Extra (1/2)

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Era un viernes por la tarde en Nueva York. El aire frío se colaba entre los edificios, arremolinando las hojas de los árboles de las aceras mientras el cielo adquiría un tono cada vez más oscuro y denso. Los vehículos zigzagueaban por las avenidas, pero nada de eso parecía preocuparle a Harry, quien caminaba a paso firme hacia el departamento de Louis. Este le había llamado minutos antes, insistiendo en que necesitaban avanzar con un nuevo proyecto que debía estar listo cuanto antes.

Louis le abrió la puerta con una mirada de ligera impaciencia y, apenas Harry cruzó el umbral, dejó salir su comentario.

-Hasta que llegas. -dijo Louis, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.

Harry soltó un suspiro, dejando su abrigo en el recibidor mientras le dirigía una mirada cargada de ironía.

-Te cobraré horas extra, ¿sabes? Tiene que valer la pena haber dejado a la mitad la serie que estaba viendo con Henry -replicó, avanzando hacia el salón sin esperar una respuesta.

Louis solo resopló, caminando detrás de él con una media sonrisa que trató de ocultar sin mucho éxito.

-Te pago demasiado bien como para que no quisieras venir -dijo Louis, manteniendo el tono serio pero con un brillo en la mirada que delataba una cierta satisfacción.

-Claro, porque eres muy generoso -rodó los ojos Harry, con una sonrisa sarcástica.

-Lo soy -respondió Louis, alzando las cejas con una sonrisa divertida-. No cualquiera contrata a personas sin experiencia -se encogió de hombros, como restándole importancia a su comentario.

Harry frunció el ceño, claramente ofendido.

-Soy muy eficiente.

-Llegas tarde todos los días y siempre te tomas mi café -replicó Louis, cruzándose de brazos con una sonrisa de autosuficiencia, observando la reacción de Harry.

Harry bufó y lo miró de reojo, intentando contener una sonrisa desafiante.

-Eso es porque te ayudo, tú médico dijo que debías dejar de tomar tanto café o al menos dejar el azúcar -dijo al final, acomodándose en el sofá con toda la confianza del mundo, como si aquel departamento y todo en el le pertenecieran también.

-Bien, te pagaré horas extra, pero apresúrate a trabajar -ordenó Louis, señalando los papeles dispersos en la mesa de centro.

-Entonces hazlo tú también -replicó Harry, alzando una ceja con un dejo de desafío-. Te dije que era mala idea aceptar este proyecto tan tarde en el año. Ni siquiera sé por qué lo tomaste.

Louis esbozó una sonrisa tranquila, casi provocadora.

-Porque he llegado a ese punto en el que puedo tomar proyectos solo porque quiero.

Harry resopló suavemente, negando con la cabeza. A pesar de su desacuerdo inicial, ambos se sumergieron en el trabajo sin detenerse, perdiendo por completo la noción del tiempo. Los minutos se volvieron horas hasta que la oscuridad se apoderó de Nueva York y el único sonido en el departamento era el crujir de las hojas de papel y el tecleo de la computadora.

Finalmente, Harry se estiró y miró su celular.

-Mierda, ¿qué hora es? -dijo, casi para sí mismo-. Henry debe de estar preocupado. Le dije que no tardaría demasiado -murmuró, sorprendiéndose al ver la hora en la pantalla-. Son la una de la madrugada.

Louis levantó la vista, ligeramente sorprendido también, como si el paso del tiempo lo hubiera tomado desprevenido.

-No te preocupes -dijo, levantándose de su asiento con una expresión amable-. Yo te llevaré a casa.

Novios por treinta días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora