Capitulo 5

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En la madrugada del día siguiente, Harry se apoyó en la ventanilla de su vehículo personal mientras tomaba pequeños sorbos del café de Louis y revisaba sus últimos correos.

Asunto: ¿Está saliendo el Lobo con la supermodelo Samantha Hendrix? ¡Lo pone en Page Six!

Asunto: He oído que ayer el Lobo estaba buscando anillos de compromiso para ella…

Asunto: ¡Cuéntanos ya todos los detalles, Harry!

Harry suspiró y sintió una punzada de celos en el pecho. Había supuesto que Louis estaba saliendo con ella desde hacía tiempo, porque todos los lunes por la tarde reservaba ese tiempo para «la conversación telefónica con Samantha», y nunca le permitía interceptar ninguna de esas llamadas. Iban directas a su canal de vídeo privado, y nadie podía entrar en la oficina durante todo ese tiempo. Aunque Page Six solía ser rigurosa en todo lo relacionado con «el soltero del año», nunca había visto a Louis en persona con nadie más desde que había empezado a trabajar con él, y nunca le había escuchado decir nada sobre su vida personal. La verdad es que no entendía cómo podía encontrar tiempo para eso. Pero, claro, si alguien podía encontrar tiempo para tener relaciones con quien quisiera, ese era él…

Respondió a todos los correos de sus compañeros de trabajo con un «Lo averiguaré en cuanto pueda», pero independientemente de cuándo averiguara la verdad, nunca les diría una palabra. Había prometido tiempo atrás que nunca compartiría detalles de la vida privada de Louis con nadie. Que, ya fuera un jefe complicado o no, guardaría sus secretos igual que esperaba que su futura asistente personal hiciera con los suyos.

—Ya estamos aquí, señor Styles. —Vinnie le abrió la puerta trasera del coche—. ¿Debería rezar por usted antes de que entre?

—Rece por ambos. —Harry salió del coche—. Le arrastraré conmigo si me despiden.

Vinnie rió y esperó a que entrara en el edificio antes de volver a meterse en el asiento del conductor.

Harry subió en el ascensor hasta la última planta y colocó su tarjeta de acceso contra el panel de lectura del ático de Louis. Antes de empujar la puerta para abrirla, respiró hondo. Atravesó la cocina, el recibidor y la sala de estar, deteniéndose solo cuando se encontró con la mirada azul de Louis.

Louis estaba apoyado en los ventanales que ocupaban toda la pared y que daban a la Quinta Avenida. Lucía más atractivo que nunca, con una camiseta blanca y unos vaqueros azules. Su cabello oscuro estaba algo más despeinado de lo habitual, como si se acabara de levantar de la cama.

—Puedes sentarte. —Louis señaló el sofá con la mano.

Harry se sentó enfrente de él, quien le quitó el café de las manos.

—¿Debo suponer que hoy no le has dado ningún sorbo, a diferencia de lo que sueles hacer? —preguntó Louis.

—Ya te he dicho en innumerables ocasiones que no bebo de tu café. No me gusta el extra de vainilla que siempre pides.

Louis hizo girar el vaso casi vacío en sus manos y dio unos golpecitos en la tapa, justo en el lugar donde había quedado la marca roja del pintalabios de Harry.

—Es el pintalabios de Vinnie —dijo Harry, intentando sonar convincente.

—Seguro. —Louis le devolvió el café y se dio unos golpecitos en la rodilla con los dedos—. Quería hablarte en privado porque tengo una propuesta que hacerte.

—Sí, me gustaría dejar mi trabajo de asistente a partir de hoy —declaró Harry, esperanzado—. Gracias por tu oferta.

Los labios de Louis se curvaron en una sonrisa, pero no llegó a reírse.

Novios por treinta días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora