5. En la sastrería

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Los cuatro jóvenes pasaron un buen rato en la habitación. Estuvieron hablando sobre sus aficiones y familias, aunque Aether y Heizou fueron los que más conversaron. Los otros dos, en cambio, se dignaban a escuchar.

Al menos Xiao. Kazuha se sentía nervioso al hablar con aquellos muchachos, puesto que llevaban lujosas ropas. Aquello quería decir, nada más ni nada menos, que pertenecían a una familia importante.

¿Por qué Tartaglia no vestía de la misma forma, si era hermano de Zhongli?

Tratando de olvidarse de sus nervios, el peliblanco hizo su mayor esfuerzo para llenar su mente con otros pensamientos. Unos que no tardaron en llegar.

La conversación que había compartido con Scaramouche aquella mañana se repetía constantemente en su mente. Podía, incluso, visualizar la hermosa expresión con la que el muchacho lo había mirado.

Sabía que tenía visita y debía estar ahí, pero moría de ganas de visitar la sastrería. Quería ver los atuendos que su compañero de clase era capaz de crear con sus propias manos.

Aún así, no estaba seguro de tener tiempo para ello. Sacó su reloj de bolsillo, que siempre llevaba con él, y comprobó la hora. Todavía no eran las ocho de la tarde.

Reuniendo valor para dar una excusa perfecta, se levantó sin más, siendo observado por los otros tres.

—Uhm… Lo siento mucho, pero hay unos recados que necesito hacer antes de que cierren las tiendas. Ha sido un placer teneros aquí, espero que nos volvamos a ver muy pronto.

De aquel modo, tratando de no ser grosero, se despidió de todos y salió de casa, en busca de la sastrería Rukkhadevata. Le sonaba haber visto algún cartel, pero no recordaba el sitio exacto en el que se encontraba.

Finalmente, acabó pidiendo indicaciones a varios desconocidos, quienes lo ayudaron a llegar a su destino.

Un pequeño local con escaparates llenos de hermosas prendas llamó la atención de Kazuha. Sobre la puerta de madera blanca, había colgado un gran cartel con el nombre del lugar: Sastrería Rukkhadevata.

Todavía no habían cerrado.

Sintiendo cómo los nervios le subían por la garganta, el muchacho cruzó la puerta sin pensarlo dos veces. No sabía si se encontraría con Scaramouche, quizás no estaba, pero debía comprobarlo.

—Buenas tardes —una niña de unos once años recibió a Kazuha. Vestía un bonito vestido blanco, el mismo color que su cabello, y lucía una alegre sonrisa—. ¿En qué le puedo ayudar?

El chico se sorprendió al ser recibido por alguien de tan temprana edad. Los niños no solían trabajar en sastrerías, pero supuso que habría excepciones.

—Buenas tardes, ¿trabaja aquí un chico llamado Scaramouche? —preguntó Kazuha—. Es…un compañero de clase.

—Claro, está dentro. Pasa, pasa —la niña le dio la espalda para cruzar el mostrador, detrás del cuál había otra sala.

Kazuha siguió sus pasos, distrayéndose con la gran cantidad de prendas que contenía la sastrería. Los variados diseños parecían llevar detrás gran cantidad de tiempo y esfuerzo, teniendo en cuenta hasta el último detalle que los formaba.

Al volver la mirada hacia delante, el peliblanco paró en seco, justo antes de tropezar con un sorprendido peliazul. La repentina aparición lo hizo congelarse, tomándose su tiempo para observar aquellos ojos que tenía a menos de un metro.

—Has venido —Scaramouche fue el primero en iniciar la conversación, aunque estaba igual de sorprendido.

—Pues claro, ¿pensabas que no?

¿Dónde Estás? [Kazuscara/Scarakazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora