El resto del día fue de maravilla. Heizou y Kazuha hicieron juntos sus deberes en su habitación compartida, dieron una vuelta por las calles más transitadas de Inazuma y prepararon una deliciosa cena que engullieron junto al señor Morax.
Como era de esperar, el peliblanco le contó a aquel hombre lo increíble que había sido el primer día de clases, apuntando cada mínimo detalle. Sin embargo, la situación se volvió un tanto extraña cuando Heizou abandonó la sala.
Avisando de que iría a dormir, se fue a su habitación, se puso el pijama y se metió bajo sus cómodas sábanas. De mientras, los otros dos hablaron sobre pasadas historias de Tartaglia.
Este le explicó a Kazuha lo mucho que echaba de menos a su esposa, quien había fallecido unos años atrás por una terrible enfermedad mortal.
Preocupado por él, el peliblanco trató de consolarlo, como siempre hacía cuando alguien se sentía mal. Le ofreció un abrazo que el otro recibió sin dudar, el cual duró una incómoda cantidad de tiempo.
Después de aquello, lo invitó a su habitación para enseñarle las muchas prendas de su mujer que todavía guardaba. Contándole grandes historias sobre cada una de ellas, revivió los hermosos y románticos momentos que ambos habían vivido de jóvenes.
Por su parte, Kazuha amaba escuchar las historias de amor que la gente mayor tenía guardadas. Era muchísimo mejor que leerlas en cualquier libro, puesto que sabía que eran totalmente ciertas.
En el fondo de un gran baúl, se encontraba guardado el más precioso vestido que la señora Morax había llevado. Tartaglia afirmó que él mismo se lo compró con su propio dinero y jamás se arrepintió, puesto que era el vestido favorito de su mujer.
Kazuha quedó maravillado ante una prenda tan lujosa y colorida. No cabía duda en que Tartaglia tenía un buen gusto por la moda.
Mientras admiraba las finas telas que componían el vestido, fue sorprendido por la nostálgica expresión del pobre hombre.
—Todavía recuerdo la última vez que llevaba este vestido puesto. Si tan solo pudiera ver a una dama luciendo estas prendas una sola vez más…
—¿Por qué no se lo pides a alguien? —sugirió Kazuha, tratando de ayudar.
—Temo que después no me lo devuelvan, hijo mío. No podría permitirme perder tal preciosidad. Pero no tengo ningún conocido en el que pueda confiar —Tartaglia suspiró, yendo a guardar el vestido.
Durante unos segundos, el peliblanco pensó en ofrecerse para llevar el atuendo. Heizou estaba durmiendo, así que no se burlaría de él por llevar algo femenino. Además, no soportaba ver a Tartaglia tan triste, incluso al borde de las lágrimas.
—Yo…
—Siento si es mucho pedir, pero… ¿Crees que podrías ponerte este vestido? ¿Por mí? —el señor Morax se adelantó a sus palabras.
Todavía dudando de lo que estaba a punto de hacer, Kazuha asintió con la cabeza y, tras cambiarse de ropa en el comedor, entró al dormitorio. Nunca antes había llevado nada parecido, como era de esperar para cualquier chico de su época.
Se sentía incómodo, aquello era incapaz de negarlo, pero la sonrisa de Tartaglia hizo que valiera la pena. Este, en cambio, no dudó en acercarse a él y, reteniendo sus nostálgicas lágrimas, se abalanzó a él con los brazos abiertos.
Kazuha fue totalmente confundido al notar cómo parecía que fuera a besarlo, pero el señor Morax tan solo le dio un abrazo. Uno muy fuerte. Ambos sintieron cómo sus pechos se apretaban el uno contra el otro.
Todavía confundido, el peliblanco le devolvió el abrazo de una forma más suave. Sobó su espalda delicadamente, esperando que el hombre no lo apretara con tanta fuerza, pero cayó rendido. Simplemente, no se veía capaz de luchar contra los fuertes sentimientos que se debían estar apoderando de Tartaglia en aquel momento.
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¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]
FanfictionKazuha y Heizou, dos chicos de pueblo, viajan hasta la ciudad de Inazuma para asistir a su nueva escuela. Ahí, Kazuha conoce a Scaramouche, un muchacho solitario al que cree haber visto unos días atrás, y a Tartaglia, un buen hombre que no parece te...