Novios por treinta días

Capitulo 16

DÍA DIEZ

Harry tenía los labios todavía hinchados de los besos que Louis le había dado en el barco el día anterior. Estaba deseando que finalmente se rindiera ante sus no tan sutiles paseos al baño en mitad de la noche, pero lo único que Louis había hecho fue darle un azote juguetón en el trasero cuando volvía a la cama, riéndose.

Esa noche, sin embargo, comenzaba "lo bueno". En ese momento, estaban sentados frente a la madre de Louis, su hermano, y Niall, mientras su invitado de honor, el señor Watson, contaba la historia más aburrida que Harry había escuchado jamás. Watson había llegado a Blue Harbor el día anterior y había tomado el control del viaje al instante.

Por la mañana, se llevó a Louis a jugar al golf

«Se puede decir mucho de un empresario por la forma en que juega al golf»

Invitó a Liz y a Harry a un almuerzo privado

«Quiero hablar con las dos personas que más conocen al hombre que hay detrás de los negocios»

E insistió en recorrer Blue Harbor en barco porque solo quería «saber si Louis era un verdadero marinero», cosa que, por supuesto, lo era.

—Así que entonces me volví hacia mi director financiero y le dije: “¡Yo no opino igual!“ —el señor Watson se pasó una mano por su canoso cabello—. “¡Es mi día con mi familia!“.

Niall dejó escapar una carcajada forzada, y el resto simplemente lo miraron, dudando si aquello ya era el fin de su interminable historia o, peor aún, el prólogo para otra.

—Disculpen —dijo Watson, levantándose de la silla—. ¿Hay algún lugar donde pueda fumar mi puro antes del postre?

—Yo también voy —dijo Niall, poniéndose de pie.

—Les mostraré el embarcadero —dijo Liz mientras levantaba a Samantha de su silla. Pasó junto a Harry y bajó la voz—. ¿Te importa que Luna se quede con Samantha esta noche? Me pidió que te lo preguntara.

—Claro que no —respondió Harry con una sonrisa.

—Vuelvo en un momento y tomamos el postre. —Liz acompañó a los hombres por el pasillo, y Nathan, el hermano de Louis, maldijo por lo bajo.

—¿Así que esta es la parte donde seguimos siendo simples decorados para el tal Watson? —dijo Nathan, tirando su servilleta sobre la mesa—. No has respondido a ninguno de mis correos sobre este viaje, Louis.

—Y no tengo pensado hacerlo —respondió Louis con frialdad.

—Entonces supongo que tenía razón —Nathan se levantó de la mesa, mirándolo con dureza—. Nuestro padre se sentiría avergonzado de ti ahora mismo, para que lo sepas. Probablemente esté revolviéndose en la tumba, decepcionado por ver en lo que te has convertido.

—¿Y en qué, exactamente, me he convertido? —preguntó Louis con frialdad.

—En otro maldito traje —respondió Nathan con desdén, girándose hacia Harry—. Si me disculpan, creo que esta noche me abstendré de hacer el papel de hermano mayor cariñoso. Te sugiero que hagas lo mismo, Harry. Estoy seguro de que él se las ha arreglado para arrastrarte a esta pantomima de mierda.

Nathan salió de la casa y dio un portazo antes de marcharse. Louis apretó la mandíbula, y debajo de la mesa, estrechó la mano de Harry.

—¿Quieres tomar un poco de aire? —le preguntó Harry, pero Louis no respondió. Permaneció en silencio, apretando la mano de Harry cada pocos segundos y maldiciendo entre dientes.

Para cuando Niall, Liz y Watson regresaron a la mesa, Louis ya había recuperado su pose de hombre de negocios.

—¿Qué día quiere que revisemos los documentos finales, señor Watson? —dijo Louis, sin molestarse en pedirle a Liz y a Harry que se retiraran—. No voy a quedarme en Blue Harbor mucho tiempo más, y me gustaría pasar algo de tiempo con mi prometido.