Aemond miro a Naerys notando su sed de venganza, su deseo de justicia, su necesidad de poder. Aemond sonrió y beso a Naerys llenando su pacto.
Dos amantes que se entregaron a su deseos oscuros, sus anhelos, sus ideales y metas, que le dieron su cuerpo al otro.
🐉
Los gemidos desesperados hacían eco en la habitación, Aemond con sus manos enterradas en las caderas de Naerys mientras ella lo montaba como toda una experta, sus cuerpos cubiertos en sudor, ya estaba por amanecer pero eso no les importaba, nisiquiera lo notaron, pues estaban inversos en sí mismos.
Con un gemido sepulcral ambos llegaron al clímax máximo de su placer por última vez, Naerys cayó a un lado de Aemond quien la abrazo y la arropó mientras la cabeza de la pelinegra se apoyaba en su pecho. La mano de Aemond acaricia la espalda de la chica, hasta que sintió una cicatriz grande en su espalda donde antes estaba su joroba.
—¿Como te hiciste esta cicatriz? —pregunto.
—Es la evidencia de mi transformación —explicó tranquila.
Silas abrió un poco la puerta de los aposentos de Naerys sin sorprenderse de ver a ambos jóvenes desnudos entre las sabanas de la cama.
—Sería mejor que no los atrapen, ya casi amanece y en unos minutos será el cambio de guardia —explicó serio.
—Silas necesitas una mujer —bromeo Naerys ante su seriedad.
Silas rodó los ojos y cerró la puerta saliendo, Naerys se río un hermoso sonido para Aemond quien se puso encima de ella con ganas de más pasión entre las sabanas.
—¿Acado no te cansas? —pregunto divertida pero coqueta.
—¿De ti? Jamás —respondió y la beso.
Y volvieron al inicio de un acto carnal lleno de gemidos, caricias, besos, mordeduras, sudor y risas. La pasión entre ambos era tan caliente como el calor de un fuego.
Pobres, las desgracias que vendrán para ellos en un futuro no tan lejano.
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𝘋eath in the family 𝐴𝑒𝑚𝑜𝑛𝑑 𝑇𝑎𝑟𝑔𝑎𝑟𝑦𝑒𝑛
Fiksi Penggemar"𝑬𝒔𝒂 𝒆𝒔 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒑𝒆𝒏𝒊𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂, 𝒍𝒂 𝒔𝒐𝒎𝒃𝒓𝒔 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓, 𝒅𝒊𝒇𝒊𝒄𝒊𝒍 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒂𝒓, 𝒅𝒊𝒇𝒊𝒄𝒊𝒍 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒐𝒏𝒂𝒓, 𝒂𝒕𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒂 𝒍𝒂 𝒍𝒆𝒂𝒍𝒕𝒂𝒅, 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒔𝒄𝒂𝒓𝒂𝒔 𝒔𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒂𝒓𝒂𝒏, 𝒂...